El 24 de octubre, por la noche, fecha que seguro que le suena al lector: Íñigo Errejón dimitió. Hemos visto como uno de los referentes de ese «feminismo woke«, que nos azota con sus consignas llenas de «superioridad moral«, que convierte a todos los hombres en sospechosos y potenciales culpables de todos los asaltos sexuales contra las mujeres, recibía su propia «justicia popular«, la deleznable «pena del telediario«. Me recordó a un abyecto personaje histórico: Robespierre, que fue víctima de su propio fanatismo después de haber mandado a tantos a la guillotina.
El cinismo de la carta de renuncia que publicó ese individuo no tiene desperdicio y no voy a entrar en su análisis completo, pero sí quisiera resaltar un párrafo que, si bien hoy el autor es Errejón, creo que es un discurso que con otras «explicaciones» o más bien excusas, muy bien podrían suscribir bastantes (o muchos) entre la clase política, en especial en el espectro de la izquierda para justificar lo injustificable. El párrafo al que me refiero es el que sigue: «… Yo, tras un ciclo político intenso y acelerado, he llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona. Entre una forma de vida neoliberal y ser portavoz de una formación que defiende un mundo nuevo, más justo y humano. La lucha ideológica es también una lucha por construir formas de vida y relaciones mejores, más cuidadosas, más solidarias y, por tanto, más libres. No se le puede pedir a la gente que vote distinto de cómo se comporta en su vida cotidiana…»
¿Qué es la falacia de la persona y el personaje?
La Falacia de la Persona y el Personaje es un fenómeno psicológico en el que se confunde la identidad real de un individuo con el rol o la imagen que proyecta en ciertos contextos, como el laboral, familiar, político o en redes sociales. Este error de percepción tiene profundas implicaciones tanto para el propio individuo como para quienes lo rodean, generando una desconexión entre el ser auténtico y el personaje construido. En este artículo, abordaremos las raíces psicológicas de esta falacia, su manifestación en la vida moderna, y sus posibles efectos sobre la autoestima, la autenticidad y las relaciones interpersonales.
La naturaleza de la falacia: Persona vs. personaje
Desde una perspectiva psicológica, Carl Jung fue uno de los primeros en explorar el concepto de la «persona«, la máscara social que cada individuo adopta para cumplir con las expectativas de la sociedad. Según Jung, esta «persona» es funcional y hasta necesaria en muchos casos, pues permite a las personas interactuar de acuerdo a normas y estándares sociales. Sin embargo, cuando el individuo se identifica demasiado con esta máscara, surge el «personaje«, un rol rígido que puede terminar alienando a la persona de su verdadera esencia.
En términos simples, la Falacia de la Persona y el Personaje ocurre cuando se confunde la máscara con la identidad, pensando que el rol desempeñado o la imagen proyectada es la verdadera esencia del individuo. Este fenómeno es particularmente común en figuras públicas, políticos, actores o en usuarios de las redes sociales, donde el personaje construye una imagen que no necesariamente coincide con la realidad.
Factores psicológicos y sociales que facilitan la falacia
Existen múltiples factores que facilitan la confusión entre la persona y el personaje:
- La necesidad de aprobación social: La aceptación es un motivador poderoso que lleva a las personas a adoptar ciertos roles. Las redes sociales han intensificado esta dinámica, donde la búsqueda de «likes» y «seguidores» fomenta la creación de una versión idealizada o distorsionada de la propia identidad. En la política este fenómeno se da con una intensidad indeseable en todos los partidos y muy en especial durante los periodos electorales. Me asquea, por ejemplo, verlos besuquear niños o saludar ancianos a los que en el fondo les importan una higa o en el fondo hasta desprecian.
- El efecto de la repetición: Cuanto más tiempo una persona interpreta un personaje, más probabilidades hay de que se identifique con él. En psicología, este fenómeno se relaciona con la «Teoría de la Auto-percepción«. Cuando un individuo observa sus propios comportamientos repetidos en un rol, comienza a creer que reflejan su verdadera naturaleza.
- Presiones profesionales y expectativas sociales: Profesionales como actores y sobre todo figuras políticas que deben mantener una imagen pública específica a veces rígida, lo que crea una disonancia entre su ser auténtico y su papel social. Esta tensión no sólo confunde a quienes interactúan con ellos, sino que también afecta la autopercepción de estos individuos.
Impacto psicológico de la falacia
La falacia de la persona y el personaje puede tener graves consecuencias psicológicas tanto para quien interpreta el personaje como para quienes interactúan con él. A continuación, se detallan algunos de los efectos más comunes:
- Disonancia cognitiva y desgaste emocional: La constante tensión entre el «yo real» y el «yo idealizado» genera una disonancia cognitiva que puede llevar a estados de estrés, ansiedad y depresión. Esta disonancia surge porque el individuo sabe en el fondo que la imagen proyectada no coincide con su verdadera identidad, lo cual crea una lucha interna entre el deseo de ser genuino y la necesidad de cumplir con el rol. El desgaste emocional es considerable, ya que se necesita energía para mantener una «fachada» de manera constante.
- Daño a la autoestima y a la autenticidad: Con el tiempo, la falacia de la persona y el personaje erosiona la autoestima. Al depender de la aprobación externa para mantener el personaje, el individuo construye su valía en base a factores externos en lugar de internos. La autoestima genuina, sin embargo, se construye desde adentro, mediante la aceptación y el respeto hacia uno mismo. En este sentido, la falacia dificulta el autoconocimiento y la autenticidad, dos componentes cruciales para una autoestima saludable.
- Relación superficial y falta de conexión verdadera: Cuando se confunde a una persona con su personaje, las relaciones interpersonales suelen volverse superficiales y condicionadas. Las personas que rodean al individuo se relacionan con la imagen idealizada y no con la persona auténtica, lo cual limita la profundidad de las conexiones. La falta de conexión real puede dejar al individuo sintiéndose incomprendido, solo y sin apoyo genuino, lo cual agrava el problema de la desconexión entre el ser real y el personaje.
Manifestaciones en la vida moderna
La falacia de la persona y el personaje está enraizada en la vida moderna debido al impacto de las redes sociales, la cultura de la imagen y el auge del marketing personal. Algunas manifestaciones comunes incluyen:
- Las redes sociales y la «curaduría de la identidad»: Las plataformas digitales permiten construir una identidad cuidadosamente seleccionada, proyectando sólo aquellos aspectos de la vida que se desean mostrar. Esta identidad curada no sólo afecta la percepción de otros, sino también la autopercepción, ya que el individuo puede comenzar a creer en la validez de la imagen proyectada.
- El “Síndrome del impostor”: Aquellas personas que se ven atrapadas en la falacia de la persona y el personaje a menudo experimentan el «Síndrome del impostor», sintiendo que no merecen el reconocimiento que reciben. Esto se debe a que la imagen pública no refleja su verdadero ser, lo que los lleva a pensar que su éxito es una farsa.
Estrategias para superar la falacia
Superar la falacia de la persona y el personaje implica un trabajo introspectivo y una disposición a aceptar la vulnerabilidad. Algunas estrategias recomendadas desde la psicología incluyen:
- Fomentar el autoconocimiento: La autoexploración permite al individuo conocer sus valores, creencias y deseos verdaderos, más allá del rol que desempeña. La terapia psicológica puede ser una herramienta poderosa en este proceso.
- Practicar la autenticidad: La autenticidad implica mostrarse a uno mismo tal como es, sin la necesidad de complacer a los demás constantemente. Practicar la autenticidad en espacios seguros permite reconectar con el yo genuino y reducir la dependencia en el personaje.
- – Distinguir entre roles y esencia: Es crucial recordar que cada individuo puede desempeñar múltiples roles sin perder de vista su esencia. En lugar de identificarse completamente con un rol, el individuo puede adoptar una postura más flexible que le permita desempeñarse en diferentes contextos sin sacrificar su identidad.
¿Cómo afecta a la clase política?
En la clase política, la Falacia de la Persona y el Personaje tiene un impacto profundo, afectando tanto la autenticidad de los políticos como la confianza del público. Los políticos están constantemente bajo el escrutinio de la opinión pública y los medios de comunicación, lo que los lleva a construir una imagen o «personaje» que proyecte ciertas cualidades deseadas como integridad, empatía o liderazgo fuerte. Sin embargo, esta construcción de personaje puede fácilmente desconectarse de la realidad personal, generando conflictos internos y afectando la percepción pública.
- Desgaste emocional y desconexión personal: Para mantener la imagen idealizada, muchos políticos acaban atrapados en la disonancia cognitiva entre lo que proyectan y lo que realmente son. Esto les exige mantenerse en «modo personaje» de manera constante, incluso en su vida personal. Tal esfuerzo puede llevar a un desgaste emocional importante y a la pérdida de su autenticidad, dejándolos incapaces de conectar genuinamente con otros, tanto en su vida personal como con la ciudadanía.
- Pérdida de credibilidad y desconfianza pública: Cuando el público percibe una desconexión entre las acciones del político y la imagen que este proyecta, surge la desconfianza. Los electores tienden a ver a los políticos como «actores» que interpretan un rol sin verdadera convicción, lo cual erosiona la credibilidad y mina el apoyo a la clase política en general. Esta situación se agrava cuando el personaje construido se revela como inconsistente o falso, lo que lleva a una crisis de confianza.
- Polarización y creación de personajes extremos: Para destacar y ganar apoyo, muchos políticos se ven tentados a construir personajes polarizantes que maximicen las emociones del público, incluso si esto implica exagerar ciertas características o adoptar posturas más extremas de las que en realidad sostienen. Este fenómeno, común en redes sociales y campañas mediáticas, intensifica la división social, ya que el «personaje político» se convierte en un símbolo que apela a los sentimientos más viscerales de su audiencia.
- Dificultad para la autocrítica y el cambio: Cuando un político se identifica demasiado con su personaje, pierde flexibilidad y apertura al cambio. Esto lo hace menos receptivo a la autocrítica o a modificar sus posturas, ya que cualquier cambio en su posición puede ser percibido como «falta de coherencia» por parte del electorado. La rigidez en el personaje dificulta la evolución personal y profesional, y conduce a una falta de innovación en políticas públicas, manteniendo a los políticos anclados en posturas o ideas desfasadas.
- Efecto en la salud mental de los políticos: La disonancia entre el «personaje público» y el «yo privado» es un factor de riesgo para problemas de salud mental, como el estrés crónico y la ansiedad. En casos extremos, algunos políticos pueden llegar a experimentar una disociación en su identidad o un «síndrome del impostor» constante, sintiendo que su posición o logros no son genuinos porque no reflejan a su verdadero yo.
Conclusión
La falacia de la persona y el personaje es un fenómeno psicológico que afecta tanto la percepción que tenemos de los demás como la que tenemos de nosotros mismos. En un mundo cada vez más impulsado por la imagen, es fundamental trabajar en el autoconocimiento y la autenticidad para evitar caer en esta trampa.
Mantener una separación saludable entre el ser y el rol permite a los individuos conectar de forma genuina con los demás y cultivar una autoestima basada en la aceptación propia. A medida que avancemos en el estudio de este fenómeno, será crucial entender cómo la tecnología y las redes sociales continúan moldeando y, en algunos casos, profundizando esta falacia, afectando la salud mental de millones de personas en todo el mundo.
En la clase política, la falacia de la persona y el personaje impacta de manera significativa tanto a nivel personal como en su relación con la ciudadanía. Para mejorar la confianza pública y promover un liderazgo genuino, es fundamental que los políticos desarrollen una mayor conexión con su autenticidad, mostrando vulnerabilidad y permitiendo una relación más honesta con el electorado. Esto podría contribuir no solo a una política más transparente, sino también a una sociedad menos polarizada y más receptiva a cambios positivos. Una vez más, gracias por leerme.
Albert Mesa Rey es de formación Diplomado en Enfermería y Diplomado Executive por C1b3rwall Academy en 2022 y en 2023. Soldado Enfermero de 1ª (rvh) del Grupo de Regulares de Ceuta Nº 54, Colaborador de la Red Nacional de Radio de Emergencia (REMER) y Clinical Research Associate (jubilado). Escritor y divulgador. |
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