‘La Carta de Madrid es el germen para dar la batalla cultural a la izquierda’

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ENTREVISTA A VICTORIA VILLARRUEL, ABOGADA ARGENTINA

Josep Maria Francàs entrevista a Victoria Villarruel, abogada argentina especialista en Derechos Humanos, presidente del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), escritora y firmante de la Carta de Madrid.

—¿Aún hay terrorismo en Argentina?

—En Argentina lo que hay actualmente es la impunidad de los gravísimos crímenes de terrorismo que cometieron organizaciones armadas, como Montoneros y el ERP. Esta impunidad, más la distorsión de los hechos históricos, tal como sucede en España y otros países, ha logrado que ex terroristas o familiares de ellos (que convalidan la violencia armada) ocupen importantísimos puestos de gobierno desde hace décadas, lo que ha producido que se ensalce al terrorismo, se lo facilite y se tenga una visión romántica del mismo.

—Me habla de Argentina y parece hablar de España… Cuando el terrorista deja la sangre, la sociedad le premia y él se frota las manos al conseguir sus objetivos pero cobrando del Estado. ¿Entiende eso?

—En 2007, apenas creada nuestra Asociación Civil, viajé a España para entrar en contacto directo con vuestras asociaciones de víctimas del terrorismo. En ese momento les dije que ellos iban camino a imitar nuestro derrotero: terroristas impunes, indemnizados o libres, víctimas ocultas o cuestionadas y uniformados atados de pies y manos. Catorce años después creo que se ha cumplido el presagio… Aquí tenemos terroristas muertos en combate o muertos al explotar las bombas que ellos estaban depositando y que el Estado los recuerda como víctimas del denominado “terrorismo de Estado”. Esta tergiversación de los hechos repugna y más cuando las verdaderas víctimas no fueron indemnizadas, no se las recuerda en los museos de la memoria y es como si nunca hubieran nacido. Solo nosotros hablamos de ellas sin descanso desde hace 15 años.

—Parece como si el destino de las víctimas, los inocentes, fuera sufrir y tragar y el de los verdugos, los culpables, vivir del cuento y conseguir sus objetivos. ¿Es reversible eso o a corto plazo los buenos siempre pierden?

—Creo siempre que el mal se revierte y se vence, pero para ello debe existir una fuerte convicción de la sociedad de no tolerar la impunidad. Una decisión clara del Estado de no permitir que los terroristas lleguen al poder una vez que se limpian la sangre de las manos y el cumplimiento del deber por parte de los jueces y fiscales de juzgar con dureza a quienes vulneran a la población y a la democracia. El mal se vence con convicción de hacer imperar la verdad y la justicia moleste a quien le moleste.

—Eso no ha ocurrido de momento. La izquierda que usaba métodos terroristas ahora ocupa el poder con otros métodos más eficaces y menos sangrientos. Eso parece ocurrir en muchos países de Iberoamérica ¿no?

—La izquierda, los terroristas argentinos, han descubierto hace más de cuatro décadas que utilizar las herramientas del sistema democrático para vulnerarlo, corroerlo y minarlo desde adentro les permite llegar a los mismos objetivos que persiguieron a través de las armas, principalmente la toma del poder. Esta situación se ve con sus matices en toda Iberoamérica. España no es inmune y se ven las consecuencias. Porque digámoslo todo: el terrorismo no busca luchar por una causa justa, el terrorismo quiere el poder, por eso aquí en Argentina impulsa e inspira políticas en Educación, Justicia, Derechos Humanos, Relaciones Exteriores, Economía, Políticas Penitenciarias, etc… todo el Estado argentino bajo la mirada de los que ensangrentaron nuestro país.

—¿Hablamos del Foro de São Paulo o el ahora Grupo de Puebla?

—Son distintas estrategias de una misma visión del mundo. Unos más desde el marxismo, otros desde la Teología de la Liberación, pero todos pensando en que nuestra región caiga de rodillas ante la izquierda pobrista.

«La izquierda ha aggiornado su discurso y ha logrado penetrar transversalmente a la derecha con temas como la despenalización de las drogas, aborto, políticas de género…»

—¿Cuál es más desde la Teología de la Liberación?

—El Grupo de Puebla recepta una visión más acomodada a esta visión marxista de la fe cristiana.

—Pensé que la fe les importaba un pimiento…

—La Teología de la Liberación es una distorsión que hoy regresa con nuevos bríos, pero imagínate que en los 60 y 70 ellos decían que “La violencia de los oprimidos no es violencia sino justicia”… Así justificaron atentados terroristas, coches bombas, robos, ataques a unidades militares, secuestros a civiles, etc. Por supuesto, no todos. Muchos otros justificaron esto en los postulados del marxismo, pero en Argentina una clase media y universitaria creyó que asesinando a otros se lo hacía un mejor lugar, más inclusivo…

—¿Quién gobierna en Argentina? ¿El Grupo de Puebla?

—En Argentina gobiernan desde hace décadas distintos matices de la izquierda. Actualmente un partido de corte populista, con una visión alineada en una facción con el foro de San Pablo (CFK) y en otra con el Grupo de Puebla (Alberto Fernández). Antes, una socialdemocracia al estilo Ciudadanos o PP. Antes, de nuevo, los que hoy aplican las mismas recetas que solo han generado miseria, atraso, restricción de las libertades, etc.

—¿Por qué citas al PP hablando del Gobierno argentino?

—Lo cito como un Gobierno que tal como ocurrió entre los años 2015 y 2019 con Cambiemos prometieron dar una batalla cultural que luego no dieron y gobernaron más para un electorado de izquierda que nunca los votaría que para quienes habían elegido su papeleta en los comicios.

—Sin duda me habla del PP de Rajoy…

—Bueno él de Casado ha estado más alineado al PSOE que lo que su electorado quiere.

«Mientras la derecha no esté dispuesta a dar la batalla cultural, a parafrasear sobre sus ideas, estaremos a la retaguardia»

—¿Cómo combatir a esa izquierda totalitaria que va ganando terreno en España y en Iberoamérica?

—Con la decisión firme de no ceder al progresismo, a la corrupción, a las políticas que pretenden despersonalizar nuestra herencia cultural e histórica. Si no luchamos por nuestros valores, por nuestra forma de vida, ¿cómo habremos de conservarlos? Si nos callamos, será difícil dar batalla. Si no militamos en las causas que son importantes para nuestras naciones será difícil que no ganen aquellos que solo apuestan a la disolución.

—¿Qué causas deben ser las importantes?

—La continuidad de nuestras naciones soberanas, la defensa de la Vida, de la libertad, el sostenimiento de la familia como célula inicial de cualquier sociedad, la práctica religiosa, la defensa de nuestra cultura, nuestro estilo de vida, la igualdad ante la ley, por la cual quien delinque debe responder, la integridad territorial, en definitiva lo que hizo que alguna vez nuestras naciones fueran grandes.

—¿Por qué la izquierda no adopta esos valores, si, como usted dice, ‘nos hicieron grandes’?

—Porque simplemente nunca han creído en ellos. Creen en el colectivismo, en una visión internacionalista, además de que hoy ya han virado de la lucha de clases que impulsaron en el siglo XX a una batalla más gramsciana, pensada en la lucha entre la mujer y el hombre, el dominio de las minorías postergadas sobre las mayorías, etc. Han aggiornado su discurso y han logrado penetrar transversalmente a la derecha con temas como la despenalización de las drogas, aborto, políticas de género, etc. Por ello mientras la derecha no esté dispuesta a dar la batalla cultural, a parafrasear sobre sus ideas, estaremos a la retaguardia.

—¿Ve intelectuales iberoamericanos capaces de dar la batalla cultural frente a esa izquierda?

—Muchos estamos dando la batalla cultural en nuestros ámbitos, en Argentina aún sin lograr una presencia en las urnas pero generando los espacios que a futuro crearán presencia efectiva y lo mismo ocurre en mayor o en menos medida en otras naciones de la región. La Carta de Madrid es una gran iniciativa que he firmado apenas se difundió, y creo que puede ser el germen de un trabajo más cohesionado de todos aquellos que cuestionamos esta visión de atraso, demagogia y restricción de los derechos humanos que sostienen los gobiernos de izquierda de Hispanoamérica. Porque lo que falta es trabajo en equipo, cohesionarnos, generar un discurso común y luchar por él.

(Josep Maria Francàs. La Gaceta)

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