El patriotismo de nuestros vecinos de Francia | José Crespo

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Patriotismo, Valores, de eso va la carta que un grupo de generales franceses han dirigido al presidente Macron. Los Valores no son algo vacío sino que dan consistencia a nuestra vida pues iluminan nuestro camino orientado a la verdad, la honradez y el espíritu de servicio a la sociedad a la que se sirve.

Los Valores nacen de uno en concreto, el más importante, ajeno al odio, al rencor y la revancha, me refiero al Amor, pues se trata de un valor que puede ser compartido por personas que piensen igual, parecido, diferente o radicalmente opuesto siempre y cuando todos compartan ese Amor, entrega y espíritu de servicio hacia la Patria, algo muy difícil cuando el sistema permite el acceso al gobierno a quienes pretenden demoler y repartirse las migajas de la Patria de todos, con la voladura de la Carta Magna a la que algunos consideran «un candado» y a la vez se arrogan la propiedad de la democracia siendo los herederos ideológicos de la peor dictadura criminal conocida que es la que a lo largo del siglo XX germinó el gobiernos comunistas que se apellidan de forma hipócrita como repúblicas «democráticas» o socialistas».

Pero paso a la carta cursada por iniciativa de Jean-Pierre Fabre-Bernadac, oficial de carrera y responsable del sitio web «Place Armes«, y una veintena de generales, un centenar de oficiales superiores y más de un millar de otros militares que han firmado un llamamiento para que la clase política vuelva al honor y al deber.

Con su permiso, «Valeurs actuelles» publicó el pasado 22 de abril la carta, llena de convicción y compromiso, de estos hombres apegados a su país y la página web rebelionenlagrnaja.com la ofrece en España a sus electores.

Es curioso que ningún otro medio de comunicación español se ha hecho eco de tan importante información.  La carta dice así:

«Por el retorno del honor de nuestros gobernantes.

Presidente,Señoras y señores del Gobierno, Señoras y señores del Parlamento,

Es una hora grave, Francia está en peligro, varios peligros mortales la amenazan. Nosotros, que, incluso después de la jubilación, seguimos siendo soldados de Francia, no podemos, en las circunstancias actuales, permanecer indiferentes a la suerte de nuestro hermoso país.

Nuestras banderas tricolores no son sólo un trozo de tela, sino que simbolizan la tradición, a través de los tiempos de aquellos que, sea cual sea su color de piel o su credo, han servido a Francia y han dado su vida por ella. En estas banderas, encontramos las palabras «Honneur et Patrie» en letras doradas. Ahora, nuestro honor consiste en denunciar la desintegración que afecta a nuestro país.

  • Una decadencia que, a través de un cierto antirracismo, sólo tiene un objetivo: crear en nuestro suelo un malestar, incluso un odio entre comunidades. Hoy en día, algunos hablan de racialismo, indigenismo y teorías decoloniales, pero a través de estos términos es la guerra racial lo que quieren estos odiosos y fanáticos partidarios. Desprecian nuestro país, sus tradiciones, su cultura, y quieren verlo disolverse arrancando su pasado y su historia. Así atacan, por medio de estatuas, antiguas glorias militares y civiles analizando palabras centenarias.
  • Se trata de una desintegración que, con el islamismo y las hordas suburbanas, está llevando al desprendimiento de muchas partes de la nación y transformándolas en territorios sometidos a dogmas contrarios a nuestra constitución. Sin embargo, todo francés, sea cual sea su creencia o su no creencia, está en su casa en cualquier lugar de Francia; no puede ni debe haber ninguna ciudad o barrio donde no se apliquen las leyes de la República.
  • Retraso, porque el odio se antepone a la fraternidad durante las manifestaciones en las que el poder utiliza a las fuerzas del orden como agentes apoderados y chivos expiatorios frente a los franceses con chalecos amarillos que expresan su desesperación. Esto mientras individuos infiltrados y encapuchados saquean negocios y amenazan a estas mismas fuerzas del orden. Sin embargo, estos últimos no hacen más que aplicar las directrices, a veces contradictorias, dadas por ustedes, los gobernantes.

Los peligros aumentan, la violencia crece día a día. ¿Quién habría predicho hace diez años que un profesor sería decapitado un día a la puerta de su escuela? Ahora bien, nosotros, los servidores de la Nación, que siempre hemos estado dispuestos a poner nuestra piel a prueba -como exigía nuestra condición de militares- no podemos ser espectadores pasivos de tales acciones.

Por ello, quienes dirigen nuestro país deben encontrar imperativamente el valor necesario para erradicar estos peligros. Para ello, a menudo basta con aplicar sin debilidades las leyes que ya existen. No olvide que, como nosotros, una gran mayoría de nuestros conciudadanos están hartos de sus vacilaciones y silencios culpables.

Como dijo el cardenal Mercier, primado de Bélgica: «Cuando la prudencia está en todas partes, el valor no está en ninguna». «Así que, señoras y señores, basta de dilaciones, la hora es seria, el trabajo es colosal; no pierdan el tiempo y sepan que estamos dispuestos a apoyar las políticas que tengan en cuenta la salvaguarda de la nación.

Por otro lado, si no se hace nada, la laxitud seguirá extendiéndose inexorablemente en la sociedad, provocando en última instancia una explosión y la intervención de nuestros compañeros activos en una peligrosa misión de protección de nuestros valores civilizatorios y de salvaguarda de nuestros compatriotas en el territorio nacional.

Lo vemos, ya no es tiempo de procrastinar, de lo contrario, mañana la guerra civil pondrá fin a este caos creciente, y los muertos, de los que ustedes serán responsables, se contarán por miles».

España vive momentos muy difíciles mientras que la mentira, la corrupción y el odio a España, previo pago de un sueldo se ha convertido en la nueva normalidad.

(José Crespo. La Paseata)

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