Daesh ordena atentar en España como en París y Viena

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«Cuando los musulmanes de Al Andalus (España) tenían sus corazones en manos de Alá, conservaban su honor y su poder; y el enemigo les tenía en cuenta».. La frase corresponde a una de las cuentas en redes sociales que Lachcen El Harch, detenido por la Guardia Civil el pasado mes de octubre en Altea (Alicante) por sus actividades en favor de Daesh y que un juez de la Audiencia Nacional envió a prisión.

Este individuo y algunas de las personas que trataba de captar para que militaran en la banda yihadista consultaban páginas de internet sobre compra de armas (en el mercado negro) y señalan a nuestro país como objetivo militar por su cooperación con la Coalición Internacional, las mismas razones que esgrimía en sus mensajes el autor de la matanza de Viena hace unos pocos días.

Mantenía contactos con mujeres que se encuentras presos en el campo de prisioneros de Al Hol, en Siria, de las que recibía instrucciones; y con una serie de perfiles situados en diversos países, como “Sarah al Kathani”, en Arabia Saudita, que le facilitó la fórmula de juramento de lealtad al nuevo “califa”, Ibrahim Hashimi»; “la Viuda de un Mártir. El Supremo paraíso”, radicada en Marruecos; “Sanafi Annaser” o Yahya Anssari». Además de en los países citados, sus ciompinches han sido ubicados en Siria, Irak y Turquía.

Es el ejemplo más reciente que demuestra que España es un objetivo permanente de los yihadistas y que sólo la acción de las Fuerzas de Seguridad ha evitado atentados que podrían haber provocado numerosas víctimas.

El Estado Islámico (Isis, Daesh) se encuentra aún en una fase de recomposición de sus capacidades operativas después de la derrota territorial que sufrió en Siria a manos de la Coalición Internacional y la muerte, en una operación militar USA, de su primer «califa» Baghdadi.

Se va fijando objetivos, desde la consolidación de sus “wilayas” (franquicias) en distintas partes del mundo, donde comete atentados cada vez con más frecuencia, hasta acciones espectaculares para aumentar su “prestigio” entre los yihadistas, como han sido los asaltos a las prisiones, el pasado 20 de octubre, de Kangbai, en el Congo, donde liberó as 900 prisioneros; y el ataque a la cárcel de Nangahar , en Afganistán, a principios de agosto, de donde rescató a unos 300 militantes de ISIS. Se cumple el mandato de «derribar los muros», lo que da un prestigio a la organización terrorista entre los suyos.

Poco a poco, bajo el mando del nuevo cabecilla, el desconocido Ibrahim Hashimi, va cimentando una estrategia en la que los ataques a occidente constituyen un eslabón de la mayor importancia para los terroristas.

En las últimas semanas, se han producido acciones criminales en Austria y en Francia; en este último país se celebra el juicio por los atentados contra Charlie Hebdo; y esta misma semana ha comenzado en Madrid la vista por la masacre cometida por Daesh en Cataluña en 2017. Un factor a tener en cuenta.

Aún resuenan las amenazas lanzadas por la banda yihadista a través de sus redes sociales como consecuencia de la muerte de la mayoría de los integrantes de la célula que perpetró dicha matanza: «cruzados, pagaréis el precio por lo de Barcelona. Vosotros alimentáis el radicalismo, pero no dais cuenta de ello. Sois como aquel que quiere apagar un fuego lanzando llamas contra ese fuego, pues estáis poniendo a todos los musulmanes en un mismo bando y alimentando el odio. Muchas de vuestras detenciones fueron en contra de musulmanes inocentes y que no formaban ninguna amenaza. Vuestra represión contra nuestros hermanos ha tenido un precio caro. Las células están preparadas. Los objetivos designados. Estar preparados, os atacaremos cuando menos os lo esperéis. Por si no los sabíais los leones de Barcelona se vengaron por vuestra campaña de detenciones, y aún nos vengaremos más. Os anunciamos, oh cruzados, nuevas operaciones, vais a comprender vuestro error muy pronto».

Daesh ha demostrado que esta amenaza no iba de farol y las Fuerzas de Seguridad, en varias operaciones realizadas, algunas este mismo año, han evitado que se consumara la venganza anunciada, con atentados contra objetivos concretos como el Camp Nou, la Sagrada Familia o una comisaría de Policía.

En otras acciones policiales, se han evitado ataques contra objetivos, incluso personalizados, en Madrid o la Semana Santa sevillana.

La amenaza está ahí y, como opinan los expertos que ha consultado este periódico, España, dentro de la estrategia general antes citada que se ha marcado Isis contra occidente, podría sufrir nuevos intentos de atentado.

Nuestro país, además de formar parte de la Coalición Internacional que derrotó a la banda yihadista, es un territorio que los musulmanes consideran como propio, “Al Andalus”, que deben recuperar ya que fueron los “cruzados” los que se lo arrebataron, cuando, si se repasa la historia, fue justamente al revés.

Da lo mismo, ya que para los terroristas lo importante es movilizar a sus militantes contra objetivos que, entre otras razones, tengan una pretendida justificación histórica.

Los citados expertos no quieren revelar, por razones operativas, el número de personas sospechosas de yihadismo que están en el radar de los agentes. En Francia son 800; en Alemania, unos 650, reino Unido, unos 3.000…La cifra en nuestro país debe ser algo menor, lo que no implica que no existan potenciales actores, “lobos”, solitarios que puedan atentar en cualquier momento y que no están controlados.

Volviendo al yihadista detenido por la Guardia Civil en Altea y para que se interiorice el peligro de estos individuos que residen en nuestro país, se deben tener en cuenta las actividades que los investigadores acreditaron a través de sus pesquisas: tratar de hacer llegar un mensaje radical y ultraortodoxo del Islam; enaltecer la figura de los moujahidines (combatientes) y del “califato”; llamamientos para combatir y luchar contra los infieles y los cruzados; elogio de los “mártires” como el ejemplo a seguir para la consecución del paraíso; fomentar el Islam más radical y denunciar a los moderados; ensalzar y fomentar los atentados, no sólo en zonas de conflicto, sino sobre todo en occidente, a cuyos países critica con gran dureza.

El Harch, nacido en Marruecos en enero de 1970, se dedicaba, desde 2016, a la redacción y difusión de producciones propias con el fin de enaltecer a Daesh y captar a nuevos combatientes.

Este individuo, que se consideraba a sí mismo como un «cibersoldado» de la «yihad mediática» y que se había apresurado a jurar fidelidad al nuevo «califa», no hacía otra cosa que seguir al pie de la letra las órdenes del «cibercalifato», consistentes en el envío desde fuentes originarias de la banda a los encargados de su distribución, «contenedores» de información con material documental y audiovisual terrorista para que, a su vez, fueran difundidos de forma masiva y, a ser posible, de forma «sucesiva e infinita». Para ello, contactaba con militantes y cooperadores de Daesh en distintas partes del mundo. Una de las ideas-fuerza que estaban presentes en los mensajes que se intercambiaban y que afectan a España, es el del peligro de cristianización de los musulmanes, por lo que convertían a esta religión como un objetivo preferentes de los atentados.

(J.M. Zuloaga. Diario La Razón)

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