Anteproyecto aberrante y que podría llegar a generar numerosas situaciones absurdas y contradictorias.
La deriva animalista del Gobierno social comunista provocará que matar a un parásito intestinal o una mosca tendrá una pena de 600.000 euros así como obligar a asistir a un curso de capacitación a todo el que quiera tener un perro
Reacciones en contra a un borrador «profundamente desacertado y erróneo»
En una carta publicada en el periódico El País, expertos del Departamento de Biología de la Conservación de la Estación Biológica de Doñana describieron el borrador como “profundamente desacertado y erróneo”; y alertaron de las catastróficas consecuencias que tendría para la biodiversidad y para el patrimonio natural la aplicación de la norma, tal cual está redactada. La carta la firmaron más de 800 científicos.
Contradicciones y vacíos legales
En nuestro sistema legal es absolutamente necesario que cada ley y cada norma estén redactadas con un carácter absolutamente legalista; con un lenguaje concreto que no deje lugar a malas interpretaciones.
Por eso, es imperioso que quien redacte la ley no solo esté familiarizado con la forma de redactarla, sino que también cuente con el asesoramiento de expertos en la materia y críticos a su enfoque. De esta forma, se asegura que la ley resultante consiga su objetivo y que el remedio no sea peor que la enfermedad. En definitiva, redacción mediocre que hay que corregir porque sino pueden dar lugar a confusiones en el momento de aplicarse, y que podrían tener consecuencias adversas para nuestro patrimonio natural.
He aquí algunas de las aberraciones, ni mucho menos son las únicas, de esta ley:
No especifica qué constituye un “animal” lo que podría llegar a generar numerosas situaciones absurdas
En su artículo 83, el borrador plantea imponer multas de entre 100.00 o 600.00 euros por matar intencionadamente a un “animal”, sin matices. En una normativa que pretende salvaguardar la diversidad y el bienestar animal, el término “animal” es absolutamente trascendental.
Es por ese motivo, que los expertos señalaron que el uso ambiguo de palabras como “animal”, “animal de compañía” o “animal doméstico” podría llegar a generar numerosas situaciones absurdas y contradictorias.
Por ejemplo, sabemos que un perro o un gato siempre estarán dentro de la categoría “animal” que plantea el equipo legal que redactó el borrador. Ahora bien, ¿Qué ocurre con aquellas especies que pueden entrar perfectamente dentro de la categoría “animal”, y a las que -por cuestiones de necesidad- también damos muerte? Por ejemplo: ¿eliminar una plaga de ratas en tu casa también será motivo de una multa de cientos de miles de euros?, ¿y matar a una mosca?, ¿y qué ocurre -por ejemplo- con un parásito intestinal (que también puede entrar dentro de la categoría de “animal”?
El texto prohíbe en varias ocasiones las actividades de control y erradicación de especies invasoras que impliquen la muerte de los animales. Esta prohibición entraría en conflicto con varias normativas y estrategias españolas y europeas (y por tanto, españolas) que suscribe el propio texto. Son normas que además se ponen en marcha con el objetivo de preservar la biodiversidad.
Normas que contemplan la muerte de animales para controlar la rápida expansión de estas especies, por los riesgos que podrían suponen para el ecosistema y para la seguridad de las personas. Pero -en ningún caso- estas prácticas se ponen en marcha por capricho.
Especies exóticas criadas en cautividad
La norma planteada por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 pone muchas trabas a la tenencia y reproducción de especies exóticas criadas en cautividad, hasta el punto de hacerla casi imposible; lo que supondría “un paso atrás para la conservación (de estas especies) a escala mundial”. En su carta, los científicos ponen cómo ejemplo el caso de las aves exóticas como los canarios criadas en cautividad, que aseguran, no padecen el sufrimiento que si que padecen sus pares nacidas en libertad.
Y que si bien, la importación de aves exóticas está prohibida por la UE, no lo está así su cría en cautividad porque es una forma eficaz (aunque imperfecta) de evitar la caza de estos animales en sus lugares de origen. Lo que en ocasiones lleva a que estas especies se encuentren en peligro de extinción.