Decir que la democracia española está desahuciada, es tan simple como hacer unas sopas de ajo. A pesar de los sucesos del latrocinio de algunos socialistas que se vienen produciendo desde hace, al menos, 40 años, no han podido acabar con la democracia, igual que no se pudo derrocar el gobierno del General Francisco Franco, en similar periodo de tiempo, sin entrar en comparaciones de cantidad de corrupción civil…
Lo que ha ocurrido con la corrupción antes, y ahora, en los diferentes gobiernos socialistas de la actual democracia, ha sido debido a poner al frente de sus gobiernos a presidentes que han terminado enfermos de poder. Sin otra enfermedad achacable.
El lamentable presidente, Pedro Sánchez, está finalizando su malsana presidencia con visos de ser ingresado, grave, en algún centro hospitalario cercano a la Moncloa, siempre que sea privado. El omnímodo poder que le acongoja le está sacrificando a pasos agigantados, y cada día se le nota más desmejorado. En las últimas apariciones televisivas se puede comprobar cómo las cacarañas de la cara se han acentuado, y ya la técnica del maquillaje utilizado hasta ahora, está comenzando a tirar la toalla y archivar las cremas. Pero, se dice, que la cara es el espejo del alma, siempre que se tenga, porque si el alma escasea y está enferma poco puede hacer el maquillaje ante el espejo.
Pedro Sánchez, parece enfermo. Pensamos que no está bien. Es penoso verle deambular por los platós profiriendo frases sin sentido, llenas de incertidumbres y mendaces argumentos dirigidos, principalmente, a sus paniaguados que, por cierto, están portándose con él como unos marrajos; en lugar de aconsejarle una temporada de descanso, más o menos larga, insisten en aplaudir sus ocurrencias y nadie tiene la vergüenza de decirle que ya debe descansar y dar unos cuantos pasos a la izquierda, porque a la derecha ni por pienso. Lo mal que lo estará pasando su querida esposa, pensamos nosotros, porque suele ocurrir que, de esta clase de enfermedades, el enfermo ni se entera y vive como si la cosa no fuera con él, pensando que los enfermos son los demás.
Lo peor de este estilo de enfermedad es que, a su lado, se están contagiando algunos de sus íntimos colaboradores, que ya se han contaminado de tal manera, que lo más deseable es que ingresen, de urgencia, junto con su presidente en algún centro hospitalario aquejados de seguidismo a ultranza. Nos obviamos nombrar a estos enfermos del gobierno porque, como ellos no se enteran de su problema, no seremos nosotros quienes les maltraten descubriendo su serio estado de salud.
Luego ocurre que, algunos de sus colaboradores, no es que estén enfermos, sino que han llegado enfermizos al pesebre nacional, y corren el peligro de acabar muy mal de tanto trasegar, de tanto entusiasmo para zampar marisco gallego, del mucho abusar del sexto con putas inocentes (aunque bien pagadas con el dinero de nuestra pensión), y del cansado trabajo de averiguar cómo es posible que se pueda gastar, por ejemplo, medio milloncejo de euretes en tan poco tiempo.
Por último, están las mujeres que acompañan al presidente Sánchez (feministas a ultranza todas) la mayoría desahuciadas del sujeto, verbo y predicado, que acabarán pronto sus días de rosas, jazmines, y algún que otro vinito, degustado durante una “cenita” preparada para consolar a alguno de los más graves enfermitos recalcitrantes. Más que desahuciadas, algunas gobernantas están más quemadas que el palo de San Ginés, por mucho que algunas de ellas aplaudan despeinadas, con la cara desencajada, las manos desvencijadas y los dedos al desgaire.
En fin, los españoles debemos ahora mirar por el bien de nuestro Presidente del Gobierno, porque lo está pasando de color mierda, y no se merece más que nuestra compasión deseándole una larga temporada de descanso, sea en un hospital o en algún otro lugar donde pueda comer antes de las cinco, a hora fija, y esté perfectamente controlado, mire usted…
¡Ah! Aviso a los lectores que hoy aparece en la prensa canallesca la foto de una “madre de la patria”, despatarrada en su escaño del Congreso de los Diputados, con una pata desnuda apoyada en su pantalla, mirando al este, y la otra pata navegando al oeste; al parecer, se trata de una semoviente desahuciada de moral y nula educación (por cierto, también la pagamos con cargo a nuestras pensiones)
Madrid, aplaudimos al marqués Rafa Nadal, a 20 de junio de 2025