Covid-19: 38.000 científicos y médicos rechazan los confinamientos y restricciones generalizadas

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En las últimas semanas, Libre Mercado ha entrevistado a dos eminencias en el campo de la epidemiología y la salud pública: Jayanta Bhattacharya y Martin Kulldorff. Ambos expertos abogan por un nuevo enfoque frente a la covid-19, alejado de los confinamientos y restricciones que se han aplicado en numerosos países, como es el caso de España.

De la mano de la prestigiosa epidemióloga de la Universidad de Oxford, Sunetra Gupta, Bhattacharya y Kulldorff han firmado un manifiesto conjunto en el que exponen su visión alternativa. Se trata de la Declaración de Great Barrington, un texto que debe su nombre a la localidad de Massachusetts en la que se reunieron los tres expertos para cerrar el texto definitivo.

«Como epidemiólogos de enfermedades infecciosas y científicos especializados en el campo de la salud pública, nos preocupa el impacto en la salud física y mental de las políticas de confinamiento que predominan a la hora de enfrentar la covid-19″. En consecuencia, los tres epidemiólogos apuestan «por un planteamiento distinto, que denominamos protección focalizada«.

Políticamente, los tres autores reconocen venir «tanto de la izquierda como de la derecha. Geográficamente, procedemos de países muy alejados. Sin embargo, todos dedicamos nuestra vida y nuestra profesión a proteger a los demás. Creemos que las políticas de confinamiento aplicadas en la actualidad están produciendo efectos devastadores sobre la salud publica a corto y a largo plazo«.

Entre las consecuencias adversas, la declaración identifica «tasas de vacunación más bajas, empeoramiento de enfermedades cardiovasculares, reducción de las detecciones de cáncer, deterioro de la salud mental… Todo nos está conduciendo a un mayor exceso de mortalidad en los próximos años, siendo la clase trabajadora y los miembros más jóvenes de la sociedad quienes soportan el peso más grande de mantener estas medidas. Por no hablar de los niños. Dejarlos fuera de las escuelas es una grave injusticia».

«Afortunadamente, nuestro conocimiento sobre el virus está creciendo. Sabemos que la letalidad de la covid-19 es más de mil veces mayor en los ancianos que en los jóvenes. Para los niños, este nuevo coronavirus es menos perjudicial que otras enfermedades, como por ejemplo la gripe. A medida que se desarrolla inmunidad, el riesgo de infectarse desciende. Sabemos que todas las poblaciones eventualmente alcanzarán la inmunidad de rebaño, es decir, el punto en el que la tasa de infecciones nuevas se mantiene estable», señalan.

A la espera de una vacuna, Bhattacharya, Kulldorff y Gupta apuntan que «la manera más humana de abordar la situación, midiendo los riesgos y los beneficios de alcanzar la inmunidad de rebaño, es enarbolar una estrategia que permite que aquellos que enfrentan un riesgo mínimo de fallecimiento puedan vivir sus vidas con normalidad. Así se podrá cultivar la inmunidad ante el virus a través de la infección natural. En paralelo, debemos proteger mejor a aquellos que se encuentran en mayor riesgo. A eso es a lo que llamamos protección focalizada«.

«Adaptar las medidas para proteger a los vulnerables debería ser el objetivo central de las acciones de salud pública dirigidas a controlar la pandemia. Por ejemplo, las residencias de ancianos deben emplear personal con inmunidad adquirida o realizar test PCR de forma frecuente al personal y las visitas. Las personas jubiladas que viven en casa deben contar con un servicio de ayuda que les permita recibir bienes a domicilio y reducir sus salidas. Las reuniones familiares con personas que estén en un grupo de riesgo deben hacerse con cuidado. En suma, los profesionales de la salud pública deben establecer una lista exhaustiva y detallada de recomendaciones que aborden este tipo de situaciones delicadas», explican.

«Aquellos que no son vulnerables, deben reanudar su vida con normalidad. Hay medidas sencillas de higiene, como lavarse las manos o quedarse en casa cuando estamos enfermos, que deben mantenerse. Pero las escuelas y universidades deben reabrir. Los jóvenes y adultos de bajo riesgo deben trabajar con normalidad y, si es posible, en la oficina y no desde casa. Los restaurantes y otros negocios deben volver a operar. Las artes, la música deportes y otras actividades culturales tienen que reactivarse. Y aquella gente que se encuentra en mayor riesgo puede sumarse a esa normalidad, si así lo desea, pero siempre partiendo de la base de que la sociedad ofrece a quienes corren más peligro un plan claro de protección», zanja la declaración.

Desde que se lanzó el texto, y hasta el 16 de octubre, más de 10.0200 científicos y 27.800 médicos han firmado el manifiesto. A estas cifras hay que sumarle la rúbrica de más de 505.000 ciudadanos que igualmente respaldan las ideas recogidas en este manifiesto. La página web GBDeclaration.com ofrece más detalles de esta iniciativa que ha causado un gran impacto en el debate sobre la gestión de la segunda ola de contagios de covid-19.

(Diego Sánchez de la Cruz. Libre Mercado)

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