Elaborado por el Centro de Estudios, Formación y Análisis Social de la Universidad CEU San Pablo, estima en el 10% de la población el ‘exilio’ generado por las décadas de violencia terrorista y del que se habrían beneficiado las formaciones nacionalistas.
Estudio del CEU
A cuatro días de las elecciones del 28-M, y tras la polémica por las listas de EH Bildu con presencia de expresos de ETA, un estudio vuelve a poner el foco sobre el ‘exilio’ forzoso padecido por numerosos ciudadanos vascos a consecuencia de la violencia de los terroristas asesinos y que les llevó a abandonar Vascongadas. Una situación de la que se afirma que produjo una alteración de censo electoral “con carácter definitivo”. Un impacto social y político que achaca a “la presión nacionalista” vivida por muchos colectivos profesionales e ideológicos.
El documento, titulado “El éxodo vasco como consecuencia de la persecución ideológica”, realiza valoraciones muy críticas sobre el comportamiento social e institucional de la sociedad vasca durante años ante el impacto de la violencia de ETA.
El documento está firmado por el Centro de Estudios, Formación y Análisis Social de la Universidad CEU San Pablo y figuran como autores José Luis Orella, profesor de historia contemporánea; Alejandro Macarrón, coordinador del Observatorio Demográfico del CEU y quien fuera delegado del Gobierno en Euskadi, Carlos Urquijo, que figura como director de proyectos de la Fundación Villacisneros. Además, la expresidenta del PP vasco, María San Gil, aparece como coordinadora del proyecto.
Hasta ahora son pocos los análisis detallados llevados a cabo sobre esta materia. El informe cifra el impacto en el 10% de la población vasca y en términos absolutos en alrededor de 180.000 las personas que abandonaron el País Vasco. Una marcha entre 1976 y 2022 que engloba a quienes lo han hecho “por razones políticas, económicas o de otro tipo”, se puntualiza. La cuantificación se basa fundamentalmente en el análisis de la evolución demográfica en Vascongadas y su comparación con lo ocurrido en otras comunidades autónomas limítrofes como La Rioja, Navarra y Cantabria, en las que el impacto del terrorismo asesino de ETA fue menor.
Un «desmoronamiento» demográfico
A lo largo del informe se señala que el “desmoronamiento” demográfico comenzó en 1976 y se intensificó entre 1995 y 2000. Los autores se refieren a una variedad de causas que explicarían lo ocurrido, razones que engloban en un amplio concepto de “motivos político-terroristas”. Aseguran que las razones fundamentales fueron tanto la amenaza de ETA como la “hostilidad” social e institucional que se vivió en el País Vasco “hacia quien no fuera nacionalista”. También citan otras causas para explicar ese ‘exilio’, como el “enrarecimiento del clima político”.
Alteración del censo electoral
Los autores aseguran que el ‘éxodo’ se favoreció por “la impunidad de los asesinatos de ETA, amparados por el silencio en la calle y los comentarios favorables de los demás partidos”. Subrayan que la falta de libertad que durante tantos años se ha vivido en Vascongadas ha perjudicado a las formaciones no separatistas y ha beneficiado a las nacionalistas/separatistas gracias a una alteración del censo electoral y de la oferta política que no les ha permitido concurrir en igualdad: “Ha impedido que las alternativas no nacionalista puedan competir en igualdad de condiciones”.
Aseguran incluso que la marcha de muchos vascos por razones económicas también ha estado mediatizada por el control que el nacionalismo ha llegado a tener de la sociedad y la economía vasca, aprovechando procesos como la reconversión industrial que dejó fuera a muchos trabajadores, “votantes mayoritariamente de opciones de izquierda no nacionalista”.
Emigración sin vuelta
Apuntan que el “régimen nacionalista” también habría expulsado a los “descendientes de aquellos no nacionalistas” que, al carecer de contactos, no han encontrado oportunidades laborales en “un mercado de trabajo mediatizado por las condiciones que favorecen a los nacionalistas” y que les habría forzado a una “emigración sin vuelta”, con la pérdida de talento que ello ha supuesto para la economía vasca. Cuestionan que ni siquiera en los años más recientes sin la violencia de ETA desde las instituciones vascas se ha trabajado para “facilitar su retorno”.
(Con información de El Independiente)