En lo que suele denominarse Occidente encontramos a grandes rasgos tres ámbitos culturales: el anglosajón (Anglonia), el centroeuropeo y el hispánico. El primero es también el hegemónico, desde la II Guerra Mundial y gracias a la superpotencia useña. El centroeuropeo es esencialmente el francoalemán, a pesar de las guerras entre las dos potencias, más los países del entorno, exceptuando a España. Y el ámbito hispánico tiene una entidad particular, aun si hoy un tanto desvaída.
De los tres ámbitos el más homogéneo es el anglosajón, y también el mayor potencia política, militar y cultural. El centroeuropeo es muy complicado lingüística y étnicamente, con grandes divergencias y resentimientos, origen también de las últimas dos guerras mundiales, a pesar de lo cual se puede discernir en él unos rasgos culturales-ideológicos comunes que hacen del eje francoalemán el núcleo del proyecto de unión europea. El hispano, más homogéneo idiomática y culturalmente, merecería análisis particulares.
En cuanto a Rusia, mantiene una posición especial un tanto indecisa. Aunque no ha pasado por los grandes movimientos formadores de Europa, desde el benedictino hasta el humanista y neoclásico, entra desde la Ilustración en la gran corriente, con sus propias características. La parte llamada erróneamente asiática (más bien turcomongola) tiene un peso cultural muy escaso. Y la expansión por Siberia, con sus consecuencias geopolíticas, da a Rusia una peculiaridad muy acentuada. No suele incluírsela en el concepto de Occidente, sobre todo después de que la guerra fría quisiera plantearse como lucha entre Occidente y la Unión Soviética. Cuya ideología marxista era, precisamente, europea.
Pío Moa | Escritor ( www.piomoa.es)