Ucrania y España | Pío Moa

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Creo que este blog (www.piomoa.es) es el único lugar en  que se ha enfocado la guerra de Ucrania desde el punto de vista de la posición y los intereses de España. El que nadie lo haya hecho, que yo sepa, indica hasta qué punto ha cundido en las clases supuestamente pensantes e influyentes  (intelectuales, políticos,  periodistas) el servilismo lacayuno y el desprecio de fondo  hacia la propia España, considerada de entrada como un país necesariamente satélite de otras potencias.

Al carecer de este enfoque de principio, los análisis se convierten en logomaquias basadas en la propaganda de los dos bandos, en la práctica de uno solo (la OTAN y el gobierno antirruso de Kíef). La guerra es un conflicto entre la OTAN y Rusia, con Ucrania como instrumento al modo de tantos conflictos de la guerra fría. En esencia, Putin quiere que la guerra sea local y dure lo menos posible. Biden quiere  que sea local, pero que dure lo más posible para desgastar a Rusia y tratar de arruinarla económicamente (con su secuela de hambre, desplazados y refugiados, ya habitual en otras empresas “liberadoras” de la OTAN). Y Zelenski quiere que sea larga y se amplíe a Europa. Afortunadamente, no puede conseguirlo, y dado que parece haberse llegado a un estancamiento, es posible una paz, aunque difícilmente tendrá bases firmes.

En todo caso, se trata de un conflicto que no afecta a los intereses de España, excepto en un punto en que coincide con Rusia y con la OTAN: que la guerra no se extienda fuera de Ucrania.  Y en otro punto  en que coincide  con Rusia: que dure  el menor tiempo posible.   Sin embargo el tono y las implicaciones de los “análisis” propagandísticos de nuestras degradadas castas pensantes van en la misma dirección que los deseos de Zelenski, a quien convierten en  héroe “olvidando”, además, que la demagogia antirrusa del ucraniano es exactamente la misma que la antiespañola de nuestros separatistas. Claro que toda esa belicosidad antirrusa en España es pura hipocresía, pero la hipocresía empuja muchas veces a los peores actos.  

Como fuere, ni el acortamiento de la guerra ni su restricción a Ucrania están en manos de cualquier decisión imaginable  de España, por lo que la única postura acorde con nuestros intereses es la abstención, la neutralidad. En un conflicto entre la OTAN y Rusia –pues este es el fondo del problema–, sucede que España no tiene ningún agravio con Rusia, pero sí, y muy graves con los “amigos y aliados” de los gobiernos PP y PSOE, “amigos” que invaden nuestro país en puntos estratégicos y son aliados a su vez de un tirano que amenaza nuestro territorio. No es de extrañar que esos mismos gobiernos hayan estimulado y financiado los separatismos y satelizado cada vez más nuestro país a dichos “amigos y aliados”: todo va junto.

La entrada de España en la OTAN, recordémoslo,  fue llevada a cabo por un gobierno que instauró  una corrupción masiva, emprendió  el socavamiento de la independencia judicial, integró a España en la UE en pésimas condiciones y abrió la verja de Gibraltar, convirtiendo a esta humillante e inadmisible colonia en un emporio económico que corrompe toda la política española. 

El análisis de la guerra nos lleva, por tanto, a una doble conclusión: hay que plantear abiertamente la cuestión de la neutralidad de España, tradición realmente beneficiosa para todos y hasta gloriosa, de nuestro país en las anteriores guerras mundiales. Esta es la cuestión realmente importante y de calado histórico. Lo cual implica a su vez el fin de la oligarquía PP-PSOE, que ha llevado al país al golpismo, el ataque a las libertades básicas, la corrupción y la satelización política, militar y cultural.

Pío Moa | Escritor

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