Elecciones en Castilla y León | José María Nieto Vigil

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El próximo domingo, día 13 de febrero, se celebran elecciones anticipadas a las Cortes Regionales de Castilla y León. Hoy viernes, 28 de enero, se inicia la campaña electoral después de semanas de precampaña. No son unos comicios cualquiera, son el primer asalto al palacio de la Moncloa diseñado por la estrategia del Partido Popular con Pablo Casado como líder. Antes de junio, según parece, se celebrarán las elecciones en Andalucía, segundo asalto del que los populares esperan revalidar su poder regional en aquella comunidad meridional.

Durante los próximos días, en Castilla y León, se producirá el desembarco de los principales jefes de partidos nacionales para participar en la campaña. El PSOE de nuestro ínclito presidente, Pedro Sánchez, estará presente en diversos actos: Zamora, León, Soria –si es que es capaz de encontrarla en el mapa-, y en el acto de clausura de Valladolid. También vendrán, el risueño insolente, José Luis Rodríguez Zapatero, rescatado por los socialistas, luciendo palmito por tierras castellanas, o Adriana Lastra, además de otros ministros.  Los populares contarán con el apoyo del palentino, líder de la oposición, en Burgos, Ávila, Palencia y Valladolid. Por su parte Vox, cuyos jefes de filas ya han pasado por estas tierras, se volcarán para hacer ciertos los pronósticos que le dan un importante ascenso y presencia en el parlamento regional. Santiago Abascal, Javier Ortega, Macarena Olona, Rocío Monasterio e Iván Espinosa de los Monteros se dejarán ver por estos lares de la España vaciada. Ciudadanos, en cada en picado y proceso de desintegración, contará con el concurso de Inés Arrimadas y Begoña Villacís, amén de otros dirigentes, que  se volcarán, con las escasas fuerzas que les restan, en la campaña para evitar la desaparición del partido naranja en la sede parlamentaria. Unidas Podemos, que en Castilla no tienen mucho que hacer, se verán arropados por Irene Montero, de verbo fácil e incontinencia verbal, divulgando los eslóganes podemitas a los que tiene acostumbrados. Finalizada la campaña, muchos de ellos –como siempre- no retornarán por el solar meseteño.

Los sondeos de opinión e intención de voto dan el triunfo a los chicos de Casado, con un importante incremento de apoyos y procuradores, merced a la volatilidad del voto de los liberales de Arrimadas. Así pues, un nuevo gobierno de Alfonso Fernández Mañueco seguirá presidiendo el ejecutivo regional. Hasta la fecha son treinta y dos años de dominio los que acumulan los azules de Génova, a los que sumar otros cuatro años, si finalmente se encumbran en el poder. Sus presidentes autonómicos han sido: José María Aznar (1987-89), Jesús Posadas (1989-91), Juan José Lucas (1991-2001), Luis Vicente Herrera (2001-2019), y Fernández Mañueco (desde 2019 hasta hoy). Solamente ha habido dos presidentes autonómicos socialistas, allá por los comienzos del gobierno castellano-leonés: Demetrio Madrid (1983-86) y Constantino Nalda (1986-87). Poco han tenido que ver, por tanto, en el proceso de vacío sufrido por esta comunidad, la más extensa de España –más de 94.000 kilómetros cuadrados-, con menos de 2.400.000 ciudadanos empadronados –la sexta en el ranking nacional-, con un PIB del 5,1% del Producto Interior Bruto Nacional –séptimo lugar-, y con una población envejecida, dispersa y despatrimonializada de recursos humanos, habida cuenta de la fuga de nuestros jóvenes que, finalizados sus estudios superiores, buscan mejores horizontes, no ya en otras comunidades, sino en otros países.

El estado regional o de las autonomías, lejos de corregir los desequilibrios territoriales, ha generado más desigualdad. Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, Aragón, o zonas interiores de Andalucía y la Comunidad Valenciana, que suponen más del 50% del territorio nacional, se encuentran en similares circunstancias.  De manera que –esto es innegable- existe un desarrollo patrio a múltiples velocidades, tanto o más que el número de autonomías existentes. Salvo la Comunidad de Madrid, el centro de España se ve aquejada de males endémicos que, lejos de resolverse, se ven agigantados con el paso del tiempo. El campo, el medio rural, no es que esté vacío, sino que paulatinamente seguirá vaciándose durante los próximos años. Un problema muy serio y grave que acentúa el desequilibrio entre el centro geográfico y su periferia, donde se sitúan las Comunidades Autónomas más pobladas y, en consecuencia, con mayor peso político nacional y con mayor facilidad de acceso a todo tipo de presupuestos o fondos europeos.

Los pronósticos y estudios demoscópicos referentes a las próximas elecciones deparan numerosas incógnitas y no menos certezas. Ya me he referido a la victoria del Partido Popular, que se encuentra cerca de alcanzar la mayoría absoluta -41 procuradores de los 81 que configuran la cámara de representantes regionales- . En estos momentos se le da entre 36 y 38 escaños, en el mejor de los casos, nueve más que en los pasados comicios, con una fuerte subida de sufragios recibidos. El PSOE, liderado por José Luis Tudanca, experimenta un retroceso significativo en el número de apoyos y escaños. Pasaría de los 42 procuradores a los 35. Dejaría de ser la fuerza política más votada –pierde alrededor de cien mil votos-, a ser el principal partido de la oposición. En estos pronósticos, parece que ha tenido mucho que ver las negligentes declaraciones de Alberto Garzón, ministro de Consumo, sobre la carne y las macrogranjas, realizadas, de manera imprudente, irresponsable y temeraria, durante estas últimas semanas. A mí, francamente, no me han sorprendido viniendo de un comunista trasnochado, recalcitrante y sectario. Feo favor ha hecho a los  socialistas.

La tercera fuerza política será Vox, que pasará de un solo procurador a los nueve, según la intención de voto. Quizá sus resultados puedan variar, dado el deseo generalizado expresado de alcanzar un gobierno de mayoría absoluta por parte de los populares. Así se está expresando la opinión pública en la calle. En cualquier caso, habrá que tenerles presentes en un posible escenario de negociaciones de investidura y configuración del ejecutivo regional. La debacle se la lleva Ciudadanos que, pese a haber formado gobierno de coalición con el Partido Popular, ha visto cómo sus votantes se volatilizan en la búsqueda de mejores opciones. Su candidato, Francisco Igea –anterior vicepresidente del gobierno de Fernández Mañueco- quizá, y solo quizá, consiga obtener su acta parlamentaria, pero todavía está en el aire. Unidas Podemos, no puede, igualaría sus resultados cosechando dos escaños.

UPL (Unión del Pueblo Leonés), sumaría un procurador al ya obtenido. Por Ávila repetiría sus resultados, un procurador. A partir de aquí entrarían en escena nuevas formaciones que, según sondeos, obtendrían un representante. Me refiero a Soria Ya –podría alcanzar dos actas-; Vía Burgalesa, uno; finalmente, España Vaciada parece que llegaría a obtener los sufragios necesarios para tener representación parlamentaria.

A mi modo de ver, el Partido Popular intentará gobernar en solitario, sin hipotecas políticas. Lo puede hacer o bien por la vía de la mayoría absoluta, o a través de un gobierno de mayoría relativa, sin caer en acuerdos con Vox o Ciudadanos, como ya ha manifestado  en reiteradas ocasiones, en las ruedas de prensa, los mítines de precampaña y los comunicados oficiales.

Todos los escenarios parecen serles propicios. No veo, en caso de no obtener la mayoría absoluta, un escenario de unión del resto de los partidos de la oposición, muy fragmentados y de disperso espectro ideológico. Por otra parte, si así fuese necesario, los acercamientos con UPL o Por Ávila, le podrían hacer cuadrar las cuentas y conseguir la mayoría aritmética. Tampoco es desdeñable el que algunos grupos se abstuvieran en el proceso de investidura, facilitando la formación de gobierno a Fernández Mañueco.

De Vox, los populares no quieren ni oír hablar, prefieren mantenerse distantes de ellos para evitar peajes incómodos que pagar. Además, la cercanía de la celebración de comicios generales les obliga a mantener una distancia ideológica, pero ya saben ustedes que en política todo es posible. No obstante, conviene aclarar un extremo. Los votantes de Vox –generalmente procedentes de un Partido Popular distinto al que habían apoyado-, no verían con buenos ojos que su voto fuera regalado al Partido Popular del que se han manifestado disidentes. La lógica dicta que no tendría sentido apoyar a Vox para que ese apoyo fuera transferido gratuitamente a los azules. Esta estrategia es un arma de doble filo para los acólitos de Abascal. De una parte pueden retraer a sus potenciales votantes, y de otra, sin lugar a dudas, haría caer a los verdes en incoherencia, incomprensión y un sin sentido. El votante de Vox, en el peor de los casos, espera que a cambio de ese apoyo de investidura reciba consejerías y otros altos cargos de la administración regional, algo que a los populares desagrada en extremo.

En conclusión, estas elecciones, como decía al  principio, son la antesala de las elecciones generales. El desgaste socialista es clamoroso, el descontento social es muy amplio en numerosos subsectores económicos de la sociedad española, y el gobierno social-comunista que nos preside, el más radical de la Europa Occidental, no parece resolver sus diferencias en la necesaria acción unitaria de gobierno patrio. Estamos pues, claramente, ante un posible inicio del cambio de ciclo político, agotada la XIV legislatura nacional actualmente en vigor. Esto lo saben los partidos en liza, por eso van a poner especial empeño en sus respectivas campañas electorales en la búsqueda del voto indeciso, del nuevo votante y de los desencantados con unos u otros.

El próximo 13 de febrero marcará, o el inicio de la primavera popular, o por el contrario, la prolongación del otoño, casi invierno, de la coalición aposentada en el palacio de La Moncloa. Veremos que deparan las urnas y cuales son los deseos de los castellano-leoneses. Los resultados serán interpretados, en cualquier caso, en clave nacional. Para Pablo Casado es una oportunidad que no puede malgastar y perder, para Sánchez, quiera Dios que así sea, puede ser el principio del fin de su aventura gubernamental. Lo que está claro es que José Luis Tudanca, más pronto que tarde, tendrá que ceder el paso a otros compañeros que ya calientan desde el banquillo, dispuestos a sucederle como secretario general del PSOE-CyL. De Ciudadanos está todo dicho, su agonía se irá prolongando hasta su definitiva desaparición de la escena nacional, algo que ya ocurrió con UCD, CDS y UPyD. La historia se repite y los naranjas son víctimas de sus pésimas estrategias de actuación e intervención política, de sus pactos multicolor y mociones de censura pintureras.

José María Nieto Vigil | Escritor

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