El Congreso defiende la educación afectivo-sexual en las aulas

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El Pleno del Congreso ha rechazado este jueves apoyar las enmiendas a la totalidad a la ley Celaá presentadas por el PP, Vox y Ciudadanos en las que pedían la devolución de la reforma educativa por «ideológica», «anticuada» y «contraria a la libertad de las familias». Todos los partidos menos UPN se han mostrado contrarios a estas tres enmiendas ante la necesidad de derogar «cuanto antes» la Lomce, si bien han dejado claro que tampoco apoyan incondicionalmente la Lomloe y que se lo pondrán difícil al PSOE durante la tramitación parlamentaria.

El Proyecto de Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Educación (Lomloe) se ha debatido por primera vez en el Congreso dejando en evidencia las principales dicotomías de la escuela: la excelencia frente a la comprensividad, lo público frente a lo concertado, el castellano frente a las lenguas oficiales, el papel de los padres como responsables últimos de la educación de los hijos y el «los hijos no pertenecen a los padres» de Celaá.

Los diputados apenas han hablado de los problemas reales que se han producido en las aulas estos meses durante el coronavirus, a los que la Lomloe no da respuesta porque se registró en el Congreso en vísperas de la pandemia. Tampoco se han centrado en debatir cómo reducir las elevadas cifras de abandono escolar o cómo mejorar la posición de España en los indicadores internacionales. A cambio, se ha visto que la posibilidad de alcanzar consenso en algunas cuestiones básicas -como pedía Ciudadanos- está más lejos que nunca. El tono del debate ha dejado claro que los dos modelos de escuela son antagónicos y están condenados a no entenderse. Y que cada uno tira de su extremo de la cuerda forzando las posturas.

La discusión, de hecho, ha estado monopolizada por la educación afectivo-sexual, un asunto muy simbólico que rentabiliza Vox y alienta la izquierda y que abre la puerta a una reflexión sobre si la escuela debe limitarse a la instrucción formal o abrirse también a otro tipo de enseñanzas, y el papel que juegan los padres a la hora de decidir si quieren o no que sus hijos reciban esos contenidos.

La polémica que se vivió en Murcia el pasado septiembre con el pin parental ante las charlas de género ha saltado por primera vez a la arena del Congreso. Georgina Trías, diputada de la formación de Abascal, ha acusado a la ministra de «imponer desde temprana edad una educación con perspectiva de género de forma curricular, como corresponde a un sistema totalitario». Ha puesto como ejemplo las «guías obscenas» con «juegos eróticos infantiles» del programa navarro Skolae y ha advertido: «No vamos a consentir una educación sexual de esta catadura y, más aún, sin consentimiento expreso de los padres. No vamos a consentir el adoctrinamiento sectario de la ideología de género. Dejen a los niños ser niños».

Bildu, ERC, el PNV y Unidas Podemos se han apresurado a defender el programa Skolae y han apostado por una escuela que «respete todas las identidades de género». También Mari Luz Martínez Siejo, portavoz de Educación del PSOE, ha planteado: «¿Qué problema hay con la educación afectivo-sexual o con la educación ambiental? Asuman que la educación tiene que ser moderna». Joan Mena, de Unidas Podemos, ha señalado que una de sus líneas rojas en la educación «en derechos LGTB o libertades afectivo-sexuales», pinchando a los socialistas por un argumentario en contra las teorías queer que ha levantado ampollas en los colectivos transexuales.PUBLICIDAD

PP y Ciudadanos coinciden con Vox en que la ley tiene «sesgos ideológicos», pero se centran más en la defensa de la libertad de los padres a elegir el colegio de sus hijos; es decir, apuestan por el modelo concertado, en donde estudia el 25% de los alumnos. Sandra Moneo, responsable educativa del Grupo Popular, ha acusado al Gobierno de «hacer saltar por los aires el pacto constitucional en materia educativa» por ir contra la concertada después de que Celaá se comprometiera sólo a «la financiación pública de la educación».

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