La invasión de inmigración masiva en España provoca un crecimiento extranjero 20 veces superior al de los españoles, según los datos oficiales del INE.
España avanza hacia un cambio demográfico sin precedentes. El país roza los 50 millones de habitantes, pero ese récord demográfico oculta un desequilibrio profundo: el motor real del crecimiento procede casi en exclusiva de población nacida en el extranjero.
Un crecimiento extranjero sin precedentes
Los primeros nueve meses de 2025 muestran un incremento del 4,09 % en los residentes nacidos en el extranjero. Eso supone 279.976 personas nuevas. En contraste, la población española sólo crece un 0,20 %, y lo hace gracias a las nacionalizaciones. El aumento real de españoles no existe.
De hecho, si se atiende exclusivamente al lugar de nacimiento, España pierde 80.434 nacionales en nueve meses. La invasión de inmigración masiva en España sostiene por completo la estadística poblacional.
La natalidad española sigue hundida. Las defunciones superan con claridad a los nacimientos y el país envejece sin relevo generacional propio.
Los datos refuerzan esta realidad. En 2024 se concedieron 252.476 nacionalizaciones frente a 322.034 nacimientos. Ese mismo año murieron 433.547 personas. Casi la mitad del aumento de españoles procede de personas nacidas fuera.
El 26 % de los menores de 20 años tiene uno o dos progenitores extranjeros. Entre los menores de 5 años, el porcentaje asciende al 36 %. El relevo generacional ya no lo marca la natalidad española, sino la llegada constante de población inmigrante.
La invasión de inmigración masiva en España responde a una política impulsada desde el bipartidismo PP-PSOE, que renuncia a cualquier estímulo real a la familia española y a la natalidad nacional. Esta renuncia condena al país a un futuro irreconocible y a la desaparición como nación.
España supera los 49 millones por el crecimiento exterior
En el tercer trimestre de 2025, España alcanza su máximo histórico: 49.442.844 habitantes. Esto es, uno de cada cinco residentes nació en otro país.
Los nacidos en el extranjero representan el 122 % del crecimiento neto de la población. Llegaron 445.294 nuevos residentes, mientras que el aumento total del país fue de 364.860 habitantes, debido al saldo natural negativo entre nacimientos y defunciones. Sin ese flujo extranjero, España pierde 80.000 habitantes desde enero y cerca de medio millón desde la pandemia.
La invasión de inmigración masiva en España sustituye a la natalidad nacional y se convierte en el factor determinante de la demografía española. Esta transformación plantea desafíos graves en vivienda, escuelas, integración, servicios públicos y mercado laboral. Los ciudadanos ya perciben saturaciones en centros sanitarios, congestionamiento en servicios sociales y una presión creciente en el acceso a la vivienda.
El Gobierno insiste en que esta llegada es imprescindible para sostener la Seguridad Social, pero evita cualquier política de apoyo a las familias españolas. No aparece un plan nacional de natalidad, ni un programa de protección real para el matrimonio y la maternidad, ni medidas que permitan a los jóvenes formar una familia.
La sustitución demográfica avanza: una cuestión numérica
La frase de un experto lo resume con crudeza: «España está abocada al fracaso como nación, a su desaparición tal como la conocemos. Es una cuestión de tiempo: La población extranjera crece 20 veces más rápido que la española.»
Ese ritmo de crecimiento extranjero conduce a una sustitución demográfica evidente. No hace falta un conflicto bélico. No hace falta un enfrentamiento social organizado. La invasión de inmigración masiva en España produce una transformación silenciosa, constante y profundamente estructural.
Los datos muestran un país donde el crecimiento poblacional no nace de la familia española, sino de la llegada masiva de personas de culturas, valores, religión y modelos sociales muy distintos. El tejido social cambia, la identidad nacional se diluye y la cohesión del país se debilita.
El coste para la nación y para el futuro
La evolución demográfica empuja a España hacia un escenario donde la población extranjera marca el futuro del país. Sin natalidad nacional fuerte, España pierde población autóctona, pierde cohesión y pierde identidad.
La invasión de inmigración masiva en España progresa con la complicidad del sistema bipartidista PP-PSOE, que renuncia a defender el interés nacional.
Las políticas actuales no fomentan la natalidad española. No protegen a las familias. No facilitan la vida a los jóvenes. Sin esos cimientos, la nación avanza hacia una transformación irreversible.
O España cambia la tendencia, o España desaparecerá mañana. No por la fuerza, sino por la aritmética.




