¿Qué está cambiando en Europa? | Javier Espinosa Martínez

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Últimamente se viene constatando en Europa el avance de los partidos calificados de “ultraderecha”: en Italia, Giorgia Meloni del partido Hermanos de Italia, es la actual presidente del Gobierno. En los Países Bajos, el Partido por la Libertad, acaba de ganar las elecciones de modo holgado. En Suecia, con un aumento importante de la violencia en sus calles, el partido Demócratas de Suecia, obtuvo el segundo puesto en los comicios celebrados en 2022. En Alemania y en Francia estos partidos también están ganando adeptos, según los sondeos. No podemos olvidarnos de Polonia y Hungría, donde llevan gobernando hace tiempo.

Todo apunta a que, el próximo año, en que se celebrarán elecciones europeas, puede haber un cambio sustancial en la composición del Parlamento con fuerte presencia de estos partidos, lo que supondrá, sino un cambio total en las políticas europeas, si una mayor influencia de sus ideas y, sin lugar a duda, una mejora en la calidad democrática.

¿A qué puede ser debido este cambio que se está produciendo en la sociedad europea?

Creo que, en parte, la respuesta la podemos encontrar en nuestro propio país, en España, que no deja de ser un reflejo fiel de las políticas dictadas por Europa — lo ha sido durante muchos años— con gobiernos de uno y otro signo, es decir con gobiernos del Partido Popular y con gobiernos del PSOE. Ambos han aplicado políticas semejantes, normalmente implantadas por los socialistas y aceptadas y asumidas por los populares, en sus alternancias de gobierno: la izquierda ha implantado su ideología y la derecha se ha limitado a consolidarla y a sanear un poco las cuentas heredadas, siempre desastrosas.

La izquierda ha sabido plasmar su ideología en leyes, convencer a la sociedad de que eso era el “progreso” y rodearse de una cierta aureola de superioridad moral. La derecha, de ideas desconocidas, como digo, ha hecho propias las de su contrincante y sus victorias electorales se han debido a la nefasta gestión económica de los socialistas, convenciendo a sus electores, en ocasiones, con falsas promesas de cambio. No conviene olvidar la corrupción que ha sido practicada por ambos profusamente

Consecuencia de todo ello es la situación que hoy sufrimos: una sociedad enfrentada en la que la verdad ya no tiene ningún valor.  Una sociedad en la que la libertad de las personas ya no es respetada, la vida de los seres humanos ha dejado de ser un derecho fundamental, la pobreza no deja de crecer, también crece la inseguridad, los servicios públicos cada día se deterioran más, con el paro más alto de Europa,  la educación se ha sustituido por el adoctrinamiento —el último informe Pisa pone de manifiesto el desastre de estas políticas y la mediocridad de nuestro gobernantes que están orgullosos de situarse en la media europea, que también ha sufrido un descenso significativo: todo un despropósito— Una sociedad, en definitiva, decadente y moribunda.

Los medios de comunicación han jugado un papel fundamental: comprados con la publicidad institucional y con subvenciones, ¡quién sabe si sólo con eso!,  se han situado a uno u otro lado, es decir, al lado del PSOE o al lado del PP, contribuyendo a adocenar a la población, consiguiendo llevar a la política la misma pasión que al deporte: la mayoría son de los equipos (partidos políticos) ganadores y lo serán pase lo que pase, las minorías, como ocurre en el futbol, lo son de pequeños equipos, pero con la misma pasión: muy pocos cambian el color de sus siglas. Muchos no teníamos equipo y otros muchos eran hinchas con la “nariz tapada” (a la hora de votar).

Pero las cosas, de un tiempo a esta parte, están comenzando a cambiar: están apareciendo nuevos partidos políticos que tienen ideas, ideas completamente distintas a las que hasta ahora han venido a conformar la ideología de lo que se dado en llamar “pensamiento único”.

Nuevos partidos, surgiendo por toda Europa que representan a todas aquellas personas que no comulgamos con esa ideología: personas que amamos la libertad,  una libertad basada en la verdad, que amamos la vida y la queremos para todos los seres humanos, desde su concepción has su muerte natural, que creemos en la familia natural (hombre y mujer) como única célula social capaz de hacer progresar (de verdad) a la sociedad, personas que creemos que la educación de los hijos corresponde en exclusividad a los padres, que creemos en la propiedad privada, que creemos en la dignidad de las personas, de todas las personas, incluidos los inmigrantes, a los cuales se les maltrata ya en sus países de origen, debido a las políticas que los países ricos practican en ellos y se les hacen caer en manos de las mafias que los trasladan a nuestras costas en condiciones infrahumanas y aquí, pese a las ayudas que reciben, se les condena a una “nueva esclavitud”. A eso no se le puede llamar política humanitaria.

Los que han gobernado hasta ahora temen a estos partidos políticos, emergentes algunos de ellos, y tratan a toda costa de desprestigiarlos, de ningunearlos, de insultarlos. Los medios de comunicación los ignoran, sobre todo ignoran sus mensajes. Lo que ocurre en España es absolutamente deplorable: el tercer partido del arco parlamentario ha sido apartado de la “Mesa del Congreso” y de todas las comisiones, ¿podemos llamar a esto democracia?

Las clases dominantes, ante el temor del ascenso imparable de esta nueva corriente, lanzan el mensaje de que viene la “ultraderecha” y con ella los tiempos oscuros y el retroceso. No podemos consentir, dicen, que el fascismo regrese a la política. Utilizan el insulto y la descalificación: no rebaten sus ideas con argumentos basados en las ideologías que defienden, se apoyan únicamente en el insulto y en infundir miedo.

Esa estrategia ha dejado de tener los efectos que desean: se olvidan de que hay personas con ideas propias. Estos argumentos valen sólo para los seguidores de sus equipos, y no para todos, porque entre sus seguidores también hay personas que piensan y comienzan a sentirse defraudados.

Los que nunca hemos aceptado el “pensamiento único” nos hemos sentidos marginados, nunca hemos podido hacer valer nuestras ideas en la vida pública porque no ha habido partido que las representaran. Ahora se nos abre un horizonte nuevo y lo vamos a aprovechar. Queremos libertad, queremos igualdad, queremos que se nos respete en nuestra dignidad, queremos, en definitiva, vivir en una democracia verdadera.

En esto consiste el cambio que se nos avecina.

Europa está despertando.

Javier Espinosa Martínez | voluntario de Enraizados

2 comentarios en «¿Qué está cambiando en Europa? | Javier Espinosa Martínez»

  1. ¿Qué está cambiando en Europa?… una sociedad enfrentada en la que la verdad ya no tiene ningún valor. Una sociedad en la que la libertad de las personas ya no es respetada, la vida de los seres humanos ha dejado de ser un derecho fundamental, la pobreza no deja de crecer, también crece la inseguridad, los servicios públicos cada día se deterioran más, con el paro más alto de Europa, la educación se ha sustituido por el adoctrinamiento —el último informe Pisa pone de manifiesto el desastre de estas políticas y la mediocridad de nuestro gobernantes que están orgullosos de situarse en la media europea, que también ha sufrido un descenso significativo: todo un despropósito— Una sociedad, en definitiva, decadente y moribunda.

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  2. Javier, magnifico articulo en el que resumes certeramente y con claridad la situación que estamos padeciendo. Sigamos rezando (cuando lo prohíben por algo será) para que cambie el rumbo.

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