Libertad de opinión | Eusebio Alonso

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Hoy en día, el discurso progre ha calado de tal manera en la sociedad que el solo hecho de expresar una opinión de discrepancia puede llevar consigo el señalamiento e incluso la estigmatización pública del que se atreve a hacerlo. Opinar libremente sobre temas sensibles como inmigración ilegal, cuotas de género, opción sexual, derechos de los padres en la educación de sus hijos, memoria histórica, ley de violencia de género, reforma educativa, etc… significa censura, insultos y crítica feroz. Está claro que la progresía no está dispuesta a dar ni un solo paso atrás en el control de la opinión pública. Durante muchos años hemos tenido una derecha acomplejada que no se ha atrevido a disentir abiertamente de los postulados de izquierda, tal vez buscando confundirse con el paisaje para evitar un choque frontal de ideas y su posible coste electoral, sabiendo que la propaganda mediática de la izquierda ha sido siempre mucho más eficaz. Hoy por hoy, tanto PP como Ciudadanos pugnan, con mayor o menor acierto, por ocupar el centro político, pensando que puede ser la opción que más rentabilidad en votos les puede ofrecer. Sin embargo, es también el espacio en el que existe mayor pugna por conseguir votos. En mi opinión, parece que estos partidos consideran que el cálculo electoral debe prevalecer sobre la defensa de las ideas, o que las ideas deben adaptarse a lo que en cada momento ofrezca mayor rédito electoral. Con ello han decidido dejar huérfanos a muchos españoles de ideas conservadoras que ya no se sienten representados y tienen que buscar otras opciones en nuevos partidos y movimientos que no tengan complejos para mantener el mismo discurso en cualquier parte del territorio nacional. Supongo que eso es lo correcto si queremos seguir siendo una sola nación. Otra cosa supondría defender los privilegios de los españoles de unas regiones de España frente a los de las otras regiones ¡Caramba lo que cuesta ver las evidencias!

Los terminales mediáticos de la izquierda, que actualmente son mayoría, han pretendido falsear de forma insistente y malintencionada la oferta programática de esta “nueva derecha” para intentar confundir al electorado más ingenuo y como menor capacidad crítica para discernir lo que es verdad de lo que es propaganda intoxicadora. Por fortuna para la libertad de expresión, no han conseguido controlar las redes sociales y eso ha permitido que su discurso haya ido calando en el electorado que se sentía huérfano.

No obstante, y por sorprendente que parezca, la “nueva derecha” no puede realizar ningún tipo de acto con libertad, ya que existen agitadores de izquierda, mal llamada antifascista, que buscan reventar cualquier tipo evento social, cultural o político usando la violencia. Los grandes partidos de izquierda, aunque niegan estar detrás de estas acciones de acoso violento, tampoco son capaces de condenarlas abiertamente, por lo que ellos mismos retratan su posición ante estos hechos ¿Es increíble que en este país se respeten escrupulosamente los mítines de partidos que están abiertamente en contra de la unidad nacional, e incluso defienden el terrorismo, y sin embargo no se permitan las intervenciones públicas de la “nueva derecha”? ¿Es esta la democracia por la que tantas generaciones de españoles han luchado? Para la izquierda todo lo que suene a derecha es fascismo. Poco importa que la propia esencia del fascismo sea precisamente la imposición de ideas y el rechazo violento del discrepante, que es precisamente lo que hoy se llama eufemísticamente “antifascismo”.

La “nueva derecha” se ha dado a conocer entre los españoles por ejercer la acusación popular contra los golpistas catalanes. Si no hubiera sido por su actuación, los golpistas no habrían pisado siquiera la trena. Sorprende que el resto de partidos, llamados constitucionalistas, hayan dejado pasar una oportunidad así de mostrar abiertamente qué principios defienden.

La “nueva derecha” ha mantenido un discurso claro, liderando, no por votos sino por posicionamiento político, la oposición en España.

La “nueva derecha” se ha atrevido a exigir el PIN parental. Este posicionamiento le ha ocasionado un enfrentamiento feroz con el ejecutivo social-comunista de la nación que quiere evitar una posible marcha atrás en su proyecto de adoctrinamiento en las aulas ¿Quién podría pensar hace unos años que buena parte de esta sociedad viera con buenos ojos que el Estado, en aras sabe Dios de qué, pudiera desposeer a los padres de la libertad de decidir por sus hijos menores en materias no curriculares? ¿Es lícito opinar que no es la mejor propuesta educativa en materia sexual la que ofrece el colectivo LGTBI? Yo opino que es lícito, y así opinan otros muchos padres por mucho que se les quiera tachar de homófobos por querer hacer valer sus derechos y no aceptar el trágala de lo políticamente correcto.

La última propuesta de la “nueva derecha” consiste en promover la creación un nuevo sindicato, ajeno a las influencias de los partidos de izquierda ¿Tiene eso sentido? Yo creo que sí. Estar a favor del respeto y la defensa de los derechos de los trabajadores no tiene por qué posicionar a nadie en la izquierda. Esta defensa, tampoco tiene por qué suponer una posición irreconciliable en contra de las empresas creadoras de riqueza. Evidentemente, las empresas deben respetar los derechos de los trabajadores, pero no hay que olvidar que para que le vaya bien a los trabajadores, forzosamente le tendrá que ir también bien a las empresas en las que trabajan. Lo contrario parece evidente que no puede funcionar.

Los sindicatos CCOO y UGT han estado controlados por partidos de izquierdas que los han usado como arietes contra la derecha cuando ésta ha pretendido hacer reformas para modernizar la estructura económica del país, patrimonializando así el supuesto sentir de todos los trabajadores. En no pocas ocasiones los famosos “piquetes informativos” han actuado con violencia para amedrentar la libre elección de los trabajadores de acudir a su trabajo en un día de huelga. Como premio, estos dos sindicatos han sido recompensados con cuantiosas ayudas económicas. Esperemos que el sindicato que quiere crear la “nueva derecha” sea financiado exclusivamente con las cuotas de afiliados y tenga una estructura interna democrática e independiente. De no ser así, solo se habrá conseguido crear un contrapeso sindical a los mencionados sindicatos de izquierda, pero no un auténtico sindicato libre e independiente del poder político. El tiempo nos dirá.

¿Qué pensaría la izquierda si alguna organización de derechas creara una asociación benéfica destinada recoger y repartir aportaciones económicas para ayudar exclusivamente a aquellos españoles en situación de necesidad? Tal vez alguno piense que ya hay legión de estas asociaciones, y es posible que tenga algo de razón. El problema es que en las asociaciones benéficas existentes el donante no puede decidir el destino final de su aportación y eso disuade a bastantes donantes. Es curioso que cuando uno dona a una asociación cuyo propósito es ayudar a un país concreto del tercer mundo, nadie califique a la ONG que recibe las donaciones de racista o xenófoba aunque se sepa que, en el mejor de los casos, la donación va a destinarse a sufragar exclusivamente necesidades de ese país y no de ningún otro que pudiese tener necesidades aún mayores. Sin embargo, que no se le ocurra a nadie fundar una asociación benéfica para ayudar solo a españoles con dificultades económicas, que los medios de comunicación progres se lanzarán como lobos a llamarles de todo. Hemos llegado a un punto en el que ya no somos siquiera dueños de hacer nuestra propia caridad.

La crisis que estamos viviendo es el caldo de cultivo perfecto para que los partidos de izquierda se perpetúen en el poder si no se emprenden las acciones oportunas de reactivación económica y no hay una reacción decidida de la oposición para evitarlo. Si no se hace nada, buena parte del electorado acabará malviviendo de la subvención de forma permanente. Parece especialmente peligroso desincentivar el interés por el trabajo y el emprendimiento porque, nos guste o no, es lo único que crea riqueza. Sería muy triste que España se convirtiera en la Venezuela de Europa por la falta de perspectiva del electorado.

Eusebio Alonso | Escritor

 

1 comentario en «Libertad de opinión | Eusebio Alonso»

  1. Gracias x estos comentarios , ojalá que todos los Españoles pensaran así x q si no lo lamentaremos y no pasará mucho tiempo . Hay q crear interés x la cultura , por el respeto , compromiso con ser productivos y yo largo etc etc .Mientras q sigamos con esta farándula de incompetentes , mal vamos , gracia 😔

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