Cacería de hipócritas | José Antonio Ruiz de la Hermosa

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No salgo de mi asombro pues, la capacidad de hacer mal, mucho mal y, además, hacer creer a todos que el verdadero problema son los otros, se ha convertido en algo tan recurrente en la izquierda española, mal izquierda realmente que, a pesar de la continua compra de voluntades, sobre todo con las paguitas y subvenciones, que llegará un momento que todo reventará. Y lo hará precisamente por el tratamiento que a determinadas situaciones le dan, precisamente ellos mismos.

Nos hemos enfrentado esta semana a una nueva cacería del hipócrita. Sí, del hipócrita, que nos vendía un feminismo de salón, en el que la mejor manera de captar la atención es convirtiéndose en el apóstol de las desamparadas mujeres que eran maltratadas, acosadas, agredidas, violadas, sojuzgadas, etcétera, etcétera… Pero realmente la situación era otra, pues cada vez que yo y, supongo que el resto de los españoles, veíamos y escuchábamos a las representantes de esa izquierda “progre” y que trataba de proteger a las pobres e indefensas mujeres de este país, que solo estaban entrando en mundo libre desde la llegada de ellas, las redentoras del feminismo, y por supuesto de ellos, nos hacían dudar y mucho de lo que estaba pasando.

En realidad, lo que no nos cuadraba eran las explicaciones, el retrato que de los hombres hacían Montero o Belarra. Cualquiera de ellas o de sus incondicionales seguidoras, inicialmente podemitas, pero con el paso del tiempo y el reparto de la tarta, o la falta de reparto de la tarta económica que existía, nos atracaban de esos hombres, todos esos hombres, todos nosotros, en definitiva, que de forma constante, porque lo llevamos en el ADN, actuábamos como machirulos del patriarcado que vivía del maltrato a las pobres y sojuzgadas mujeres.

No podía ser verdad de que el cuarenta y tantos por ciento de la población de este país, y por continuidad, del resto del planeta, los hombres, basasen su actuación en esas premisas y maltrataran y persiguieran a las pobres e infelices mujeres. Esta continua victimización funcionó inicialmente, pero cuando se cargan las tintas las leyes de la física y de la naturaleza dicen: que a toda acción le sigue una reacción. Y claro tenía que pasar. Y pasó. Primero fue la persecución de ellos, de los hombres, eso sí, adornada por las subvenciones económicas. La Ley de Violencia de Género dio carta de naturaleza a una situación que, curiosamente, abría las puertas a las subvenciones europeas para luchar contra esa violencia.

Curiosamente, 3.000 euros de vellón, que Europa subvenciona a los distintos estados por cada denuncia interpuesta ante la Ley por esa cuestión. Y se lanzaron como locas y locos al “yo sí te creo” y denuncia hermana. Inexplicablemente, nadie en Europa ha puesto interés en las cantidades desmedidas de esas denuncias en España, que nunca bajan de las cien mil al año y que suman en este momento más de tres millones. De lo que se deduce un dinerillo, pues a tres mil euros es una pasta gansa. Pasta en euros de la que nadie ha dicho nunca esta boca es mía, pero que, salir de Bruselas, ha salido.

Tampoco nadie ha dado nunca cuentas reales de esos presupuestos, este año y tan solo a nivel nacional, en más de quinientos millones de euros. Tampoco hay mucha visibilidad real, pues hay que respetar a las víctimas y no debemos dar cuartos al pregonero sobre quienes son las beneficiarias de esas ayudas. Y así, podemos ir descendiendo en los presupuestos autonómicos, provinciales y demás. Ya saben, presupuesta y gasta en aquello que no hay que justificar euro a euro. Bueno, realmente en este país no se justifica nada. Y si no, que le pregunten a Ábalos, al tito Berni o a quien tenga sillón oficial donde sentarse. O si lo justifican, es como ese concejal de Baena, que utilizaba la tarjeta visa para pagar prostitutas, básicamente: “porque le daba no sé qué” usar la suya propia para esos menesteres.

En fin, de los lodos anteriores llegamos a cierto hartazgo de los tres millones de denunciados. Se calcula que más del cinco por ciento de la población masculina de este país ha sido denunciada por violencia de género. Eso sería siempre un tanto por ciento muy alto, pero lo es más cuando, escasamente, y tan solo menos del cinco por ciento de ese anterior cinco por ciento, ha sido condenado por un tribunal. Y como la misma sociedad es consciente, lo ha sido porque los medios de defensa que por ley les correspondía era muy discutible. Ya saben el problema de los abogados de oficio que no cobran poco, o al final no cobran.

Todo lo anterior nos lleva a que los ciudadanos de este país y sobre todo las ciudadanas han llegado a la conclusión de que había gato encerrado y han empezado a tirar de la manta. Muchas mujeres se han dado cuenta del engaño y son, precisamente, esas mujeres las que están poniendo pie en pared, diciendo aquello de que: ciertamente hay hombres peligrosos, pero son los menos y, curiosamente, nos encontramos que empieza a aflorar esos menos.

Ahora empezamos a entender las frases de algunas mujeres que están detrás de aclarar este tema: ¿Qué clase de hombres conocen las podemistas y asimiladas? Pues su ardor contra los maltratadores, acosadores y demás es proverbialmente significativa. Pues ya lo sabemos: Los hombres que conocen son sus compañeros de partido, que, por lo visto, son un tal Errejón, otro que se llama Monedero y algunos más que van a ir saliendo en breve. Pero claro, cuando denunciaban esto a los cuatro vientos se les olvidaba que, en vez de taparlo para evitar el sufrimiento de las víctimas, victimas reales, existen unas leyes en este país que obligan a denunciar ante la Ley lo sucedido, y que a quien lo tapa le atribuye la categoría de cómplices o de encubridoras.

De modo que, en breve, vamos a ver una interesante procesión de víctimas y agresores, ¡ah y de encubridoras! A todo esto, se me olvidaba de que cuando se tira de una manta suele ser porque hay un beneficiario. En este caso un tal Pedro, que, ante la sangría, pequeña, pero sangría de votos, y a tener que ocultar sus propias vergüenzas, le viene de perlas que por su izquierda pasen estas cosas, para cumplir lo de que: “las que entran por las que salen”. Y ahí, lo dejo.

José Antonio Ruiz de la Hermosa es, de primera formación, Sanitario y Capitán retirado de Sanidad Militar. Después, historiador, escritor y divulgador. Actualmente dirige en Decisión Radio varios programas de divulgación histórica y “La Cortina de Humo” sobre la actualidad nacional.

 

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