¿El matrimonio en peligro de extinción?  |  Mariano M-Aedo

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En nuestro mundo occidental, muchas cosas han cambiado en las últimas décadas.  Algunas muy llamativas, otras menos, pero a veces los cambios más importantes no se notan tanto, o se asumen simplemente por el entorno mediático que nos vende su 2normalidad” e incluso acalla acerbamente cualquier crítica (y además en nombre de la “libertad”).

El cambio con mayor calado en nuestra sociedad, es el referido al hombre y a la familia.  Se puede decir que el hombre ES familia, pues nace y se desarrolla en una familia, y en el transcurso natural de su vida tiende a formar su propia familia, como cima vital donde transmitir su vida y su forma de concebir la existencia y el mundo, donde amar y realizarse como persona.  Pues bien, esto que era la base antropológica de la inmensa mayoría de la población y de la sociedad, se ha ido carcomiendo y desmoronando, fruto de un cambio no natural, sino promocionado y empujado por unas ideologías dominantes, que consideran la familia como un obstáculo a sus proyectos y mundo ideal.

De forma que hoy vemos cómo, en nuestra sociedad circundante, el matrimonio es, para la mayoría, no ese estado natural del hombre sino a lo sumo un ideal, y en muchos y va calando la idea de que es una “estructura heteropatriarcal, etc.” a evitar.   Como ideal se considera algo deseable pero que es muy difícil de alcanzar, por lo que cada vez más se pospone y al que el entorno dificulta cada vez más.

Esta distorsión vital está privando cada vez a más gente del matrimonio como proyecto de vida al mismo tiempo ilusionante y lleno de dificultades, un reto repleto de alegrías y problemas, donde desarrollar una vida interesante y digna de ser vivida.  Asistimos a la promoción de los solteros eternos, sin compromisos estables aunque con relaciones múltiples.  Igualmente a las edades donde antes se casaba la gente ahora aparecen muchas parejas de hecho, con un mínimo proyecto ya que, por su propia naturaleza, son intentos fáciles de deshacer si no “funcionan”.  Muchos matrimonios que no llegan o si llegan se producen a edades muy altas, donde muchas veces son sólo una formalización burocrática de una convivencia anterior.  En definitiva, un cambio sustancial de nuestra sociedad y de nuestra forma de vida.

Por ejemplo 4 de cada 5 los hombres entre 25 y 29 años siguen solteros sin convivencia, igualmente lo están 2 de cada 3 mujeres en esa franja.  El porcentaje de parejas de hecho es el doble que de casados, y un poco menor en las mujeres.

Pero además de esta disminución/retraso en cuanto a los matrimonios, de que muchos se vean precedidos de una convivencia de hecho, una gran parte de estos matrimonios se rompen en el plazo de unos años, de forma que ese “proyecto de futuro” demuestra su fragilidad.  Así, la edad media al matrimonio es de 37,3 años, y la edad media al divorcio (3 por cada 5 nuevos matrimonios)es de 46,9 años, poco menos de 10 años de diferencia.

En resumen,  el matrimonio no está en peligro real de extinción, como provocativamente titulaba el artículo, pero sí existe un riesgo gravísimo, que ya es real para muchos, de que una buena parte de nuestra sociedad se vea privada del matrimonio como institución fundamental de convivencia, como proyecto de vida y como forma natural de desarrollo vital.  No se trata de coartar la libertad o de “obligar a casarse” a la gente, ni de otras caricaturas que ciertos medios y grupos puedan alegar, se trata de que a muchos se les “roba” la posibilidad de contraer matrimonio porque se les ha transmitido una imagen deformada (cuando no aberrante) del matrimonio, porque en el ambiente social, especialmente en los medios de comunicación se bombardea directa o indirectamente (sólo hace falta ver casi cualquier serie) para ver qué modelos se trasmiten y qué modelos se atacan.

Entre falsas imágenes negativas del matrimonio (institución “antigua”, estructura opresora, mero formalismo burocrático, etc.) y falsas imágenes rosas (película dulzona de Hollywood, cuento de hadas, mariposas en el estómago)  muchos se alejan del matrimonio como horizonte vital, o entran mal en él, estrellándose cuando no cumple sus falsas expectativas.

Para luchar contra esto, dado que los medios de comunicación y los grupos de poder no van a variar su política pro-género y antifamiliar, es necesario la transmisión familiar y social de una imagen real del matrimonio como proyecto vital, lleno de energías creadoras, donde la sexualidad tiene su total realización según los más íntimos anhelos del corazón humano, como expresión plena del amor total que sólo se realiza en la entrega plena, total y definitiva, no en mera búsqueda individualista del placer, ni en un toma y daca condicionado a los gustos propios.  En una unión amante de sus hijos que consideran la mayor realización vital, lejos del yo primero.  Donde se transmiten los auténticos valores.

También es necesario la luchas social por un entorno favorable a la familia, donde el mercado laboral y la vivienda  prioricen más los aspectos que permitan la vida familiar (conciliación real y no teórica), donde los derechos de las familias, de los padres y los niños se respeten, es decir lo contrario de lo que tenemos, el rumbo contrario a lo que este gobierno especialmente está implantando (ley Celaá, ley Trans, imposición ideología de género, etc.).

 

Mariano Martínez-Aedo |

Vicepresidente IPF

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