Filomena nos abre los ojos | Eusebio Alonso

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Una vez más la meteorología ha vuelto a poner a cada uno en su sitio. En esta película, como en todas, hay buenos y malos, o, mejor dicho, por un lado, la gente comprometida de la sociedad civil y de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, y por otro, los políticos que hacen siempre de la imprevisión y la mala gestión su bandera. Da igual que la predicción meteorológica anticipara con más de una semana de antelación la envergadura del temporal de frio y nieve que se nos venía encima. Nuestros responsables políticos no hicieron la más mínima previsión para suavizar el impacto del temporal y en algunos casos, como en el municipio en el que resido, ni siquiera revisaron el estado de los pocos medios municipales de que se disponía para despejar la nieve. Así que, cuando ha habido necesidad de usarlos se han encontrado que éstos estaban inoperativos por falta de mantenimiento y han tenido que recurrir tarde y mal a la ayuda del ministerio de Fomento para que les preste temporalmente una máquina quitanieves. Solo han estado a la altura los de siempre: la UME, los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, el personal sanitario y una parte de la sociedad civil que se ha personado en las calles con palas y rastrillos o brindando sus vehículos 4×4 para trasladar al personal esencial a sus puestos de trabajo, a los enfermos a los hospitales o para sacar de un apuro a sus vecinos.

Comprendo que en la mayor parte de España no suele haber casi nunca temporales de esta envergadura. También me parece lógico que no se sobredimensionen recursos, ya que los recursos ociosos no son rentables. Hay que tener un poco de sentido común a la hora de gastar el dinero público. Lo que no entiendo es que los escasos recursos disponibles no se aprovechen de forma eficiente. Que los servicios de limpieza se limiten con frecuencia a pasearse por las calles desde sus coches para observar el caos desde la barrera. Que protección civil mantenga una actitud pasiva. Que no se amplíen los turnos de trabajo de los trabajadores municipales para reducir el tiempo para volver a la normalidad trabajando en la limpieza del municipio. Que no se solicite el apoyo de empresas con maquinaria de obras públicas como retroexcavadoras para ayudar a despejar las calles y avenidas. Aceptar las cosas como inevitables, cuando no lo son, solo consigue dar patente de corso a la ineptitud de los que nos gobiernan que seguirán escudándose en ese argumento a su conveniencia para justificar todo lo que les interese.

El ayuntamiento de mi localidad ha tenido una buena iniciativa que es la de repartir sal a los vecinos que lo deseen. Lo que resulta esperpéntico es que algunos de los puntos de recogida no estén accesibles para vehículos normales, porque no se ha despejado todavía de nieve el acceso a ellos. Lo sé de buena tinta ya que hoy precisamente me ha tenido que rescatar un buen amigo con un 4×4 cuando me he quedado atascado intentando acercarme a uno de esos puntos. En los puntos a los que sí se puede acceder, la parada de los vehículos para recoger la sal entorpece gravemente el tráfico de los vehículos que circulan. Los camiones que llegan a los puntos de recogida se limitan a descargar su volquete esperando que alguien se acerque con algún recipiente para cargarlo de sal. Supongo que esperan que la gente vaya andando con una bolsa y una pala para coger unos pocos kilos de sal ¿Es posible que exista tan poca previsión y tanta desidia en cosas tan elementales?

Aprovechando el momento, el alcalde de Rivas-Vaciamadrid no ha perdido la oportunidad de hacerse la foto en la Cañada Real Galiana para solicitar luz y gas gratis para los que allí viven. Curioso gesto cuando su partido, miembro del actual gobierno de la nación, va a permitir unas subidas espectaculares en el precio del gas (hasta un 22%) y de la electricidad (hasta un 27%). Subida que tendrán que afrontar los ciudadanos que si pagan sus facturas. Realmente resulta una actitud chocante en los momentos que vivimos, cuando todos, en mayor o menor medida, pasamos dificultades para hacer frente a estos gastos. A decir verdad, tampoco ha resultado muy convincente la foto de Pablo Casado, líder del primer partido de la oposición, ayudando con una pala a despejar el acceso a un portal de vecinos.

A todo esto, los chiringuitos bien engrasados que viven de la teoría de que el cambio climático obedece al calentamiento global resultante del descontrol en la producción de CO2, que es consecuencia, a su vez, de la actividad industrial del ser humano, también se apuntan, cuando les conviene, que estos fenómenos meteorológicos de frío extremo son consecuencia de la misma causa. Parece que, de momento, nadie les ha exigido que demuestren demasiado. Todas las previsiones catastrofistas que hasta el momento se han hecho no han podido ratificarse por la vía de los hechos. Tampoco han sido capaces de explicar de forma razonable qué hizo posible el comienzo y el final de las glaciaciones cuando aún no había actividad industrial. Sin embargo, sí han descartado rápidamente otras teorías menos interesantes desde el punto de vista lucrativo como son los ciclos climáticos de Milanković consecuencia de los cambios periódicos en la rotación de la Tierra.

No quiero parecer negacionista. Yo soy partidario de aplicar el principio de prudencia en todos sus aspectos y también en lo que se refiere a reducir la contaminación que esté al alcance de nuestra mano. De lo que si estoy en contra es de que se criminalice la actividad industrial cuando no se es capaz de ofrecer alternativas ni justificaciones suficientes. Estoy en contra de que esa sensibilidad social por el medio ambiente se haya convertido en un negocio para cuatro espabilados. Me parece escandaloso las cantidades ingentes de dinero que se desvían a este propósito en lugar de destinarlas a satisfacer otras necesidades más perentorias de los ciudadanos. En fin, creo que sería un ejemplo de coherencia con sus convicciones que, al menos, una parte del dinero que se entrega a estos chiringuitos medioambientales se dedicara a dotar de recursos a la sociedad para hacer frente a estos fenómenos adversos supuestamente derivados del cambio climático que se pretende evitar. Si no lo hacen es porque detrás de estos chiringuitos hay otros intereses que más tienen que ver con fines políticos y lucrativos que con un limpio interés social.

Nos guste más o menos, tenemos lo que nos merecemos. O, mejor dicho, lo que hemos elegido libremente. Los errores, las mentiras, la ineptitud en política no cuestan apenas votos en un país como España con mucho sectarismo y con poco pensamiento crítico ¿Qué tendrá que ocurrir para que la gente caiga en la cuenta y deje de seguirles el juego a los políticos que así actúan? Las sociedades solo cambian por convicción o por compulsión. Puestos a escoger, sería mucho mejor que lo hagan por convicción. Resulta mucho más democrático.

Eusebio Alonso | Escritor

1 comentario en «Filomena nos abre los ojos | Eusebio Alonso»

  1. No soy nada sospechoso de votar ni simpatizar con el PP, pero: «… A decir verdad, tampoco ha resultado muy convincente la foto de Pablo Casado, líder del primer partido de la oposición, ayudando con una pala a despejar el acceso a un portal de vecinos.» (sic) prefiero este tipo de «postureo» al de muchos de los miembros de este «desgobierno» que no fueron ni siquiera capaces de aparecer por las calles y ya en el colmo de desvergüenza no fueron a la inauguración del hospital de pandemias Enfermera Isabel Zendal. Si los políticos deben dar ejemplo, Pablo Casado ha estado más cerca de ese propósito que ningún socialista.

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