La «sorpresa» europea: Por qué malinterpretamos los cambios del continente

La «sorpresa» europea

El panorama político europeo sigue desafiando las expectativas, dejando a analistas y responsables políticos luchando por explicar resultados que, en retrospectiva, parecen previsibles. Desde el referéndum del Brexit en el Reino Unido hasta el ascenso de Giorgia Meloni en Italia, el auge de Alternativa para Alemania (AfD) en Alemania, las revueltas campesinas neerlandesas y el ascenso de Marine Le Pen en Francia, cada acontecimiento desencadena un coro de conmocionados: «Nadie lo vio venir». Sin embargo, millones de europeos sí lo vieron.

La persistente sorpresa puede deberse a una perspectiva errónea -dominada por filtros mediáticos angloparlantes, sobrecorrecciones históricas y una cobertura cada vez más limitada sobre el terreno- que distorsiona nuestra comprensión. A medida que estos cambios se propagan globalmente, una interpretación errónea de Europa plantea riesgos estratégicos que ya no podemos permitirnos ignorar.

El patrón es inconfundible. Europa se ha presentado como un bastión liberal estable: coaliciones centristas impulsan la acción climática y la unidad de la Unión Europea, encarnando un ideal progresista. Sin embargo, la realidad diverge: el Reino Unido abandonó la UE en 2016, Meloni se convirtió en primer ministro de Italia en 2022, el partido alemán AfD quedó en segundo lugar a nivel nacional en 2025, agricultores holandeses bloquearon carreteras por las políticas de nitrógeno, y el centro francés se derrumbó en 2024, impulsando a Le Pen. En cada ocasión, la cobertura mediática en inglés reacciona con conmoción, ignorando las señales visibles para la población local.

El punto ciego de los medios

Esta desconexión comienza con un filtro mediático crítico. Medios europeos en inglés, como France 24 (financiado por el estado), Deutsche Welle, Politico Europe y publicaciones de centroizquierda como Le Monde, se dirigen a un público urbano, universitario y con mentalidad global. Estas fuentes son en su mayoría creíbles y profesionales, pero reflejan a un sector reducido de la sociedad, subrepresentando las perspectivas conservadoras y rurales.

Una disparidad clave amplifica este sesgo: mientras que los principales medios liberales publican regularmente ediciones en inglés, los medios conservadores y de derecha de toda Europa, como el periódico alemán Junge Freiheit o el italiano Il Giornale, rara vez lo hacen. Esta preferencia se debe a varios factores: la falta de demanda percibida en los mercados angloparlantes, la sospecha de una cobertura angloamericana hostil y un enfoque estratégico en las bases locales.

Como resultado, las audiencias de habla inglesa que dependen de las ediciones en inglés de los medios europeos obtienen una imagen incompleta, sesgada hacia las narrativas liberales y perdiendo de vista las corrientes conservadoras que impulsan los cambios políticos.

Las corrientes ocultas de Europa

Ejemplos específicos de cada país revelan la profundidad de esta brecha. En Italia, la victoria de Meloni en 2022, a menudo calificada de «neofascista» debido a las raíces posfascistas de su partido, fue malinterpretada por la prensa inglesa. Sin embargo, su programa -impuestos más bajos, fronteras más sólidas y orgullo nacional- reflejó la frustración con los tecnócratas no electos y las normas fiscales de Bruselas. Formó una coalición con la Liga de Matteo Salvini y Forza Italia, asegurando una mayoría parlamentaria con el 44% de los votos, apelando a millones de personas desilusionadas por años de inestabilidad, no por el extremismo. Su gestión de tres años (2022-2025) se ha centrado en la recuperación económica.

En Alemania, el ascenso de AfD a más del 20% en las elecciones estatales y su victoria en la alcaldía de 2025 reflejan el descontento con el alza de los precios de la energía tras el cierre de la central nuclear y las tensiones migratorias. Sin embargo, se presenta como una anomalía peligrosa , ignorando sus raíces en las bases electorales rurales y del este.

En los Países Bajos, el plan gubernamental de reducción de nitrógeno de 2019, que exigía la compra de explotaciones agrícolas, provocó bloqueos de tractores por parte de agricultores que se enfrentaban a amenazas existenciales para sus medios de vida generacionales. El Movimiento Campesino-Ciudadano, formado en respuesta, se convirtió en el partido con mayor representación en el Senado neerlandés en 2023, una revuelta democrática malinterpretada como un espectáculo secundario.

En Francia, la disolución de la Asamblea Nacional por parte del presidente Emmanuel Macron en 2024 tras la derrota de su partido en las elecciones europeas, allanó el camino para la Agrupación Nacional de Le Pen. Su movimiento, que atrae a votantes de clase trabajadora y jóvenes de sindicatos de izquierda descontentos, ha suavizado su retórica, pasando de una línea dura antiinmigrante al populismo económico, normalizando su atractivo en medio del colapso del centro.

Sombras de la posguerra

Este punto ciego es estructural, arraigado en la lógica del «cortafuegos» de la Europa de posguerra. Tras la Segunda Guerra Mundial, instituciones como la Ley Fundamental alemana y la laicidad francesa se diseñaron para prevenir el fascismo y el nacionalismo, consolidando un consenso cultural contra estas ideologías. La UE, como proyecto moral para disolver rivalidades, reforzó esta postura.

Con el tiempo, esta sobrecorrección estigmatizó al conservadurismo moderado: las banderas nacionales o los llamamientos religiosos se convirtieron en señales de alerta, y la disidencia con las normas de la UE se calificó de «antidemocrática». Reprimir estas voces enterró el resentimiento, alimentando un populismo inesperado. Los escándalos de bandas de seducción en el Reino Unido ilustran un patrón similar: el temor institucional real a fomentar el racismo retrasó la acción contra los abusos, agravando la crisis. En Europa, la supresión de la retroalimentación ha generado sorpresas políticas de forma similar.

La distancia de la anglosfera

Los medios de comunicación de la anglosfera agravan esta situación. Hace décadas, medios como The New York Times o CBS mantenían activas oficinas europeas, que ofrecían matices y una comprensión real de la realidad sobre el terreno. Los recortes presupuestarios y el cambio de prioridades han obligado a muchos a cerrar, reemplazando a los corresponsales por agencias de noticias y periodistas independientes. La minimización de Walter Duranty del Holodomor de Iósif Stalin, a pesar de su base en Moscú, demuestra que la proximidad no es la panacea, pero su ausencia distorsiona la cobertura, incluso con la simple adición de intermediarios.

Los informes actuales, basados en informes de embajadas, comunicados de organizaciones no gubernamentales, ediciones en inglés de medios europeos o artículos de eco, a menudo carecen de contexto crítico. Por ejemplo, se enmarcaron las protestas de los tractores holandeses como una reacción climática en lugar de una crisis de medios de vida. Para los responsables políticos y los inversores, esta distancia subestima los riesgos, desde la legitimidad de las políticas hasta la estabilidad del mercado.

Apuestas globales en riesgo

Hay mucho en juego. Una interpretación errónea de Europa conlleva políticas nefastas, una reacción regulatoria negativa y una erosión de la confianza en el periodismo, lo que alimenta la polarización. Cada «resultado impactante» señala un fallo analítico con repercusiones globales: los mercados se transforman, las alianzas se tambalean y los patrones migratorios cambian. El consenso de posguerra, si bien esencial, se ha consolidado como dogma, cegando a las élites ante las nuevas amenazas.

Un llamado a la claridad

Para ver Europa con claridad, debemos pensar y actuar como historiadores. Dejamos de esperar que «La Verdad» llegue en una declaración y comenzamos a construir nuestro propio mosaico. Esto implica leer a través de espectros ideológicos, usar inteligencia artificial para traducir fuentes conservadoras no inglesas como Junge Freiheit (incluso si uno discrepa vehementemente con su línea editorial), seguir las tendencias de las encuestas y escuchar más allá de las capitales.

No se trata de apoyar a partidos de derecha o conservadores por encima de ideologías liberales y progresistas; más bien, subraya que navegar con un mapa erróneo —sin una visión completa y real— perjudica el desempeño de todos. Comprender las diversas corrientes políticas de Europa, tanto los avances progresistas como los auges conservadores, reduce el riesgo de sorpresas costosas.

Escrito por Tamuz Itai a través de The Epoch Times,

Comparte con tus contactos:

Deja un comentario