¿El fin de la ‘era woke’ en EEUU tras la retirar las grandes empresas su apoyo LGTBQ en el mes del «orgullo»?

El fin de la ideología woke parece acercarse, al menos en lo que respecta a la estrategia pública de las grandes corporaciones estadounidenses. Bajo el impulso del presidente Donald Trump, muchas multinacionales han abandonado sus campañas pro LGBTQ+.

Este repliegue no es casual. La eliminación de políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) como condición para acceder a fondos federales, ha obligado a las empresas a repensar su postura pública. En años anteriores, los escaparates se llenaban de propaganda LGTBQ -arcoíris, colecciones temáticas y productos diseñados para promover la ideología de género-. Hoy, la mayoría de esas estrategias han desaparecido o se han reducido a la mínima expresión.

La encuesta de Gravity Research revela que el 39% de las compañías planea reducir su visibilidad durante el denominado Mes del Orgullo. El fin de la ideología woke se manifiesta en decisiones concretas: menos campañas, menos colores y menos imposición cultural.

¿Victoria o retirada temporal del enemigo?

Pero no seamos ingenuos. No estamos, aún, ante una victoria definitiva. Lo que vemos es una retirada táctica, una bajada momentánea al cuartel de invierno. El fin de la ideología woke aún no ha llegado. Simplemente, las élites izquierdistas y globalistas se repliegan ante la presión creciente y esperan a que pase la tormenta.

El caso de Target lo ilustra con claridad. Tras el escándalo del año pasado por su línea de trajes de baño “para personas trans”, ha optado por mantener la colección solo online y de forma casi invisible en tiendas físicas. La empresa reconoce que recibió numerosas protestas y que el conflicto interno entre empleados fue inasumible. El repliegue no es un cambio de valores, sino una maniobra para evitar más pérdidas.

Lo mismo ocurre con el desastre comercial de Bud Light, tras su desastrosa campaña con la influencer transgénero Dylan Mulvaney. La marca perdió tanto a su público tradicional como al izquierdista. Las ventas cayeron a niveles históricos. Ese fue un punto de inflexión, pero no el final.

Las marcas se alejan del pro LGTBQ

Otras cadenas, como Macy’s, Nordstrom, Kohl’s, Gap, Kroger y Walmart, han advertido a sus accionistas del riesgo financiero que supone alinearse con causas divisivas. Causan división, injusticia, discriminación. Por primera vez en más de una década, el Mes del Orgullo se celebra en silencio en sus tiendas. Las pancartas desaparecieron. Los colores se apagan. El fin de la ideología woke se vislumbra, aunque aún sea solo una pausa.

Las presiones políticas de la administración de Trump, que ha prometido acabar con el adoctrinamiento ideológico en instituciones y empresas, han tenido impacto real. Agencias como la EEOC (Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo) o el Departamento de Justicia han endurecido su retórica y han advertido de futuras investigaciones. Esto ha generado un entorno menos propicio para las prácticas wokistas y un clima de cautela en las grandes compañías.

Desde el punto de vista profamilia, se trata de una oportunidad histórica. Pero es crucial comprender que los defensores de la agenda globalista no se han rendido: han reculado. El fin de la ideología woke no es una meta alcanzada, sino una trinchera que debemos consolidar.

El enemigo se reorganiza: no bajemos la guardia

La izquierda cultural y globalista no ha renunciado a sus objetivos. Solo ha cambiado de estrategia. Mientras se repliegan en el ámbito público y empresarial, siguen adoctrinando en escuelas, universidades, medios y redes sociales. La ideología woke no está derrotada; está adaptándose.

Esta retirada estratégica se parece a la táctica del lobo que finge retirarse para emboscar a su presa más adelante. Esperan que Trump termine su ciclo político o que la derecha pierda fuerza. Entonces, volverán con más ferocidad, con más presión legal y con nuevas formas de imposición ideológica.

Por eso, debemos actuar con inteligencia. Aprovechar este repliegue para avanzar posiciones. Blindar legalmente nuestras instituciones, promover una cultura alternativa sólida y soberanista, apoyar medios contraculturales y construir redes económicas que resistan el chantaje ideológico.

Consolidar la victoria antes del contraataque

El fin de la ideología woke no será una realidad completa hasta que se erradiquen sus raíces institucionales, culturales y económicas. Hoy vemos una victoria parcial. Un retroceso del enemigo. Pero la historia enseña que toda retirada precede un contraataque si no se consolida la victoria.

Necesitamos continuar la batalla con convicción. Defender nuestras familias, nuestras creencias y nuestras tradiciones frente al avance globalista. Es hora de reconstruir la moral social, de volver a colocar a la verdad y la naturaleza humana en el centro de nuestras decisiones colectivas.

No podemos limitarnos a celebrar el repliegue del adversario. Debemos actuar con resolución, sabiendo que volverán.

Y cuando vuelvan, debemos estar listos, más fuertes, más preparados y con el terreno ganado.

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