Beltrán, el hostelero en huelga de hambre

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El empresario lleva días a base de líquidos y acampado en el centro de su pueblo para protestar contra el Gobierno de Sánchez.

Alfonso Beltrán, un hostelero de Castilla La-Mancha, ha llegado a una situación límite. El pasado domingo se puso de rodillas en la puerta de la iglesia de Torrijos (Toledo), su pueblo, y con un cepillo comenzó a pedir limosna. Sus vecinos lo miraban perplejos. El empresario es muy conocido en la zona por su servicio catering y su restaurante, por lo que muchos se quedaban sorprendidos al ver que, además, se declaraba en huelga de hambre.

«No me ha quedado otra. Llevo cinco días a base de líquidos. Estoy aquí acampado para protestar contra este Gobierno. Peor no lo pueden hacer. Han abocado al sector de la hostelería a la ruina económica. Estoy aquí para hacer saber que, en un futuro, muchos compañeros de mi profesión van a verse en esta misma situación, pidiendo dinero en la calle», cuenta Alfonso Beltrán a Libre Mercado.

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Alfonso Beltrán coloca una pancarta de protesta

El hostelero ha instalado una tienda de campaña y duerme a temperaturas bajo cero. El pasado 6 de enero cerró su negocio y, desde ese día, no ha vuelto a percibir ni un euro, sin embargo, los gastos de sus empresas, alrededor de 6.000 euros mensuales, lo están ahogando económicamente. «Esta situación es inaguantable. Yo no quiero ni coger la calculadora, porque, si no, me ahorco, como el compañero que lo ha hecho en Alicante. Todo tiene un límite. El gobierno a nivel nacional es una vergüenza, parece que están rodando la película Los bingueros, de Esteso y Pajares», critica desesperado Beltrán.

A sus 52 años, divorciado, con una hipoteca y un hijo, el empresario no sabe qué hacer para mantener el servicio de catering, un negocio que heredó de su padre en 1954 y que cuenta con 100 empleados. Ahora sus trabajadores están acogidos al ERTE. Por si fuera poco, la pandemia de coronavirus llegó justo cuatro meses antes de que Beltrán invirtiera en un nuevo restaurante en Torrijos.

«Me he comido todos mis ahorros y voy a tener que empezar a vender cosas del patrimonio que tenía destinado para la carrera de mi hijo pequeño. No tengo nada, solo me queda la rabia interior de ver lo mal que está actuando el Gobierno de España. Algunos políticos mienten más que hablan y algunos de ellos no les dicen la verdad ni al médico. Es una tomadura de pelo constante», comenta indignado Beltrán.

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Alfonso Beltrán con trabajadores del Ayuntamiento de Torrijos

Además, el hostelero avisa de que, conforme vayan pasando los meses, la ruina económica será ya irreversible para el sector. La quiebra se llevará por delante a familias entera que dependerán de ayudas caritativas para poder sobrevivir. «Si ya en 2020 los hosteleros lo pasamos fatal, pueden imaginar cómo estamos en 2021. Los empresarios ya no pueden hacer frente por más tiempo a las restricciones. Los políticos no se dan cuenta porque su nómina no depende de una empresa privada. No les importa lo que nos pase», lamenta.

Beltrán también crítica la gestión de los ayuntamientos en España. «¿Qué ha pasado con el dinero que tienen para festejos locales? En 2020 no ha habido ninguna celebración. Tampoco las habrá en 2021. ¿No nos pueden ayudar con ese dinero?», se pregunta muy enfadado el hostelero. «Exigimos que también nos ayuden», señala.

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Alfonso Beltrán en uno de sus vídeos

Pero Beltrán no está solo. Se ha convertido en un héroe para los habitantes de Torrijos y, también, para todos aquellos usuarios en Twitter que están siguiendo la retransmisión de su huelga de hambre en su cuenta @alfonsoenhuelga. El empresario se graba a sí mismo en su tienda de campaña y difunde su protesta en las redes sociales, que le han servido para dar a conocer su calamitosa situación.

«Tengo que decir que me han apoyado mucho. Los vecinos se están portando muy bien. Me traen sopa caliente y café. El dueño de una tienda de electrodomésticos me ha instalado una antena para ver la televisión y me ha regalado una calefacción. Se han volcado todos. También hay compañeros de profesión que vienen aquí y me acompañan todo el día», relata a este diario el afectado. «El alcalde me ha enviado un equipo médico que viene diariamente a controlar si me encuentro bien. Pero lo que está claro es que de aquí no me voy a mover hasta que el gobierno tome conciencia del desastre al que nos está llevando», concluye el hostelero.

(Elena Berberana. Libertad digital)

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