La presencia de la agrupación estadounidense se enmarca en la llamada ‘diplomacia militar’, que sirve de aproximación respecto a otras naciones aliadas y de disuasión hacia los potenciales enemigos. El primer gesto de cercanía fue hacia Marruecos: la fragata Allal Ben Abdallah (F615) fue la elegida para escoltar a los buques norteamericanos en su tránsito por el Estrecho.

«Fue una gran experiencia para nuestro equipo navegar junto a la Marina Real de Marruecos», valora el contralmirante Curt Renshaw, comandante del grupo. «Compartimos con nuestros socios marroquíes el objetivo de fomentar las condiciones para la seguridad y estabilidad marítimas en la región y disuadir o contrarrestar a quienes amenazan la seguridad en cualquier parte del mundo».

Los movimientos de Marruecos

El movimiento tiene lugar en un contexto en que Marruecos redobla el pulso por convertirse en principal potencia de la región. Su programa quinquenal de renovación armamentística y capacidades de defensa está valorado en 20.000 millones de dólares e incluye la incorporación de helicópteros, cazas y carros de combate. Un impulso con el que pretende, por lo menos, igualar las capacidades de Argelia, su principal competidor en el norte de África y con el que ha mantenido recientes tensiones en las que se llegó a respirar un clima prebélico.

Pero también se han registrado graves tiranteces con España. La prioridad de Rabat se centra en que la comunidad internacional reconozca su soberanía sobre el Sáhara Occidental -y ha logrado éxitos diplomáticos de primer nivel en este objetivo-. Sin embargo, no olvida su interés por los enclaves españoles ubicados en África o próximos a su costa. Tanto es así que un reciente informe del Ejército de Tierra español instaba a mejorar las comunicaciones en el Estrecho para evitar «problemas» de control territorial y soberanía.

Y en ese pulso, Estados Unidos ha escogido a Marruecos. El reconocimiento de Washington de la soberanía de Rabat sobre el Sáhara Occidental abrió las puertas a un nuevo escenario de colaboración entre ambas partes. El Pentágono ve en el reino alauí a su socio natural para combatir las inestabilidades que se viven en el Sahel, principalmente el terrorismo yihadista, los flujos migratorios incontrolados o las actividades criminales.

Estados Unidos y Marruecos han sellado ese acercamiento con varios gestos cargados de simbolismo, como la organización conjunta de las macromaniobras militares African Lion. Rabat mueve ficha en el tablero y encuentra en Washington a un «socio» de primer orden para alcanzar sus objetivos. Y lo demuestran al mundo entero con episodios como el vivido este martes, con la escolta de la fragata marroquí a la agrupación marítima estadounidense en su paso por el Estrecho.

(Con información de VoxPopuli)