P: ¿Es válido todo tipo de inmigración para cualquier país? ¿Las puertas de una nación han de abrirse sin restricciones?

R: Sería mejor elegir un conjunto de criterios de selección para facilitar la entrada de un tipo particular de emigrantes. Por ejemplo, es mejor dejar entrar a familias enteras que a hombres solteros. Mejor los que ya tienen familiares que han emigrado al mismo país. Mejor los que conocen un oficio (artesanos, trabajadores cualificados, etcétera). Pero ciertamente cuando se trata de personas desesperadas que lo han perdido todo, indefensas, enfermas, mujeres con hijos, el primer deber es salvarlas de la muerte, del hambre…

P: ¿Es natural el miedo al extranjero? ¿Por qué cree que relacionan el miedo al extranjero con la ignorancia?

R: La desconfianza, si no el miedo, de los extranjeros siempre ha sido bastante natural. También está la hostilidad de los ya inmigrantes contra los nuevos inmigrantes. No es solo por ignorancia que esto sucede. Incluso entre los intelectuales y la clase media de izquierda pretenden no ser xenófobos, pero a menudo es solo hipocresía. Por otro lado, también es necesaria un poco de hipocresía idealista para controlar la brutalidad de los instintos.

P: Le cito la siguiente declaración de su autoría: «Especialmente en sociedades como Europa, donde hay más ancianos que jóvenes, la inmigración provoca una sensación de inestabilidad e inseguridad». ¿Se han de aceptar inmigrantes que llegan dispuestos a no adaptarse a las costumbres del país de destino?

R: Creo que los inmigrantes tienen el deber de adaptarse en cierta medida a la cultura, leyes y costumbres de los países a los que llegan, viven y trabajan. Es una cuestión de medida. La integración total es rara y quizás incluso injusta, irreal. La identidad cultural es importante pero no debe transformar socialmente a los inmigrantes en un “cuerpo extraño”. La adaptación es un proceso lento. Los chinos y musulmanes, por ejemplo, provienen de culturas fuertes, a las que no pueden renunciar fácilmente. Por eso las sociedades europeas son hoy más inestables y problemáticas. El aumento de la fluidez política también lo demuestra. La cultura de los partidos políticos también fluctúa mucho: es demasiado sólida y rígida, o demasiado líquida e inconsistente.

P: Habla de ISIS en su libro, de que el enemigo fue Al Qaeda y luego ISIS, de los islamistas radicales y moderados… ¿Michel Houellebecq tenía razón de alguna manera con Sumisión?

R: No he leído Houellebecq… Pero no creo que haya mucha necesidad de religión en Europa. El cibercapitalismo y la llamada sociedad de consumo son una forma de religión, aunque solo sea porque te impiden ser verdaderamente religioso. ¿Hay alguien hoy que piense que la Navidad es la fiesta del nacimiento de Jesús? ¿Cómo lees el Evangelio y le rezas a Dios si pasas todo el día con un teléfono inteligente en la mano?

P: ¿La sociedad acepta la presencia de inmigrantes porque no le queda más remedio o por necesidad?

Por ambas razones, creo…

P: Y si la acepta porque no le queda más remedio, ¿es por miedo a que le tachen de racista o xenófobo?

R: Son los políticos, todos, pero sobre todo de izquierda, los que temen ser juzgados por racistas o xenófobos. La gente generalmente no parece tener esta preocupación.

P: Cito un pasaje de su libro (página 109): “Una vez más, si digo que la izquierda se ha vuelto ciega ante la sociedad, hasta algunos amigos míos cercanos se verán tentados de decirme que me he ‘vuelto de derechas’”. Se tilda de “fascista” y “racista” a quien critique a la izquierda no con la idea de menospreciar, sino con el objetivo de aportar valores y mejorar, generar crítica constructiva. ¿Se ha corrompido la definición de “facha” y “racista”?

R: Sí. “Fascista” y “racista” son insultos que se utilizan a menudo para terminar la conversación. Pero en países que han tenido regímenes fascistas, o que han sido colonialistas, siempre existe la fobia a que el pasado pueda regresar en alguna nueva forma. Sin embargo, es cierto que las grandes migraciones de las últimas décadas han fortalecido o dado lugar a organizaciones de derecha tanto moderadas como radicales en Europa. Pero [los europeos] somos más democráticos que los estadounidenses y menos dictatoriales que los rusos y los chinos.

P: ¿Por qué el voto a las organizaciones de derecha (tanto moderadas como radicales) puede ser criticado y, sin embargo, el voto a la extrema izquierda es aceptado?

R: Esto se debe a que Europa Occidental ha conocido los fascismos pero no ha conocido el comunismo. En Europa del Este lo han conocido bien, lo odian, pero no pueden deshacerse de sus métodos.

P: ¿Los políticos de izquierdas son libres para responder o están coartados por su propia corriente de mercadotecnia y, por lo tanto, siendo hipócritas?

R: La izquierda marxista siempre ha idealizado teóricamente a la clase trabajadora, pero los trabajadores occidentales suelen ser racistas. Votaron a la derecha cuando la izquierda defendía el bienestar económico pero no la seguridad y la estabilidad social. Los trabajadores no son solo trabajadores, también son personas y ciudadanos como todos los demás; quieren serlo y sienten que tienen derecho no solo a las buenas condiciones de trabajo, sino también al orden público.

P: ¿Es realmente la política sinónimo de progreso?

R: Los políticos creen o fingen creer en el progreso. Yo no creo en él. Nunca ganas una cosa sin perder otra. La inteligencia artificial nos hace perder partes de nuestro cerebro y estamos contentos con eso. Se puede hablar de avances concretos individuales, por ejemplo en legislación o medicina, no de progreso general de la humanidad.

P: Revisitar el pasado conlleva reinterpretarlo, ¿derribar estatuas de descubridores y navegantes europeos en América a día de hoy tiene sentido? ¿El hecho de vivir en el 2021 nos hace capaces de entender 1492?

R: Podemos, debemos interpretar el pasado y también juzgarlo. Pero borrar sus huellas, destruir monumentos y testimonios es tan estúpido como borrar los errores que hemos cometido de la memoria personal. Hoy en día, la “cultura a medias” es a veces peor que la ignorancia.