Asimismo ha calificado de «irresponsables» las palabras de Bolaños porque van en contra precisamente del espíritu de la Transición. A su juicio, el Gobierno está «agitando» su idea de historia, con esta y otras decisiones, para enfrentar a los españoles. «Todo lo contrario» que en la época de la Transición, cuando se hizo un esfuerzo de unión para que el pasado «no enfrentase más».
Por otra parte ha considerado «injusto» y «peligroso» para los historiadores y para la sociedad que un ministro «se convierta en historiador» y hable de consenso en este asunto.
Discrepa también Xosé Núñez Seixas, catedrático en Historia Contemporánea en la Universidad de Santiago de Compostela, quien ha rechazado que las denominadas por Bolaños «inercias de la dictadura» terminasen en 1982. Aunque lo considera un término vago, piensa que van más allá porque hay una «continuidad esencial» entre la «dictadura moribunda y la naciente democracia», ha indicado.
Seixas ha señalado que no se produjo un proceso de justicia transicional y en instituciones como la Policía o el Poder Judicial, no hubo renovación. «Cambia el ejecutivo y el legislativo así que pasaron a tener otros jefes», ha afirmado. «Supongo que el ministro habla de oídas», sobre el consenso entre historiadores, ha apuntado Seixas, que piensa que «no existe».