La última baja es Tania González, hasta hace dos semanas concejal de Avilés, quien renunció a su cargo y abandonó la dirección del partido en su pueblo. Ahora, los comunistas de Podemos, visto su fracaso, se preparan para cambiar de barco y chaqueta – al de Yolanda Díaz-, que busca desligarse de las siglas moradas. La marca Podemos, tan gastada, se asoma a su fin.

Los fundadores de Podemos tienen claro que su momento pasó y que «todo lo que viene del 15-M ya fue». Ahora la lógica es otra. Es remar detrás de Yolanda Díaz. La izquierda comunista a la izquierda del PSOE, en pleno proceso de mutación tras la guerra cainita que la partió en dos, tiene que coser heridas. Otro de los fundadores morados, Juan Carlos Monedero, lo sintetizó así a Voz Populi: «Todos los que montamos Podemos, sus diferentes fracciones y escisiones, si no servimos para sumar, pues es mejor que nos vayamos a casa. Porque si nosotros llegamos a la política diciendo que teníamos que hacerla de manera diferente y al final nos aferramos a los cargos, y encima dificultamos sumar, estamos haciendo un flaco favor a la transformación».

Andalucía

El problema es que las cosas no están funcionando. Andalucía se está convirtiendo en un laboratorio para testar la posibilidad de unidad en la izquierda. Y los resultados no pueden ser peores, porque se está librando una lucha descarnada por cuotas y puestos, aunque el gran escollo es el cabeza de cartel.

Cada fuerza juega sus bazas para «colocar a los suyos». Y por encima, la sombra de Íñigo Errejón, quien según algunos miembros de Podemos, está alejando la posibilidad de integrarse con sus excolegas en contra del criterio de Esperanza Gómez, la líder de Más País Andalucía, cuya ejecutiva se partió este jueves.

Un problema de fracaso en las expectativas

Lo cierto es que Podemos ha frustrado sus expectativas. Lo que hizo fuerte al partido hace ocho años fue crear un mar de expectativas de cambio político que se fueron erosionando a base de purgas, como la de Errejón y Carolina Bescansa. El otro gran fracaso fueron las convergencias territoriales.

Podemos tiene un serio problema de implantación territorial. El partido, según los críticos, quiere controlar el proceso de integración con Yolanda Díaz y no tolera versos sueltes que coqueteen con la vicepresidenta segunda sin el consentimiento de la dirección. Ahora, la guerra en Ucrania ha trastocado los planes políticos de Díaz, quien ha paralizado su proceso de escucha tras anunciar que lo iniciaría «esta primavera». Podemos, mientras, espera. Asume que su marca se diluirá. Una vez más el fracaso del comunismo

(Con información de Voz Pópuli)