A estas alturas de la historia, en 2021, debería haber quedado claro el carácter del marxismo como ideología criminal. Marx y Engels apoyaban la violencia revolucionaria y la dictadura del proletariado. Lenin lo explicó, sin dejar lugar a dudas, en su libro “El Estado y la Revolución”. Esa ha sido la misma interpretación que han aplicado la treintena de dictaduras comunistas que en el mundo han sido. No nos engañemos. La hispana Cuba es una de ellas y ya estamos viendo cómo, 62 años después de implantarse, aplasta sangrienta y brutalmente la pacífica petición de libertad que hacen nuestros hermanos cubanos. Por tanto, llega el momento de empezar con profusión e intensidad a elaborar y emitir por televisión documentales sobre lo que ha hecho el comunismo en sus casi 100 años de existencia desde 1917. Resulta cínico seguir proyectando los documentales sobre el nazismo, que ya ha sido condenado de forma indudable, generalizada y merecida, si a la vez se mantiene el silencio respecto al Marxismo y al Comunismo. ¿Se dirá algo sobre la represión en Cuba en los próximos premios Goya?
La realidad triste es que en nuestro país aún se sigue admitiendo la “superioridad moral” de la izquierda. Cierto es que salimos de una dictadura franquista, pero también es cierto que todos los países de Europa del Este la hubiesen intensamente preferido frente al totalitarismo que los aplastó durante 40 años. Es indudable que la propia Cuba, si pudiese elegir hoy entre dos gallegos, Franco y Castro, preferiría al primero. Esto es lo que, muchos años después de la muerte de Francisco Franco, he llegado a entender. El franquismo no se preocupó de formarme como anticomunista ni antimarxista, e incluso ni me informó de que en 1934 la izquierda marxista al completo dio un golpe de estado, que ocasionó 1500 muertos, contra el régimen republicano, cuyo gobierno democráticamente elegido era de derechas.
La realidad es que, tras la trágica Guerra Civil, la dictadura, muy blandita comparada con las dictaduras comunistas, cuando nos enseñaba la historia de España sólo llegaba hasta Alfonso XIII. De los desórdenes que la República toleró desde sus principios y de las causas y desarrollo de la Guerra Civil, nada de nada. Ni siquiera de las terribles torturas de las “checas”. No obstante, los complejos de la derecha a partir de 1982, y a pesar de que el PSOE había borrado al marxismo de su ideario en 1979, fueron dando lugar a concesiones. Se reconoció el “mérito” de las Brigadas Internacionales del bando rojo, mientras que se olvidaba al Cuerpo de Voluntarios Italianos, y a la Legión Cóndor, que habían luchado y muerto igualmente en tierra española, aunque en el bando nacional. Ese desequilibrio al abordar la Guerra Civil se extendió poco a poco. Esa falta de visión de la derecha impidió que se transmitiera una visión equilibrada y toleró que se rompiera el espíritu de reconciliación de la Transición.
Tras la Memoria Histórica, aprobada por Zapatero en diciembre de 2007, la falta de visión de Rajoy, en noviembre de 2011, le hizo callar ante ella en lugar de derogarla, a pesar de su mayoría absoluta de 186 diputados. Después el PSOE aprobó, en marzo de 2017, la ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía. De nuevo la derecha, al llegar al poder en enero de 2019, no tuvo el valor de derogarla. Ahora España se encuentra frente a la ley de Memoria Democrática de Sánchez, que cuenta con mayoría en el Congreso para aprobarla, lo que reforzará aún más la “superioridad moral” de la izquierda. No cabe esperar críticas por parte de González ni de la vieja guardia “democrática” del PSOE, que ni siquiera se han atrevido a criticar la represión en Cuba. Sin embargo, las encuestas hoy por hoy, anuncian que si hubiera elecciones generales ganaría el centro derecha con probable mayoría absoluta. Pero ¿qué haría? ¿Actuaría de nuevo como hizo Rajoy o como Juanma Moreno hace en Andalucía? Mucho me temo que, ante este tema, de Casado cabe decir que “ni está ni se le espera”.