La canciller alemana Angela Merkel viajó hoy a la residencia estival del presidente francés, Emmanuel Macron, el Fuerte de Brégançon, en la Región de Provenza-Alpes-Costa Azul. La visita, a la que también acudió la mujer de Macron, Brigitte, da cuenta de las buenas relaciones de ambos países después de aprobarse el plan de recuperación para la Eurozona tras la crisis de la covid-19 que ambos lideraron. Ningún canciller había sido invitado a este lugar desde hacía 35 años.
En un momento en el que hay un nuevo aumento de los positivos por coronavirus, tanto en Alemania como en Francia, pero también en numerosos países de la UE, Merkel y Macron aún tienen que conseguir la ratificación de su plan por el Parlamento Europeo. El control de la pandemia sin evitar nuevos confinamientos ni medidas que afecten a la marcha de los países y de las economías serán fundamentales en los próximos meses. Al mismo tiempo, la UE tendrá que llegar a un acuerdo en relación al Brexit, uno de los mayores retos de 2020.
El cambio climático también habría sido uno de los temas del orden del día. Ayer por la mañana la canciller recibía a la activista sueca Greta Thunberg así como a una representante del movimiento «Fridays for Future» en Berlín. Ambas reclamaron a Merkel más valentía para enfrentar la crisis del clima.
La cancillería comunicó tras el encuentro que el tema central de la charla de 90 minutos se centró en la presidencia de Alemania en el Consejo de la EU y en su énfasis en llegar a la neutralidad climática en 2050 así como el objetivo común de limitación de emisiones de gases invernadero para 2030. Mientras Alemania lleva años estudiando una salida a de las energías no renovables, Francia aún mantiene su dependencia de la nuclear.
Las tensiones entre Turquía y Grecia preocupan a ambos líderes. Turquía está realizando exploraciones submarinas en busca de gas natural en una zona que Grecia considera suya. La tensión escaló a tal punto que en julio, Merkel tuvo que mediar entre ambos países, después de que Turquía estuviera preparada para enviar buques de guerra a la zona. Macron es muy crítico con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y le envió un mensaje aumentando la presencia militar francesa en el Mediterráneo. Merkel teme que Turquía salga del acuerdo como represalia y deje de hacer de guardaespaldas en la frontera europea y que Erdogan utilice a los alrededor de 1,7 millones de refugiados que viven en su territorio como moneda de cambio.
En el caso de Mali, Merkel mostró su apoyo a la postura francesa. Al fin y al cabo, ambos tienen tropas en el país, en el caso de Alemania 900 soldados que se encargan de entrenar a Fuerzas de Seguridad y tenían buenas relaciones con el Gobierno de Ibrahim Boubacar Keïta, depuesto por un golpe militar tras numerosas protestas y acusaciones de corrupción y de falta de control de la violencia extremista. Los manifestantes pedían desde hacía meses el fin del Gobierno pero también de la presencia extranjera. Los líderes europeos han condenado el golpe, sabiendo que el ejemplo podría extenderse por otros países de la región. Mali, junto con Nigeria, es uno de los países «prioritarios» para el control de fronteras de la UE, según la propia Unión.
Otro de los principales temas de la agenda en la reunión Merkel-Macron fue la situación en Bielorrusia. Merkel había asegurado el día anterior en calidad de presidenta de turno del Consejo de la Unión Europea que los estados de la UE no reconocen el resultado de las elecciones en Bielorrusia ni la victoria de Alexander Lukashenko. El Consejo se había reunido de forma extraordinaria para tratar esta cuestión y enviar así un mensaje al Gobierno bielorruso.
«Condenamos la brutal violencia», explicaba Merkel, que reclamaba un diálogo nacional. Todo ello a pesar de que la UE aseguró no querer involucrarse en el conflicto. El temor a que posibles sanciones a Lukashenko desemboquen en odio contra la Unión y el país se vire hacia Rusia es demasiado grande. La sintonía con Francia en este tema es manifiesta.
Ayuda médica y asilo al opositor ruso envenenado
Emmanuel Macron y Angela Merkel subrayaron ayer que sus respectivos países están preparados para ofrecer ayuda médica y asilo al líder opositor ruso Alexei Navalni, presuntamente envenenado, si este lo solicita.
«Evidentemente estamos preocupados y tristes por su situación. Estamos obviamente preparados para dar toda la ayuda necesaria a Navalni y a sus allegados, a nivel sanitario y en materia de asilo y protección», dijo Macron. «Deben esclarecerse las circunstancias que han llevado a esta situación», subrayó Macron, que sostuvo que estarán pendientes de la investigación.
Merkel recalcó que el líder opositor ruso «podrá recibir toda la ayuda y el apoyo médico» tanto en Francia como en Alemania. «Tenemos que saber cómo se ha llegado hasta ahí. Exigimos explicaciones, que las condiciones de ese envenenamiento sean transparentes», añadió la canciller.
(Carmela Negrete. Diario La Razón)