De las 81 detenciones por yihadismo del 2024, solo 33 ingresaron en prisión, siendo la mayoría marroquíes y españoles de Ceuta y Melilla
El yihadismo sigue siendo una de las principales amenazas para la seguridad de España. Sin embargo, lo más alarmante no es solo el aumento de detenciones por terrorismo islamista, sino la radicalización que ocurre dentro de las propias prisiones. ¿El resultado? Un sistema penitenciario que, lejos de rehabilitar, se convierte en una incubadora de extremistas.
Radicalización en prisión: Un fracaso del sistema penitenciario
Según los datos presentados en un informe de la fundación Athenea, desde 2008 aproximadamente la mitad de los atentados en España han sido perpetrados por individuos que se radicalizaron en prisión. En el acto de presentación del informe, celebrado en la sede de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP), y que ha recogido El Cierre Digital, expertos del sector confirmaron lo que muchos temían: el sistema actual está fallando.
Salvador Berdún, director del centro de estudios de ACAIP, explicó que «la mayoría de los internos relacionados con el yihadismo entran en el primer grado y salen más radicalizados. Al estar tan apartados, consideran que son racializados y su radicalización aumenta«.
Por su parte, el presidente de ACAIP, José Ramón López, fue tajante al afirmar que «la desradicalización no existe. Es imposible sacar de ahí a un radical religioso. La clave no está en desradicalizar, sino en evitar que ejerzan la violencia».
Detención preventiva: un parche insuficiente
En lo que va de 2024, se han producido 81 detenciones por yihadismo, una cifra superior a las 78 de 2023. Sin embargo, solo 33 de los detenidos han ingresado en prisión preventiva, es decir, apenas el 40%. Esto pone de manifiesto la ineficacia del sistema judicial frente a la amenaza islamista. Como señala el informe, «debido a que muchas detenciones son preventivas, muchas causas acaban quedando en nada y los detenidos salen de prisión».
Mientras el Gobierno presume de sus políticas de seguridad, la realidad es que más de la mitad de los detenidos nunca llega a pisar la cárcel, lo que pone en serio peligro a la ciudadanía.
Ceuta y Melilla: focos de radicalización
Otro dato preocupante es el perfil de los detenidos. De los 33 que ingresaron en prisión, la mayoría eran marroquíes (39,13%) y españoles (34,78%). Además, un porcentaje significativo de los españoles procedía de Ceuta y Melilla, lo que confirma que la radicalización en estas ciudades autónomas es un problema cada vez más grave.
Salvador Berdún confirmó esta tendencia al afirmar que «la mayoría de españoles son ceutíes. En Ceuta y Melilla la radicalización se realiza de manera offline y antes de entrar en prisión. Todos se conocen entre ellos».
Un enemigo que se organiza desde dentro
En las prisiones no solo se radicalizan individuos de manera aislada, sino que también se crean redes organizadas. Los expertos advierten que «la mayoría de estas redes se fraguan fuera de las prisiones y dentro se interconectan».
Un caso emblemático es el de Mohamed Achraf, considerado uno de los principales líderes ideológicos dentro de las prisiones españolas. Su figura es la prueba de que la radicalización en prisión no solo es una posibilidad, sino una realidad consolidada.
¿Un problema sin solución?
Las cifras y los testimonios de los expertos evidencian que el sistema actual no está funcionando. Los programas de desradicalización son un rotundo fracaso, y la estrategia del Gobierno de minimizar el problema solo agrava la situación. Francisco Macero, representante de ACAIP en la Radicalisation Awareness Network (RAN), señaló que «la tendencia no es hablar de desradicalización sino de desvinculación. Es un problema muy complejo al que es muy complicado encontrar una solución satisfactoria».
El Ejecutivo de Pedro Sánchez sigue apostando por una política de puertas abiertas y buenismo, mientras que el yihadismo se infiltra en nuestras ciudades y nuestras prisiones. La pregunta que debemos hacernos es: ¿cuánto tiempo pasará antes de que esta negligencia provoque un nuevo atentado?
Lo cierto es que, con un sistema penitenciario que no funciona y una justicia que libera a la mayoría de los detenidos, España se enfrenta a un enemigo que crece desde dentro y que, hasta el momento, nadie parece estar dispuesto a frenar.
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