Empieza a notarse la sumisión y el vasallaje de Madrid a favor de Pekín
El avance de China en España: un cambio histórico
China se convierte en el amo de España con el aval del Gobierno de Pedro Sánchez, que ha impulsado un acercamiento económico y político con Pekín. Según los últimos datos de la Secretaría de Estado de Comercio, China ya es el primer proveedor de bienes y servicios de España, superando incluso a Alemania, socio histórico de nuestro país. Además, se ha colocado como el séptimo origen de la inversión extranjera en el primer semestre del año.
Esta situación revela un sometimiento cada vez más evidente: las decisiones de Madrid se subordinan a los intereses de Xi Jinping, mientras la industria española sufre un déficit comercial creciente.
Importaciones desde China: la balanza se inclina contra España
Las cifras son claras. En julio, España importó de China bienes y servicios por valor de 4.411 millones de euros, un 11,5% de todo lo comprado en el extranjero ese mes.
Durante los siete primeros meses del año, el patrón se repite: China vendió 28.568 millones a España. El problema radica en el desequilibrio: mientras las importaciones chinas crecieron un 15,8% interanual, las ventas españolas a Pekín alcanzaron solo los 4.865 millones.
En consecuencia, el déficit comercial con China se ha disparado: pasó de 20.400 millones a 23.000 millones en un solo año. Desde que Sánchez llegó a La Moncloa, el déficit ha aumentado un 82%, consolidando la dependencia de España respecto al gigante asiático.
En palabras llanas: compramos mucho a China y ellos apenas nos compran a nosotros. España ha cedido soberanía económica a cambio de contratos ventajosos para las multinacionales chinas.
Inversiones de China: presencia creciente en sectores estratégicos
El desembarco chino no se limita al comercio. Sus inversiones también crecen con fuerza. Según Datacomex, las empresas chinas invirtieron 468 millones de euros en España en los seis primeros meses del año, un aumento del 84% respecto al año anterior.
Los sectores más beneficiados son la automoción, las renovables y la industria tecnológica. Un ejemplo es la joint venture de Chery con Ebro, que permite ensamblar coches chinos en Barcelona y esquivar los aranceles europeos de hasta el 45%. Una jugada que favorece a Pekín y compromete la soberanía estratégica defendida por Bruselas.
Con esta maniobra, España se convierte en la puerta de entrada de productos chinos a Europa, debilitando la posición de países como Alemania o Francia, que mantienen políticas más duras contra el dumping industrial de Pekín.
Las concesiones del Gobierno de Sánchez a Pekín
El acercamiento a China no es casual. Pedro Sánchez ha buscado en los últimos años una relación con Xi Jinping, asistiendo a encuentros oficiales y permitiendo la entrada de empresas chinas en sectores sensibles.
El caso del 5G es ilustrativo: mientras la Unión Europea pedía limitar a Huawei y ZTE, el Gobierno español optó por una política laxa, abriendo las puertas a estos proveedores. Con ello, Sánchez sacrifica la seguridad tecnológica europea en favor de intereses chinos.
La rebaja de aranceles a productos como el porcino español es otro ejemplo. Aunque China aplicó tarifas del 62,5%, a España se le redujo al 20% gracias a las buenas relaciones bilaterales. El Gobierno lo presenta como un logro, pero el trasfondo es claro: se trata de un premio político a cambio de sumisión estratégica.
España, vasallo de China: consecuencias geopolíticas
China se convierte en el amo de España no solo en términos económicos, sino también en el plano geopolítico. El Gobierno socialista ha colocado a nuestro país como el mejor aliado de Pekín en Europa y debilitando la posición común de la UE frente al expansionismo chino.
El déficit comercial crónico, el aumento de inversiones chinas en sectores clave y las concesiones políticas reflejan una peligrosa tendencia: España se está convirtiendo en vasallo de Pekín.
Mientras tanto, socios tradicionales como Estados Unidos y Reino Unido reducen su inversión en España. Entre enero y julio, el capital extranjero cayó un 60%, con 6.850 millones menos de Londres y 1.650 millones menos de Washington. Esta retirada coincide con el avance de China, que gana terreno allí donde Occidente retrocede.
Una sumisión que amenaza la soberanía nacional
El relato oficial de Moncloa insiste en que las relaciones con China generan oportunidades para la economía española. Sin embargo, los datos demuestran lo contrario: crece la dependencia, aumenta el déficit y la soberanía se debilita.
En un momento en que Europa defiende la autonomía estratégica, España se convierte en la vía de entrada de productos chinos subvencionados y de inversiones que comprometen sectores estratégicos.
El resultado es claro: China gana, España pierde.
La realidad es que China se convierte en el amo de España con la complicidad del Gobierno de Pedro Sánchez. Este vasallaje económico y político no solo daña la industria nacional, sino que compromete la independencia de nuestra nación frente a un régimen comunista y autoritario.
El futuro de nuestra nación no puede depender de los designios de Pekín ni de los intereses de un Gobierno que ha renunciado a defender lo que nos pertenece.