Ucrania, la OTAN y España | Pío Moa

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Inicialmente, la intención de Putin era mantener a la OTAN fuera de Ucrania y garantizar la autonomía del Donbás. La intención de Zelenski era impedir toda autonomía de las regiones de habla rusa y entrar en la OTAN como garantía a su política. La intención de Biden era utilizar el problema ucraniano para debilitar todo lo posible a Rusia, sin entrar abiertamente en Ucrania. 

En función de ello, Putin quería una guerra corta;  Zelenski y Biden querían alargarla lo más posible. Pero Zelenski quería además una involucración directa de la OTAN y la UE, que estas no deseaban, porque el conflicto local ucraniano podría degenerar en una guerra generalizada. Dicho de otro modo: los jefes de la OTAN –Usa e Inglaterra– querían y quieren debilitar al máximo a Rusia a costa de la sangre de ucranianos y rusos, pero sin traspasar los límites de Ucrania. Y esto es lo que por el momento están consiguiendo, aunque no sabemos hasta qué punto las sanciones destrozarán la economía rusa como pretenden ni hasta dónde llegarán las malas consecuencias económicas para la propia UE.

Pero la prolongación indefinida de la guerra trae consigo nuevos planteamientos y peligros. No es probable que  Rusia se conforme con una autonomía del Donbás y la neutralización, objetivos iniciales, y quizá quiera  asegurarse  todo el corredor rusohablante del este,  desde Járkov a Crimea. Esto no sería aceptado por Ucrania ni por la OTAN. Y  en todo caso la mera prolongación del conflicto trae consigo la posibilidad de su ampliación hasta convertirse en guerra general. Como suele decirse, estas cosas se sabe cómo empiezan, pero no cómo acaban. 

Rusia cometió el error de creer que sus tropas serían bien recibidas en Ucrania, que el ejército ucraniano sería flojo y mal armado  y que la guerra terminaría enseguida. Sus movimientos respondieron a esa esperanza y resultaron en gran parte fallidos. Ahora parece imitar la estrategia de la OTAN en Irak: destrucción sistemática de infraestructuras militares y de comunicaciones durante semanas, antes de lanzar el asalto contra un enemigo reducido a la impotencia. La diferencia es que Irak se encontraba totalmente aislado, mientras que la OTAN va a comprometerse más a fondo en Ucrania, un peligro creciente para Europa entera.

Por lo que respecta a España, su posición es de mero lacayo de Inglaterra y Usa. No tiene ningún conflicto con Rusia ni con Ucrania, pero sí lo tiene con la OTAN, cuyos países jefes invaden nuestro territorio y son aliados de la tiranía marroquí, que a su vez amenaza invadirnos. El más elemental interés español radica en la declaración de neutralidad, en este o en cualquier conflicto promovido por la OTAN, alguno de los cuales, el de Irak, bien caro nos ha salido. Comprendemos que para Polonia o los países bálticos la OTAN pueda ser una garantía de seguridad, pero para España no es solo inseguridad, sino también indignidad y humillación, mientras tengamos unas castas o chusmas políticas como las que padecemos. 

Pío Moa | Escritor

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