2023: el año de la mayoría de edad para Vox o el comienzo de su hundimiento

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Los retos de Vox para 2023: ganar presencia institucional para evitar el efecto Olona y consolidarse antes de las generales 

En un contexto de un Pedro Sánchez que se ha echado en manos descaradamente de los comunistas y de los separatistas proetarras y catalanistas y con una hoja de ruta que avanza sin freno en el control de las instituciones al igual que muchos países iberoamericanos así como la aprobación de leyes ideológicas difíciles de revertir, aparece un 2023 que viene marcado por dos citas electorales que determinarán el futuro de España como nación.

¿Moción de censura?

Antes de las elecciones municipales y autonómicas, el partido debería presentar la segunda moción de censura contra Pedro Sánchez – tal y como anunció a principios de diciembre el propio Santiago Abascal. La dificultad de encontrar un candidato está siendo el principal impedimento para no haberla registrado todavía.

Aunque la suma no sea suficiente para que la moción prospere – en este caso sería bastante irrelevante-, la imagen del Parlamento sería muy distinta a la que arrojó la anterior moción de censura. El hecho que Alberto Núñez Feijóo ya ha anunciado, como mínimo, su abstención es una pequeña victoria.

El problema es que si no la presenta será una promesa incumplida de Abascal justo antes de las elecciones. Por ahora Vox está usando la estrategia de no hablar del tema y que se olvide.

 Miedo y esperanza ante las próximas elecciones 

La moción de censura será la antesala de las elecciones municipales y autonómicas del mes de mayo, cuya campaña electoral ya ha comenzado, aunque no de manera oficial. El partido de Abascal se juega en esta cita demostrar que el bache andaluz, que derivó en una crisis interna, fue una excepción a su trayectoria electoral o, por el contrario, las andaluzas fueron el comienzo del fin de Vox.

Además, en estas elecciones estará presente indirectamente Olona. Si Vox obtiene menos porcentaje de votos que en las anteriores será un signo de flaqueza y Olona lo verá como su oportunidad para su candidatura en las generales- independientemente que parece que el efecto Olona se está desinflando. El margen de mejora con respecto a 2019 es amplio, lo que favorece ese objetivo.

Entrar en el gobierno de la mano del PP

El partido afronta la cita con relativa miedo y esperanza, conscientes de que tienen mucho por ganar o perder al estar en disposición de estar en instituciones en las que ahora no tienen representación. Más importante aún es el poder que esperan conseguir entrando en gobiernos de la mano del PP. Hasta ahora la valoración global de la llegada de Vox a las instituciones ha arrojado más sombras que luces: desde renunciar a parte de su programa y líneas rojas con tal de tocar un poco de poder, a dedicarse exclusivamente a la gestión o confundirse con el PP en aquellos sitios donde cohabitan formal o informalmente. Y el problema es que el electorado no perdona y que prefiere votar a una marca original (el PP) que a una marca blanca. E, incluso, parlamentarios suyos, como Alicia Rubio, han decido irse a casa y abandonar el proyecto político.

Vox debe marcar perfil propio, que no es el de gestión

El precedente de Cs, al que el PP ha terminado dando el abrazo del oso al integrarle en sus gobiernos, sirve de advertencia a Vox que dice que ejerce presión para aprobar sus políticas pero de forma «discreta» e incluso renunciando a sus acuerdos de legislatura como la derogación de la ley de memoria histórica de Castilla y León.

Por otra parte, ganar presencia institucional es fundamental que le permitirá consolidarse como partido nacional y ensanchar su base electoral con la vista puesta en las elecciones generales, principal objetivo Vox al tratarse de una formación con un marcado carácter nacional.

Del resultado que obtengan en mayo dependerán también sus opciones en las elecciones generales. Si el partido logra resarcirse del resultado andaluz, demostrará que sigue gozando de buena salud y es una opción atractiva para el electorado. Si fracasa en ese cometido podría confirmar una tendencia a la baja que perjudicaría sus expectativas electorales y sería la confirmación del principio de fin como partido. Y sería la oportunidad para que otras alternativas, actualmente marginales, o la propia Olona se lancen a desbancar a Vox al igual que se ha hecho con la defunción de Cs.

Aunque el voto en mayo opera diferente al de unas generales, servirá de termómetro para conocer el sentir de los españoles. Un Vox fuerte les situaría como llave de gobierno, a pesar de que Feijóo insista en marcar distancias con ellos asegurando que gobernará en solitario.

En definitiva, el 2023 será el año de la mayoría de edad para Vox con un fortalecimiento territorial a nivel nacional y opciones de cogobernar o por el contrario, el comienzo de su hundimiento- Miedo y esperanza a la vez

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