La otra inmigración | José Antonio Ruiz de la Hermosa

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inmigracion española años 60

Me sorprende el otro día un tertuliano dentro de una de esas infinitas tertulias existentes en radio, internet e incluso en televisión, en la cual, un español que vive en Bali, ahí al lado, vamos, nos comenta la gran cantidad de compatriotas que no viven en España. Y que entrarían difícilmente en la categoría de emigrantes que conocemos. Y para conocerlos mejor, demos primero un repaso al pasado antiguo o reciente.

 

Los españoles han ido al Nuevo Mundo, a África y a cualquier sitio donde pudiesen hacer fortuna antes del siglo XX. Eran hombres de fortuna, que salían buscándola. De ahí su nombre y que en algunos momentos triunfaron o volvieron con la categoría de indianos. O sea, favorecidos por la varita mágica del triunfo, sobre todo económico, aunque en el camino quedaron muchos que se dejaron la piel en el viaje, o no triunfaron, aunque la mayoría obtuvieron lo justo para convertirse en las clases medias de los países en los que acabaron, sobre todo los que acudieron a América.

 

Esa circunstancia varió mucho en el siglo XIX y principios del XX. Los que acudieron a África, sobre todo a la Guinea Española, si bien obtuvieron en su mayoría pingües beneficios, éstos desaparecieron con la autodeterminación e independencia de muchos territorios, forzando a muchos españoles y portugueses a una vuelta anticipada, llena de sinsabores y vacía de beneficios económicos.

 

Sin embargo, la terminación de la Segunda Guerra Mundial, la ayuda norteamericana, que para nada fue gratuita, sino muy bien cobrada, no en metálico, sino en influencias de dirección e ideológicas. Pero, volviendo a lo nuestro, ese plan de reactivación económica, creó una auténtica explosión de crecimiento económico que generó industria y, países como España, pusieron el proletariado. Ese proletariado que Lenin quería salvar en la Rusia donde no había industrias, y por lo tanto no existía, pues era un país agrícola y feudal, dato este importante sobre el timo comunista.

 

Los españoles y otros pueblos del sur de Europa, enviaron a todos los entusiastas de un futuro mejor por el trabajo a la Europa que se industrializaba a marchas forzadas. Pero esta riada humana estaba controlada, más que controlada, pues los que a aquellos países querían emigrar tenían que pasar diversos filtros, tanto culturales y de formación, como de características personales adecuadas al lugar donde iban y tenían además que demostrar sus ganas de integración y su lejano pero seguro billete de regreso a España, Portugal, o donde fuera.

 

El paso del tiempo demostró que aquello no fue un camino de pétalos de rosa, sino de las espinas del rosal. Las condiciones de trabajo, sus horarios y la extenuación, estuvieron presentes siempre. Aunque eran proletarios, ningún socialista alemán o francés movió un dedo por ellos. Ni hubo lucha de clases. Y aquellos emigrantes españoles se ganaron cada marco o franco que llegó a sus bolsillos. La integración no fue nada fácil, pues los pueblos centroeuropeos nunca abandonan sus posturas nacionalistas frente a los del sur y eso provocó unas difíciles, cuando no vejatorias soluciones de vida, a aquellos que ayudaron a levantar la Europa destruida por la Guerra.

 

Muchos años después, algunos se integraron en esa Europa de primera velocidad y allí siguen. Otros, la mayoría, volvió, con los beneficios, si los hubo. Y aquí en su patria chica o en las grandes urbes del desarrollo franquista, montaron empresas, construyeron su economía personal y familiar o se lanzaron a nuevas aventuras o se jubilaron de lo trabajado allí.

 

Pero el despegue económico de España y la actuación europea y norteamericana desde que se vio la sucesión de un Franco a punto de morir, interrumpió la fiesta de las vanidades. La economía disparada hacia arriba fue sesgada con el viejo truco de que, si queréis ser más ricos, renunciáis a lo que tenéis y os haremos felices. Como en la Agenda 2.030, que a cambio de no tener nada, nos hará felices. Y así una pandilla de traidores a sus propios compatriotas cedió a desmantelar la que en ese momento era la OCTAVA economía del Mundo, hoy la treinta y mucho, y cayendo.

 

Y llegamos al momento presente, donde los que se preocupan de los proletarios y sus colegas, se preocupan de que los 1.500 inmigrantes ilegales diarios, de media, gracias a Dios, algunos continúan camino a tierras más prósperas, pues no solo no se preocupan de averiguar quién viene y a que, sino que reparten dádivas a los jóvenes en edad militar que son acogidos en hoteles de cuatro estrellas, y se les da una paguita para sus gastos, mientras a los menores (Menas) se les acoge en centros donde viven mejor que los nacionales.

 

Me llamó mucho la atención la comparativa que los pijoprogres hacen de ambas situaciones y que, por dislocada, ni siquiera me molesto en discutirlas. El problema es que esta situación genera muchos problemas, No ya el que las violaciones a mujeres en un año hayan subido en un ayuntamiento como el de Fuenlabrada a cifras estratosféricas al multiplicarse por 15 o quizás mucho más, sino que los gastos de los inmigrantes, en su mayoría hombres en edad militar, lo pagamos entre todos, con el beneplácito de la nueva izquierda, que no solo no lo pagan ellos, sino que, en los movimientos de capital, se ven beneficiados. El ingreso de esta invasión, también genera problemas laborales en un país ya castigado por el paro, gracias a lo comentado dos bloques antes.

 

Total, que los españoles que emprenden, que trabajan y que tienen perspectivas de futuro se van. Portugal o Italia suele ser el primer escalón, pero sobre todo los titulados de hace más de diez años, son acogidos por las economías en crecimiento, pues llegan con la formación adecuada y ganas de comerse al mundo. Se nos olvidaba. La impronta social comunista ha creado una nueva generación de muertos civiles, que no físicos, de la que hablaremos otro día. Personas señaladas y generalmente muy preparadas profesionalmente, que deciden poner tierra de por medio ante una persecución propiciada por los secesionistas de diverso pelaje, los pijo progres sectarios, o los indocumentados políticos, pero que ocupan los chiringuitos y les señalan como los malos de la película. Hablaremos de ellos. Mientras que continúe la fiesta de las vanidades y que el sátrapa ganador de las elecciones tome posesión, aunque tendremos que ir a votar antes, más que nada, porque si no sería excesivo. Y ahí lo dejo…

 

José Antonio Ruiz de la Hermosa es, de primera formación, Sanitario y Capitán retirado de Sanidad Militar. Después, historiador, escritor y divulgador. Actualmente dirige en Decisión Radio varios programas de divulgación histórica y “La Cortina de Humo” sobre la actualidad nacional.

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