Cristo ya nació | Jacinto Seara

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«Y dio a luz a su Hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento”, Lc 2,7. Quiso nacer en la pobreza, como sucede en la mayor parte del mundo. Lo hizo para decirnos desde el primer momento que quien traía el mensaje no lo harían con riqueza, ni oropeles, lo hicieron los apóstoles y los que los siguieron expandiendo el mensaje de la Buena Nueva sin pedir nada a cambio y entregando su vida por Él.

El 25 celebraremos el nacimiento del Niño que ha sido el consuelo para millones de personas en el mundo, y este año para las personas que han perdido algún ser querido. Ha estado presente y en los corazones de esos millones que no han podido velar ni enterrar normalmente al ser que se ha ido. El no lo ha querido, han sido otros los que lo han ocultado convirtiendo a los muertos en simples números. Hemos podido ver los muertos en accidentes, en terremotos, pero los muertos en el tiempo covid-19 han sido una excepción en la historia de la humanidad. Acordémonos ese día 25 de que Cristo nació, y renace todos los días en los corazones de millones de personas que lo quieren. Es una verdad que por mucho que quieran, oculten estas fechas o las quieran cambiar, no van a modificar lo que sucedió de Belén, al sur de Jerusalén. Sus palabras permanecen, cerraron sus templos en muchas ocasiones en países enteros, las ideologías pasaron, los templos se abrieron y su mensaje tanto con las puertas cerradas como abiertas continuó.

Nunca escondí mi catolicismo, y sé que la Iglesia a la que orgullosamente pertenezco sigue el mensaje de amor, paz, igualdad, libertad, esperanza, fraternidad que trajo el Niño cuyo nacimiento celebramos, es lo mejor que la civilización humana tiene, aunque millones de seguidores actuasen y actúan con malicia, simonía, pederastia, barraganas, guerras, crueldad… que han hecho que muchos odien a la Iglesia y no escuchan o lean el mensaje de Jesús. Un odio cada día más extendido, y que ha llevado a confundir lo que es la Iglesia. Los seguidores somos pecadores, no somos perfectos y nos equivocamos, pedimos perdón primero al Niño cuyo nacimiento celebramos (desde siempre ha perdonado a toda la humanidad), y también a las personas que con nuestra mala actuación los hemos alejado de su mensaje.

Jacinto Seara | escritor

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