Según publicación de Bankinter del 16-VI-2023, España está en la posición 21 (estábamos en la 19 en el 2020) a nivel mundial, como país en el que mejor se vive. No está mal, hay 193 países reconocidos en la ONU. Podríamos estar entre los 10 primeros, si no nos pasáramos la vida pensando en si le hemos dado lo suficiente a los separatistas, sin aprender que nunca estarán satisfechos. Copiemos de nuestra vecina y democrática Francia.
El separatismo actual, aunque difícil de resumir en unas líneas, se fundamenta en unos racistas (S. Arana y P. de la Riba) del siglo XIX, que difícilmente aguantan un estudio sicológico serio e imparcial. No se me olvida, que el señor Jordi Pujol, en su libro “La inmigración, problema y esperanza de Cataluña”, se entretiene en decir: “El hombre andaluz no es un hombre coherente, es….anárquico,….destruido,….poco hecho,….que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual” y sigue: “destruiría a Cataluña si por el número llegara al poder”, ¿se puede ser más supremacista?, da a entender que sólo sirven para chicas de servicio y peones mal pagados. Es cierto que al año siguiente de su publicación, se desdijo y calificó su descripción de “error garrafal”, pero ya había dicho lo que le salía de dentro de forma espontánea. Por cierto, ¿ha ido a la cárcel o devuelto todo lo que malversó?.
Por esas ideas separatistas, estamos hoy con el problema de la “Amnistía”. Paso previo a la desmembración de España. ¿Quién ha demostrado que esa disgregación de la nación más antigua de Europa, ese bodrio que nadie ha explicado bien lo que es, denominado “Nación de Naciones”, o esa “República Federal Asimétrica”, que ya por definición serían repúblicas desiguales, es la solución para dejar contentos a todos y además nos beneficia?. ¿Por qué es mejor destruir a España?, ¿seremos así más felices?, ¿mejoraremos nuestro PIB, nivel de vida, capacidad adquisitiva, etc.?, ¿mejoraríamos la educación, pensiones, el paro, la ayuda a enfermos de ELA y en general las leyes de dependencia?, ¿dónde están las pruebas y los estudios?, la respuesta a esas preguntas es que muy probablemente no mejoraríamos en nada, es decir no lograríamos más progreso y pueden surgir muchos problemas nuevos. ¿A qué estamos jugando?, el ejemplo de lo sucedido en la antigua Yugoslavia está muy próximo.
Desde la perspectiva de la calle, la amnistía es inconstitucional, ilegal e inmoral, no se entiende, consiste en borrar o suprimir el delito, entonces, lo que se hizo en 2017 se legitima y todo fue legal. Por lo tanto, el Estado actuó de forma no democrática, al reprimir hechos que no eran ilegales. Conclusión, con la amnistía se deslegitimiza y se juzga al Estado (discurso del Rey, jueces, policías, etc., a todo defensor del Orden Constitucional). Resumiendo, el mundo al revés, se defiende el derecho a dar el golpe y no el de poder defenderse del mismo, así la paradoja que nadie comprende de tener todavía a 45 policías imputados por lo que pasó aquellos días y los golpistas indultados.
Lo contradictorio sobre la amnistía es que el mismísimo Sánchez no la tenía en su programa electoral, la ha rechazado en diferentes ocasiones y ahora dice que la negocia y aunque no la nombra, no la niega. Para mí es incomprensible defender algo hoy y lo opuesto mañana, pero la izquierda “progresista” es así. González llegó al poder con el lema “Otan de entrada no” y cambió de opinión sin despeinarse. En fechas mucho más recientes, a nuestro Presidente en funciones le hemos oído todos decir que no dormiría si pactara con el sr. Iglesias, que podría repetirlo 5 o 20 veces para dejarlo claro, que tampoco pactaría con Bildu, que la gobernabilidad de España no podía descansar en partidos independentistas, también dijo que había que acabar con los indultos políticos, etc., etc. Hay incontables ejemplos de la contradicción y falta de compromiso entre lo dicho y lo hecho por los líderes de izquierdas y en especial por el sr. Sánchez. Lo último que nos traemos entre manos es la “Amnistía”.
La segunda gran paradoja que realmente me fascina, no es sólo la contradicción entre lo dicho y lo hecho, eso podría desprestigiar sólo al líder, lo que me deja perplejo es que a los votantes (que son millones) les da igual. No puedo evitar pensar que su comportamiento es similar al de las “sectas”, no hay que pensar ni importan los principios o los hechos, lo definitivo es lo que decida en ese momento el gurú o jefe. También puede ser una actitud típica de los ”progresistas de izquierdas” y para ellos sea igual votar una cosa y la contraria si lo pide el líder. Nunca he entendido la auto denominación de progresismo (sinónimo de mejora, desarrollo y prosperidad) por el comunismo. Se sabe que en los países comunistas triunfa la ruina de todo tipo, ausencia de libertad y asesinatos (más de 100 millones de muertos en el siglo XX). La prueba del algodón es que los pobres del mundo, que no son tontos, cuando quieren progresar y mejorar, jamás emigran a países controlados por el Marxismo.
Volviendo a la amnistía, no se puede pretender tergiversar y torcer la ley, ni tratar de colar con palabras bonitas, algo que es una anomalía democrática con derivas autoritarias, que profundiza en las asimetrías y desigualdades entre españoles, situando a los independentistas por encima de la ley y que pone al Estado a los pies de los caballos, suplicando perdón a los golpistas.
El sr. Sánchez ha declarado que quiere ser generoso, pero parece que sólo con los separatistas, no con los españoles que se oponen a esa amnistía, que no es ni una reconciliación, ni una solución, sólo es una transacción. También dice que hay “que avanzar”, pero ¿adónde?, ¿a la destrucción de este país?. España no puede depender de partidos que no creen en ella, ni de políticos que han confesado que la aborrecen.
Por favor, déjense de experimentos, sean inclusivos, no excluyan a media España, frente a un 6% de voto nacionalista, tras décadas de control educativo separatista.
Mariano Urdiales Viedma | Escritor. Médico (r)
