El engaño del Gobierno: récord de empleados públicos enmascara el fracaso del mercado laboral

Un Estado sobredimensionado con muchas personas viviendo de lo público y un sector privado maltratado y asfixiado mediante impuestos y regulaciones sin fin.

España vive una situación laboral insostenible y artificialmente sostenida por el empleo público. A espaldas de la economía real, el número de empleados públicos ya supera en 441.000 a los trabajadores autónomos, un hecho sin precedentes en nuestra historia reciente. Mientras la productividad se estanca y el emprendimiento muere lentamente, el Ejecutivo infla el aparato del Estado con contrataciones masivas para maquillar las cifras del paro.

Auge del empleo público: más gasto, más control

Según la última Encuesta de Población Activa (EPA), y que recoge The Objective, a finales de 2024, el empleo público alcanzó los 3.591.200 trabajadores, incluyendo funcionarios de carrera, interinos y personal laboral. En 2018, esa cifra era de 3.117.800, lo que supone un incremento de casi medio millón de personas bajo el paraguas del Estado en apenas seis años.

Este crecimiento no responde a una mejora en los servicios públicos ni a una planificación eficiente, sino a una estrategia política para hacer dependiente al votante, crear clientelismo y ocultar la precariedad real del mercado.

El autónomo: abandonado y asfixiado

En paralelo, los autónomos apenas han crecido: de 3.079.300 a 3.150.200. Es decir, 70.000 más en seis años, y la mayoría de ellos no empleadores, lo que refleja la fragilidad del tejido empresarial. Mientras se destruyen pequeñas empresas y se pone trabas fiscales y burocráticas al autónomo, el Estado se hincha a base de contratos temporales, interinos y enchufados políticos.

El último trimestre de 2024 cerró con 3,15 millones de autónomos, frente a los 3,59 millones de empleados públicos, consolidando una tendencia alarmante: España prefiere funcionarios antes que emprendedores.

Los datos lo confirman: récord tras récord

El Ministerio para la Transformación Digital y de la Función Pública, dirigido por Óscar López, a través del Boletín Estadístico del Personal al Servicio de las Administraciones Públicas (BEPSAP), confirmó que en julio de 2024 se alcanzaron nuevamente los tres millones de empleados públicos, según su metodología. Se trata de la segunda vez en la historia que se supera esa barrera, y la tendencia sigue al alza.

El informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) no deja lugar a dudas: el primer semestre de 2024 cerró con 3.043.024 empleados públicos, la cifra más alta desde que existen registros (1990). Solo en los últimos seis meses, se incorporaron 57.000 nuevos funcionarios, especialmente en administraciones locales, tirando de trabajadores temporales para engrosar las estadísticas.

El Estado no genera riqueza, solo gasto

Este aumento desenfrenado del empleo público implica una mayor presión fiscal sobre quienes sí producen: autónomos, pequeñas y medianas empresas. Mientras el Gobierno presume de bajar el paro, lo que oculta es un mercado laboral deteriorado, sostenido por falsos fijos discontinuos, contratos públicos inflados y estadísticas maquilladas.

Cada nuevo funcionario implica más gasto en sueldos, pensiones futuras y estructuras burocráticas. Pero no genera riqueza, solo consumo político y endeudamiento nacional.

Madrid y Andalucía: excepciones que confirman la regla

El único rayo de esperanza vino del trabajo autónomo en Madrid y Andalucía, que representaron más de la mitad del crecimiento de nuevos autónomos en 2024. Comunidades donde aún se respira libertad económica y donde se apuesta por la iniciativa privada frente al modelo estatista de otras regiones.

España necesita menos Estado y más libertad

Lo que el Gobierno presenta como éxito es, en realidad, una alerta roja: más empleados públicos que autónomos significa más gasto improductivo, más dependencia del Estado y menos dinamismo económico. Si no se revierte esta tendencia, España camina hacia un modelo de socialismo encubierto, donde el Estado es amo y señor de la economía.

Es hora de recuperar la libertad económica, de volver a confiar en quien arriesga, emprende y trabaja sin red. Porque sin autónomos, no hay futuro.