Nuevo curso, ¿mismos problemas, mismas actitudes? | Mariano Martínez-Aedo

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Ya es 20 de agosto. Muchos siguen de vacaciones, pero la mayoría ya las ha terminado o está a punto. En poco tiempo, llega septiembre y empieza el nuevo curso político. Los problemas siguen, empieza el colegio o la universidad, se recomienza el trabajo, o este sube de intensidad, de vuelta a los problemas cotidianos. Podemos sentir la sensación de futilidad de volver a la misma situación gris y aplastante que nos rodea.

Sin embargo, no podemos dejar que nos aplaste esta “desesperanza vital”, que tanto promueven los grandes poderes económicos, mediáticos e institucionales. ¡No!, eso sería la respuesta deseada por el “sistema” que quiere imponernos, para avanzar cómodamente en esos planes de transformación global, que incluyen medidas impuestas “desde Europa” o “desde la ONU”, en base a acuerdos que nadie ha debatido o sometido a ninguna votación popular.

Por ejemplo, el tratado pandémico para ceder el poder “democrático” en temas sanitarios (pero que englobaría poderes para cancelar derechos como la libre circulación, etc. como las barbaridades que nos hicieron en España y de forma inconstitucional…)

Por ejemplo, hasta la implantación pública cada vez más brutal e hiriente de los nuevos “dogmas”, defendidos por la libertad de expresión y la persecución de los delitos de odio (eso sí, con unos tribunales donde Rita Maestre interrumpe semidesnuda una misa al grito de “arderéis como en el 36” y sale absuelta por “ser” libertad de expresión; mientras que a alguien que diga que un matrimonio es una unión de un hombre y una mujer se le pueda condenar por delito de odio….).

Aunque a muchos nos gustaría, no estamos en esta vida para disfrutarla placenteramente, en un estado donde se respete a todos, se promueva el bien común y se persiga a los que vayan contra el mismo. El mundo es un lugar difícil, donde debemos desarrollarnos como personas, hombres y mujeres, defender nuestros derechos y los de los demás, especialmente los de nuestras familias y entornos. Y para ello, es necesario también dedicar algo de nuestro tiempo y esfuerzo (e incluso de nuestro dinero) a hacer algo por los demás también en el ámbito público, sea participar en el APA del colegio de nuestros hijos, sea colaborar con asociaciones que realicen labores sociales, etc. Pero también debemos actuar de alguna forma en el foro público, defendiendo nuestras ideas, nuestros derechos y el de nuestros semejantes. Cuando en el colegio, se da sin nuestro permiso una charla inadecuada a nuestros hijos, debemos protestar por los medios convenientes. Si nuestro ayuntamiento gasta nuestros impuestos en acciones que ofenden nuestros valores no podemos quedarnos callados e inermes.

Muchos pensaréis que no tenéis tiempo ni ganas para ello. Pero si una y otra vez os quedáis mudos e indolentes ante cualquier cosa por comodidad, las cosas irán de mal en peor para todos. Peor aún, seréis cómplices por pasividad y terminaréis aceptando de algún modo todos esos valores que os están imponiendo: “si no vives como piensas, terminarás pensando como vives”.

Efectivamente, los problemas que nos vamos a encontrar son los mismo que había a finales del curso pasado, la diferencia puede estar en nosotros si cambiamos nuestra actitud. A pesar de todos los enormes peligros que acechan a nuestra sociedad, a pesar de todos los problemas que tenemos en nuestra vida, si dejamos que el vértigo de su enormidad nos aplaste, estaremos vencidos de antemano, porque ya sabemos que nosotros solos no somos capaces de cambiar el mundo, pero si podemos hacer lo que esté en nuestra mano, y esa es nuestra responsabilidad. Y nuestros hijos verán lo que hacemos o no y será básico para ellos.

A santa Teresa de Calcuta le preguntaron una vez qué cambiaría del mundo y respondió que a ella misma. Por tanto, en vez de ver qué mal está, por ejemplo, el sistema de salud, veamos qué podemos hacer nosotros y hagámoslo lo mejor posible, en nuestra vida, en nuestra casa, en nuestro trabajo y, en la medida que podamos según nuestras circunstancias, también en el campo público.

Mariano Martínez-Aedo es Presidente del Instituto de Política Familiar (IPF)

 

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