El final del viaje de la ‘banda del Peugeot’: De la carretera a los tribunales

banda del Peugeot de Pedro Sánchez

El núcleo duro del regreso de Sánchez acabó marcando el desgaste político, de corrupción y judicial de 2025

La banda del Peugeot de Pedro Sánchez ha pasado de mito fundacional del sanchismo a símbolo del desgaste político, de corrupción y judicial que marca el final de un ciclo.

El origen del Peugeot: del regreso al poder al núcleo duro

En 2017, Pedro Sánchez quedó fuera de Ferraz. Pero recorrió España en un Peugeot 407 para recuperar el control del PSOE mediante unas primarias difíciles y cuestionadas por un posible fraude electoral.

Pero aquel viaje no nació como una banda. Fue un equipo reducido, cohesionado y leal, que apostó todo a la vuelta del líder caído. En ese coche viajaban nombres que hoy resultan inseparables del desgaste actual y de su fracaso: José Luis Ábalos dirigía la campaña. Luego fue ministro y hombre fuerte del sanchismo. Hoy espera en la cárcel un juicio por diversos casos de corrupción;

Koldo García actuaba como asistente total. Gestionaba recados, contactos y logística. Hoy ocupa un lugar central en un sumario judicial y está en la cárcel también junto a Ábalos.

Santos Cerdán organizaba el partido desde la sombra. Sustituyó a Ábalos en Organización. Dimitió en 2025 tras verse implicado en la investigación. Ha pasado por lo cárcel y está en libertad bajo fianza,

La banda del Peugeot de Pedro Sánchez funcionó como estructura cerrada. La lealtad personal sustituyó a los contrapesos orgánicos.

Del equipo político a la camarilla de poder

El Peugeot cumplió su objetivo. Sánchez recuperó el liderazgo. Ganó las primarias. Llegó a La Moncloa. Ese mismo modelo se mantuvo en el Gobierno. Confianza ciega. Decisiones concentradas. Controles informales. Comisiones, muchas comisiones. Durante un tiempo, el sistema funcionó.

El núcleo se cerró sobre sí mismo. Las relaciones personales pesaron más que las reglas institucionales. La opacidad ganó terreno. Con el paso de los años, el apodo cambió de sentido. La banda del Peugeot de Pedro Sánchez dejó de ser épica. Pasó a ser sinónimo de camarilla y de corrupción,.

El presidente empezó a marcar distancias. Hoy asegura que fue traicionado. Minimiza la relación con quienes lo acompañaron desde el inicio. Declara incluso que no les conoce. Imposible, pero así es.

El caso Koldo y el desgaste definitivo

El caso Koldo estalló en 2024. Detenciones, registros y contratos bajo sospecha marcaron un punto de inflexión. Los informes policiales, los audios y las revelaciones constantes dominaron la agenda política durante meses.

En 2025, la investigación alcanzó a Santos Cerdán. Dimisión, ingreso en prisión y comparecencia pública de Sánchez en Ferraz. El presidente pidió perdón. Aseguró no haber conocido las prácticas investigadas. La imagen reflejó un liderazgo erosionado y que es capza de traicionar a sus amigos con tal de mantenerse en el poder.

La banda del Peugeot de Pedro Sánchez se convirtió en metáfora del final de una etapa. De la carretera a los tribunales. Mientras los jueces avanzan, el debate político se acelera. Las defensas discuten pruebas. Los rivales hablan de trama.

El sumario sigue su curso. El desgaste ya resulta irreversible.

Un fin de ciclo para el sanchismo

La historia de la banda del Peugeot de Pedro Sánchez explica mejor que cualquier discurso el momento político actual. Un proyecto que se vendió como reconstrucción terminó atrapado por sus propias dinámicas internas.

Las salidas de Ábalos, Cerdán y otros nombres clave confirman un cambio de etapa. El sanchismo ya no puede apoyarse en su núcleo original. El viaje que comenzó como símbolo de resistencia política concluye ahora bajo la mirada de los tribunales.

La política española asiste al final de un ciclo marcado por el personalismo, la concentración de poder, la corrupción y la falta de controles. De aquella banda ya no quedan amigos pero sí mucha corrupción y cárcel. Es la banda del Peugeot. Es Sánchez.

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