La Cámara de Diputados de Uruguay aprobó, con 64 votos a favor y 29 en contra, el proyecto de ley que permite la eutanasia para mayores de edad, con enfermedades terminales o sufrimientos excesivos.
Contempla la eutanasia por sufrimiento excesivo. que se traduce en un deterioro grave de calidad de vida, cuestiones suficientemente ambiguas como para extenderlo a cualquier persona.
La eutanasia en Uruguay avanza peligrosamente. La Cámara de Diputados de Uruguay aprobó, con 64 votos a favor y 29 en contra, una ley de eutanasia que permitirá poner fin a la vida de mayores de edad con enfermedades terminales o “sufrimiento excesivo”. Una medida que, bajo la apariencia de compasión, abre la puerta a abusos y banaliza la dignidad humana. La Cultura de la Muerte y el asesinato legal de las personas avanza.
La aprobación parlamentaria y su alcance
El pasado martes, la Cámara de Diputados del Parlamento uruguayo dio media sanción al proyecto de ley de eutanasia. El respaldo vino principalmente del Frente Amplio, pero también contó con votos de legisladores del Partido Nacional y del Partido Colorado, alcanzando 64 votos sobre un total de 99 escaños.
La propuesta regula lo que describe como “el derecho de las personas a poner fin a su vida” en situaciones de enfermedad incurable, irreversibilidad o deterioro grave de la calidad de vida. Los requisitos incluyen:
- Ser mayor de edad.
- Estar psíquicamente apto.
- Padecer una etapa terminal con dolor intolerable o sufrimiento excesivo.
Este último concepto es, además de lo anterior, especialmente preocupante, ya que su definición ambigua podría aplicarse a múltiples casos que no son terminales, facilitando una peligrosa expansión del alcance de la ley. Se extiende así a todas las personas.
Un marco legal que deja grietas abiertas
Parad darle el aspecto formal y médico, el texto contempla que quienes soliciten la eutanasia en Uruguay deberán presentar solicitudes formales, someterse a evaluaciones médicas independientes y, en caso de desacuerdo, permitir la creación de una junta médica.
Además, se prevé una comisión honoraria liderada por el Ministerio de Salud Pública, encargada de revisar los casos y elaborar informes para el Poder Legislativo. Sin embargo, estas garantías son frágiles frente a la presión social, la subjetividad médica y la ambigüedad legal.
En caso de incumplimiento del protocolo, se aplicarán sanciones conforme a la normativa penal vigente, aunque la experiencia internacional demuestra que, en países donde se legalizó la eutanasia, las sanciones raramente se aplican de forma estricta.
La pendiente resbaladiza de la cultura de la muerte
Legalizar la eutanasia en Uruguay no solo transforma el marco jurídico, sino que también impacta en la percepción social del valor de la vida. Cuando un Estado acepta que es lícito provocar la muerte a otra persona por razones de dolor o calidad de vida, se abre la puerta a considerar prescindibles otras vidas que no encajan en ciertos estándares.
La experiencia en países como Bélgica, Países Bajos y España demuestra que, tras la legalización inicial, los criterios se amplían: primero enfermedades terminales, luego padecimientos crónicos, más tarde problemas psicológicos o incluso la vejez como motivo “suficiente” para solicitar la muerte.
El riesgo es evidente: lo que comienza como una opción “excepcional” termina convirtiéndose en una práctica normalizada, socavando la cultura del cuidado y sustituyéndola por la cultura del descarte.
El trasfondo político e ideológico
Este proyecto de eutanasia en Uruguay ha sido presentado en seis ocasiones anteriores, incluida una en 2022 que no prosperó en el Senado. Hoy cuenta con un calendario favorable y se espera que la Cámara Alta lo ratifique antes de fin de año, impulsada por la mayoría oficialista.
No es casual que esta medida coincida con la promoción global de la agenda 2030 y sus políticas relativistas en torno a la vida y la familia. Al amparo de conceptos como “autonomía personal” y “derechos individuales”, se justifica la eliminación de seres humanos cuya vida se considera “indigna” de ser vivida.
Una amenaza a la dignidad humana
Aceptar la eutanasia en Uruguay implica asumir que la vida humana depende de criterios de utilidad o bienestar subjetivo. El mensaje que se envía a los enfermos, ancianos o discapacitados es devastador: “Tu vida vale menos, y tu muerte puede ser una solución”.
La verdadera compasión no se expresa matando, sino acompañando, cuidando y ofreciendo tratamientos paliativos. La medicina tiene el deber de aliviar el sufrimiento, no de eliminar al paciente.