Sánchez se hunde: la lucha por su sucesión ya está en marcha

sanchez se hunde y sus sucesores corren a ocupar su puesto

El sanchismo se descompone: se abre la carrera por el poder

Sánchez se hunde y ya nadie lo niega. La sensación es que el presidente ha dejado de ser intocable. El régimen, sostenido a golpe de propaganda, represión y favores a separatistas y comunistas, muestra grietas profundas. La corrupción lo envuelve todo. El llamado Caso Leire retrata a la perfección la forma de operar del sanchismo: como una auténtica mafia. Y lo peor para Sánchez está por llegar. Lo más grave le afectará directamente. En ese momento, caerá.

Sánchez se hunde. Sí. Y 20 altos cargos de Sánchez han pasado a la empresa privada en los últimos cuatro meses. Observan el final y no quieren hundirse con Sánchez.

El PSOE ya se mueve entre bastidores. Comienza la guerra por la sucesión. Nadie da aún el paso, pero todos se preparan. La duda no es si caerá, sino cuándo y con qué consecuencias.

Zapatero: la opción del continuismo radical

El primer nombre que suena con fuerza como relevo es José Luis Rodríguez Zapatero. Es el que quiere Sánchez. Representa la continuidad. Es el mismo que resucitó el guerracivilismo y nos llevó a la ruina. Hoy se ha reciclado como intermediario de la izquierda internacional, defendiendo los intereses de las dictaduras comunistas de China y Venezuela. Es el elegido por Pedro Sánchez.

Ambos formarían una diarquía, con reparto de funciones. Se trataría de mantener el poder dentro del núcleo duro del sanchismo. Nada cambiaría. El continuismo sería total. El sanchismo con otra cara. Esa es la clave de la operación Zapatero: blindar al caudillo y su legado frente a la justicia y la historia.

Page: la alternativa del bipartidismo globalista

El segundo candidato en juego es Emiliano García-Page. El presidente manchego representa una cara amable dentro del PSOE, vendida como “moderada”. Los viejos felipistas le respaldan. El PP de Feijóo lo apoya, Pero no es más que el caballo de Troya del globalismo en España.

El objetivo: formar una coalición PSOE-PP, pilotada desde Bruselas y bendecida por los globalistas. El mismo bipartidismo que ha permitido los abusos ideológicos de la izquierda y la tibieza cómplice de la derecha. Page es el elegido de las élites. Es el proyecto de la continuidad maquillada, donde se consolida un régimen bipartidista que excluye al pueblo y protege a las élites.

Y en ese contexto, aunque Sánchez se hunde, deja paso a un sistema aún más enraizado, con apariencia renovada pero esencia idéntica.

Los planes B: Illa y Tomás Gómez

En tercer lugar aparece Salvador Illa, actual presidente de la Generalidad de Cataluña. Sería el plan B del propio Sánchez. Ambicioso, disciplinado, y absolutamente leal al líder, no daría un paso sin su consentimiento. Su perfil es técnico, pero su objetivo es claro: continuar la obra del sanchismo.

Illa protegería al presidente caído y seguiría ejecutando su hoja de ruta. El problema es que el margen se ha agotado. Europa ya no le ofrece refugios, y los socios radicales se vuelven peligrosos. La opción Illa no suma, solo extiende la agonía.

Y desde las sombras también se baraja el plan B de los globalistas si la opción Page falla. Es Tomás Gómez, el dirigente madrileño que nunca se fue del todo. Representa al viejo aparato felipista, deseoso de recuperar cuotas de poder.

En este baile de máscaras, cada uno juega sus cartas. Y mientras todo esto ocurre, Sánchez se hunde, pero el régimen que creó intenta sobrevivir.

No se trata solo de Sánchez, sino del sistema

La caída de Pedro Sánchez es inminente. La pregunta no es si se va, sino cómo se reconfigura el poder. Y aquí se juega el futuro de España. La batalla no es solo contra el sanchismo, sino contra el sistema bipartidista, globalista y tecnocrático que lo sustenta.

El pueblo español debe abrir los ojos: no basta con cambiar de rostro. Hay que desmantelar todo el entramado que ha destruido nuestras libertades, atacado a la familia, ridiculizado la fe y entregado la soberanía nacional a intereses extranjeros.

Sánchez se hunde, sí. Pero lo importante es que no se perpetúe el régimen que lo creó.

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