En la era de mujer, ¿cuál es su papel en la fe? | Norma Barba

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En  plena era de la mujer, donde el autoconocimiento les está llevando a descubrir su poder personal como agentes de cambio en la sociedad, se revela un retroceso en su función familiar y social en la transmisión de la fe.

Desde hace unas décadas las mujeres han conquistado derechos y espacios  antes reservados solo para los hombres en el ámbito social, político, cultural, científico, filosófico, teológico, etc. que le ha permitido con su aportación modificar la realidad hacia un mundo complementario y colaborativo.

Sin embargo, mientras se disfruta de los logros obtenidos y se mantiene la lucha por disminuir la brecha machista, se ha dejado, en términos generales, de ser factor de cambio en la transmisión de la  fe, materia en la que las abuelas y madres eran maestras generacionales.

De acuerdo con la encuesta Creer en México 2014 del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC), la fe se transmite en éste país de manera mater-lineal (de madre a hijo). Es decir que son las mujeres (con más del  40%) antes que los sacerdotes y consagrados (con el 7%), quienes la transfieren.

Por su parte un estudio nacional realizado en México por los doctores Rodolfo Soriano y María Luisa Aspe en 2018 apunta que se ha roto la trasmisión de fe generacional, debido a que las mujeres dejan de practicar la fe y por la alta deserción de la ellas a la iglesia católica entre los 20 y 35 años de edad quienes mayoritariamente emigran a las iglesias pentecostales.

Las causas se deben principalmente  a tres razones: primero porque no encuentran  un espacio para hacer comunidad, segundo; porque no encontraron respuestas a cuestiones de la  vida diaria (violencia intrafamiliar, pobreza, etc.)  y tercero; por falta de reconocimiento. (Creer en México IMDOSOC 2014).

Tan solo en diez años, de 2010 a 2020 los católicos en México han disminuido en 4.5 % según el Instituto Nacional (INEGI), pasando de 82.2% a 77.7 % mientras que las Iglesias evangélicas y protestantes han crecido en este mismo periodo de 7.5% a 11.2%.

Ciertamente hablar de Iglesia no es solo hablar de jerarquía, sino de fieles, pues iglesia son todos, por tanto aquí hay un hueco de responsabilidad social que está llevando al desaliento en la transmisión de la fe a nuevas generaciones.

Aunado, claro está, a la falta de tiempo por la dinámica laboral y a la creencia que la fe no es constitutiva de su responsabilidad social, cada vez se ve menos una fe viva, donde el aborto, la eutanasia, el robo, la violencia, la hipersexualidad, la pornografía, la infidelidad, el secuestro, etc. no tienen ningún vínculo con la fe.

Se puede entender ahora como es que una sociedad sin fe, no es solo una sociedad sin Iglesia, sino una sociedad deshumanizada, pues las buenas obras no tienen valor trascendente.

El gran papel de la mujer, va más allá de la donación, el servicio y la catequesis, tiene que ver con la ¨HUMANIZACION de la sociedad¨ en todos los ámbitos. Se trata como lo decía el filósofo austriaco Martín Buber, de ver al otro como un yo, donde la ¨la fe es una relación viva con lo creído, una relación viva que abraza la vida entera o, de lo contrario, es irreal¨.

Por eso es importante la participación de la mujer en todos los ámbitos aportando claro esta su visión y manera de aborda la vida, pero sin lugar a duda debe ser complementaria y congruente con su fe.

En medio de este cambio de época marcado por el egocentrismo las mujeres tienen el poder de transformar la realidad antes que la realidad transforme a la sociedad y  la realidad hoy es que se está abandonando la fe y que hay un hueco en la iglesia que debe llenarse con oportunidad y amor para las mujeres y sus familias.

¨No se trata de que las mujeres tengan más poder que los hombres, sino que tengan poder sobre ellas mismas¨ decía la dramaturga Mary Shelley y puedan influir como agentes de cambio en la fe y en la sociedad.

En este camino no se vale permanecer inerte, indiferente o ajeno,  decía  Margaret Thatcher, quien fuera primera ministra de Inglaterra pues ¨estar parado en el medio del camino es muy peligroso, eres golpeado por el tráfico de ambos lados¨ colocándote como velero que se lleva la corriente y no como protagonista de la dirección.

Norma Barba de Muñoz | Abogada. Experta en Política Familiar

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