Inteligencia Artificial | Jacinto Seara

La tenemos en todos los ámbitos de nuestras vidas. Sólo dos ejemplos: la Inteligencia Artificial (IA) ya es capaz de detectar la depresión en los niños; el algoritmo tiene hasta ahora para los más pequeños una precisión del 80 %. Tuvo poca repercusión mediática, pero en octubre de 2017 Facebook tuvo que desconectar dos máquinas al olvidarse los técnicos de IA de incentivar a los robots para que hablase en lenguaje humano, ellos mismos crearon un lenguaje con el que se comunicaban y solo ellos entendían, ¡realmente sorprendente!, crearon un lenguaje secreto para ellos. Aún estamos lejos de la revolución robótica. Seamos éticos para que la IA sea una ayuda para la humanidad, y no un sistema que utilicen sólo los poderosos para someternos.

Necesitaríamos a los siete sabios griegos: Bias de Priene, Cleóbulo de Lindos, Periandro de Corinto, Pitaco de Mitilene, Quilon de Esparta, Solón de Atenas, y Tales de Mileto, para que nos ayudaran a salir de este momento, en donde al mismo tiempo tenemos la IA, el problema ecológico y la crisis económica que no sabemos si existe o no. Serían adecuados porque se está viendo que la aplicación IA para mejorar las empresas, conduce a métodos y sistemas de finales de los 80, ajustes de plantilla y despidos para mayores de 50 años, prejubilaciones en busca del ahorro de coste y competitividad en el sector financiero, la IA produce esos efectos.

Personas por robots, contratos basura. IA sustituye a personas, política que conduce a que sea empleada en muchas empresas, no las más audaces, también producen que las pensiones estén en el candelero por falta de cotizaciones. ¿Cuánto se dejó y deja de cobrarse por prejubilaciones anticipadas?. La IA sin que nos demos cuenta está acaparando cada vez más los puestos de trabajo.

Tenemos restaurantes servidos por robots, recepciones de hoteles, que con la piel sintética no distinguimos de una persona, entienden y saben desempeñar su trabajo como los que atienden ahora, incluso hay robots que son capaces de hablar hasta ocho idiomas. Abarcan incluso a la prostitución, eso si con un precio desorbitado. En China un hombre se casó con un robot construido por él, duró poco y a los dos años se estropeó el robot sin posibilidades de reconstruirlo. Existen personas creando holoformas para vivir con ellas.

Jacinto Seara | Científico y Escritor