La UE echa más leña al fuego: se compromete ante Naciones Unidas a acelerar la Agenda 2030

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La Unión Europea (UE) se comprometió ante Naciones Unidas a acelerar la implementación de la llamada Agenda 2030, sobre todo sus objetivos en materia de clima y sostenibilidad.

Ambos organismos supranacionales reconocen las dificultades causadas en los últimos años de pandemia y guerra

La Unión Europea se ha comprometido ante Naciones Unidas a trabajar más duro para implementar la Agenda 2030 cuanto antes y fortalecer su trabajo en aquellos puntos donde consideran que más flaquean: clima y sostenibilidad.
«Estos son dos objetivos con los que, para ser diplomáticos, no estamos totalmente satisfechos«, señaló el comisario de Economía, Gentiloni, que reiteró el total compromiso europeo con la Agenda 2030 y abogó por actuar con «más energía y determinación» para cumplir con ella en los próximos años.
A tenor de estas declaraciones se entiende que los dirigentes europeos no consideran suficiente la ley de restauración de la naturaleza aprobada la semana pasada que condena al sector primario europeo a la desaparición paulatina, ni la destrucción de embalses por toda Europa (pero con especial dedicación en España), ni la imposibilidad de alcanzar una soberanía energética sin energía nuclear, ni con proteger la vida de los animales por encima de la de los seres humanos, ni prohibir la circulación con determinados vehículos en núcleos urbanos de más de 50.000 habitantes.

Sumisión de la UE a la ONU

La Agenda 2030 –«el Evangelio», tal y como lo definió el exministro popular de Asuntos Exteriores José Manuel García-Margallo–, reclama más sacrificios y sus sumos sacerdotes están dispuestos a llevarlos a cabo en nombre del cambio climático. «A pesar de los desafíos extraordinarios a los que nos hemos enfrentado, como todo el mundo, intentamos seguir logrando progresos hacia la mayoría de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)», señaló el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, que, junto a la titular de Asociaciones Internacionales, Jutta Urpilainen, lideró la presentación de una revisión voluntaria de los avances de la UE en este ámbito. Bruselas, según explicó Gentiloni, está «especialmente satisfecha» con los avances en objetivos del ámbito socioeconómico como los relativos al trabajo decente y a la reducción de la pobreza.

Se trata de la primera vez que la UE en conjunto se somete a este ejercicio, en el que los países de la ONU muestran ante el resto de Estados miembros sus progresos de cara a cumplir con las grandes metas de desarrollo pactadas por el mundo con vistas a 2030.

La realidad es una cosa bien distinta.

La locomotora alemana está capada por la destrucción del Nord Stream 2 y el aumento del coste de la energía que dificulta la competencia de sus empresas y otras europeas en el mercado internacional. Esto arrastra a todo el continente. La inflación en algunos países de la zona euro ha alcanzado el 21 %. España sufre un paro estructural del 14 % y los parados reales superan en casi un millón la cifra oficial; los empleos fijos-discontinuos los llaman ahora «empleo decente» y aseguran que la pobreza se ha visto reducida, pero la diferencia entre clases no ha parado de aumentar desde la crisis económica de 2007. «Saldremos más fuertes» fue el eslogan del Gobierno que llevaron todos los grandes medios a portada. Algunos lo han hecho, pero muchos se han quedado atrás y sin visos de poder retomar posiciones de salida.
En cuanto a los aspectos sociales, la Comisión Europea sacó pecho por algunas de sus medidas contra la discriminación, como el plan europeo contra el racismo o las estrategias para la comunidad LGTBI, para los derechos de las personas con discapacidades o para combatir el antisemitismo. Eso sí, la lucha contra el anticristianismo (cristianofobia) no está en la agenda, tal y como explicó este medio. Es que los cristianos no cuentan. Se puede prescindir de ellos.
(Con información de Javier Villamor/Euroefe/ El Debate)

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