Irene Montero entra en el club Puebla, con Evo Morales y Lula

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Evo Morales, Lula y Dilma, el ecuatoriano Rafael Correa, un candidato chileno que ha perdido tres veces las elecciones, el brasileño que entregó el país a Bolsonaro, diputados del Partido Comunista, sindicalistas pachamamistas bolivianos… y ahora, también, Irene Montero. La ministra de Igualdad ha fichado por un polémico club político, próximo de inspiración en la revolución cubana, que pretende reinventar la izquierda y el progresismo. Su objetivo es “adueñarse del mañana”, tal y como explican en su manifiesto fundacional.

Irene Montero lo ha llevado casi en secreto. No lo ha publicitado, no lo ha subido a sus redes. Pero es oficial: es la última incorporación del llamado Grupo de Puebla. Algo así como el laboratorio progre, el think tank del que tiene que salir el argumentario de la nueva izquierda de nuestro siglo. Un grupo de líderes o exlíderes de 30 países (muchos de ellos recientemente vapuleados en las urnas) que tienen como tarea unir a la izquierda y extenderla por el mundo. Establecer algo así como una nueva Internacional Progresista que adapte los postulados marxistas al siglo actual. Igual que hubo un tiempo en el que la izquierda miraba a la URSS, el referente es ahora la América Latina en la que todavía perviven regímenes antidemocráticos como el cubano o el venezolano. 

El Grupo de Puebla, que para sus detractores un lobby procomunista latino, es un polémico foro político que ayer cumplió un año. Desde que nació en México en 2019 está en el ojo del huracán. Su influencia en los graves disturbios previos a la pandemia en países como Chile, Colombia o Ecuador, o la presunta financiación corrupta de algunos de sus participantes, son los motivos. El Grupo de Puebla define las líneas maestras de lo que tiene que ser la izquierda del siglo XXI. Y allí acaba de aterrizar Irene Montero, representando al ala más radical. Aterrizar de forma figurada, porque la pandemia ha impedido que este año haya reunión presencial. Así, la ministra se ha visto obligada a reinventar la izquierda del futuro desde su mansión de Galapagar.

(David López Frías. Diario El Español

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