Su última confrontación pública ha sido con María Jesús Montero. Ya ha logrado imponerse a cinco ministros en Moncloa, mientras que Sánchez apaga los fuegos.
Pablo Iglesias vuelve a marcarse otro tanto dentro del Consejo de Ministros y consigue ganar la batalla a hasta cinco ministros socialistas. Esta vez a causa de la comunicación en la gestión de la crisis del coronavirus por parte del Gobierno. Ayer, el vicepresidente de Derechos Sociales comparecía ante la prensa para informar sobre el protocolo de desconfinamiento de los menores de edad. La última cuestión que ha vuelto a tensionar –por tercera vez durante el estado de alarma– a los ministros morados y socialistas. Evidenciaba ayer públicamente ese malestar que cunde estos días en Moncloa, y de paso, con el altavoz mediático, proclamaba que, una vez más, las políticas sociales se imponían dentro del Gobierno frente al ala más ortodoxo, pilotado por las vicepresidentas Carmen Calvo, Nadia Calviño y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.
Iglesias lanzaba un órdago a la ministra portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, cargando con que el Gobierno «no comunicó bien» la decisión que se había tomado en el Consejo de Ministros del martes. La portavoz explicó en un primer momento que los niños tan solo podrían salir acompañados de sus progenitores al supermercado o a la farmacia. Horas después, ante el clamor político y social el Ejecutivo obligado a rectificar. Según la versión de Iglesias la enmienda se debía a que en la reunión de ministros se había decidido una regulación genérica en el estado de alarma, que establecía una orden ministerial que debía ser trabajada entre el Ministerio de Sanidad y los expertos de la Dirección General de Infancia –dependiente de la vicepresidencia de Iglesias. La cual, dijo «tenía que terminar de regular y concretar lo que hoy –por ayer– anunciamos aquí», crítica directa a la anticipación de Montero dos días antes.
Dentro del Gobierno, la facción morada celebraba ayer la nueva victoria. Y es que la estrategia del vicepresidente y sus ministros está funcionando. En estos primeros 100 días de Gobierno, los de Iglesias se han centrado en redoblar la tensión dentro del Gobierno, en focalizar la visibilización de dos bloques. La crisis del coronavirus no ha hecho más que acrecentar esta división, entre el bloque más conservador y el más social. Así, el plan de potenciar la influencia de los morados dentro del Gobierno de Sánchez se caracteriza por la creación continua del conflicto. Es un proyecto que no llega de nuevas, pues cuando el partido aún no había llegado a La Moncloa ya ahondaba en esta línea, con el objetivo de ganar la batalla de la tan necesaria reconstrucción del relato.
El tanto de Iglesias sobre Montero llega tan solo una semana después de que lograra imponerse ante el ministro de Inclusión, José Luis Escrivá. La desavenencia se encuadra por el adelanto del ingreso mínimo vital al mes de mayo, y volvió a evidenciar la discrepancia entre ministros. Iglesias anunciaba una rueda de prensa para concretar las medidas, mientras que Escrivá reconocía esa misma mañana que desconocía tal punto. Presidencia canceló la conferencia, aunque Sánchez accedió a acelerar los plazos de la aprobación del subsidio, pero Iglesias tuvo que reconocer públicamente errores en comunicación.
El escudo social fue el emblema principal que los morados defendieron nada más irrumpir la crisis del coronavirus y también el que provocó las principales tensiones entre el vicepresidente segundo y la vicepresidenta tercera, Nadia Calviño. Medidas sobre la suspensión del pago de alquileres, la renta mínima universal o el debate dentro del Gobierno sobre la necesidad de paralizar todas las actividades no esenciales y la prohibición de los despidos, eran los principales obstáculos. Iglesias se impuso en al defensa de una inyección de gasto social frente a los ministros que miden más el impacto y tratan de contener la caída del PIB, como Calviño y Montero.
El primer roce entre morados y socialistas tenía como protagonistas a la vicepresidenta Carmen Calvo y el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, a causa del anteproyecto de la Libertad Sexual promovido por el ministerio de Igualdad de Irene Montero. El liderazgo por las políticas feministas enfrentaba a Calvo y Montero. De hecho, el ministerio de Igualdad fue uno de los escollos en las negociaciones para formar gobierno. El titular de Justicia y la vicepresidenta trataron de frenar la presentación del «solo sí es sí» antes del 8-M escudándose en que debían corregirse «errores evidentes» en el borrador de la ley. El propio Iglesias escenificaba la división criticando las «excusas técnicas» del ministro a la ley y criticando públicamente que había «mucho machista frustrado». Tras la mediación Sánchez- Iglesias, la ley fue aprobada por el Gobierno. Desde el entorno del presidente no niegan estas victorias, aunque recalcan, que siempre son permitidas por Sánchez. «La decisión última es siempre suya tras escuchar muchas veces», repiten, a pesar de reconocer las constantes fricciones.
(Rocío Esteban. Diario La Razón)