La delincuencia en Washington D.C. se ha desplomado tras la histórica ofensiva impulsada por Donald Trump. En apenas semanas, los delitos violentos, robos y homicidios han sufrido descensos inéditos, demostrando que cuando hay voluntad política, la seguridad puede imponerse sobre el caos.
Washington D.C., un epicentro histórico de criminalidad
Durante décadas, la delincuencia en Washington D.C. convirtió la capital de Estados Unidos en una vergüenza nacional. La ciudad solía figurar entre las 20 más inseguras del país, con niveles de delitos contra la propiedad que la situaban en el puesto 13 y una de las tasas de homicidios más altas, ocupando el cuarto lugar en 2023.
Los demócratas intentaron ocultar esta realidad manipulando datos y proclamando que el crimen estaba bajando. Sin embargo, en 2023 la ciudad vivió un incremento brutal de asaltos, robos, violaciones y asesinatos. El resultado fue que la capital seguía siendo uno de los lugares más peligrosos de Estados Unidos.
Incluso funcionarios de Washington fueron acusados de maquillar estadísticas para justificar políticas fallidas. El problema no era la falta de leyes, sino la falta de aplicación real y la obsesión de la izquierda con la ideología del “desfinanciar a la policía”.
El giro de Trump: seguridad frente a caos
La llegada de la ofensiva de Donald Trump supuso un giro de 180 grados. En apenas dos semanas, los números hablan por sí solos:
- Los delitos contra la propiedad bajaron un 19%.
- Los delitos violentos cayeron entre 17% y 22%.
- Los robos y atracos se redujeron hasta un 46%.
- Los robos de vehículos se desplomaron un 83%.
- La tasa de homicidios quedó en cero desde el 13 de agosto, cuando antes había un asesinato cada 36 horas.
La conclusión es clara: un despliegue policial firme, apoyado en la Guardia Nacional y las agencias federales, cambió radicalmente la atmósfera de la ciudad.
La percepción ciudadana: recuperar la vida normal
Los propios residentes lo confirman en redes sociales: Washington D.C. se transformó en cuestión de días. Familias que antes no se atrevían a salir de noche, ahora pasean con tranquilidad. Comercios que cerraban temprano han recuperado sus horarios normales.
Esto demuestra que la delincuencia en Washington D.C. no era una fatalidad inevitable, sino el resultado de políticas laxas y de un abandono calculado de la seguridad pública.
El fracaso de la izquierda y el “desfinanciar a la policía”
Las medidas que ahora funcionan contrastan con la desastrosa política demócrata de “desfinanciar a la policía”. Bajo el pretexto de la justicia social, redujeron la presencia policial y paralizaron arrestos. El resultado fue un repunte de crímenes que golpeó especialmente a los barrios más pobres.
La izquierda política llegó al extremo de justificar el robo como una forma de “reparación cultural”. Consideraron la ausencia de arrestos como una “protección” para minorías supuestamente oprimidas, aunque estas eran las primeras víctimas del caos.
El contraste es evidente: mientras los demócratas buscan perpetuar el desorden, la administración Trump devuelve seguridad y orden a las calles.
Protestas de la izquierda: cuando la ideología pesa más que la seguridad
La ofensiva de Trump no ha gustado a todos. Los grupos de izquierda, incluidos los extremistas de ultra izquierda de Black Lives Matter, han organizado protestas acusando al expresidente de “fascista”. Corean consignas contra el despliegue de la Guardia Nacional, aunque paradójicamente los barrios de raza negra han sido los principales beneficiados de la reducción del crimen.
Muchos residentes afroamericanos expresan alivio ante la repentina disminución de la violencia. Ya no temen salir de casa. Pero loa ultraizquierdas prefieren mantener la narrativa del victimismo antes que aceptar que la delincuencia en Washington D.C. ha caído gracias a una política firme y efectiva.
Además, el incremento de operaciones de ICE (Inmigración y Control de Aduanas) ha enfurecido a los grupos pro-inmigración ilegal. Sin embargo, las redadas y deportaciones contribuyen directamente a reducir delitos vinculados al tráfico de drogas, de tratas de personas y pandillas.
El abandono de la seguridad bajo gobiernos locales demócratas dejó a la capital en una situación insostenible. Frente a esa negligencia, la ofensiva federal de Trump no solo es legítima, sino imprescindible.