El Gobierno busca mantener viva la iniciativa con causas de impacto simbólico y forzar al PP a retratarse en los temas que más le dividen.
Cada causa cumple un propósito: Palestina y Franco para movilizar a la izquierda, aborto e inmigración para dividir al PP en su incoherencia ideológica, y Vox como catalizador de votos que debilita al PP
El Gobierno activa la maquinaria electoral con causas simbólicas
Sánchez está en modo preelectoral. Aunque la legislatura está escrita hasta 2027, todo en Moncloa suena a campaña y ya ha avanzado que se va a presentar a las próximas elecciones. El Ejecutivo ha diseñado una estrategia para mantenerse en el foco mediático y marcar la agenda pública: explotar el aborto, la inmigración, el conflicto palestino, potenciar a Vox y, como siempre, el comodín de Franco/Valle de los Caídos.
El objetivo no es gobernar, sino conservar el poder para preparar las condiciones para las próximas elecciones. Cada movimiento busca forzar al Partido Popular a retratarse en los temas que más lo dividen y distraer la atención de la corrupción socialista.
En este tablero político, Sánchez sabe que cada crisis le permite reforzar su victimismo, vender su relato ideológico y esconder la falta de gestión real y la corrupción. Nada es casual: cada martes, el Consejo de Ministros ensaya un nuevo capítulo de esta coreografía electoral.
Una estrategia ensayada desde Moncloa
En la sala de prensa del Consejo de Ministros, los ministros actúan como candidatos. Moncloa convierte cada comparecencia en un acto de campaña, dirigido a marcar titulares y generar contraste con la oposición.
El miércoles siguiente, el guion se repite en el Congreso. Así, el Gobierno convierte la rutina institucional en un escenario electoral permanente.
Aborto: el arma de la «izquierda» de Sánchez
Hace apenas dos semanas, Pedro Sánchez reactivó el debate sobre el aborto con una maniobra calculada.
Primero, exigió a las Comunidades Autónomas que creara un registro de objetores de conciencia, intentando poner en la diana a los médicos provida. Después, encargó al Consejo de Estado un informe para blindar el aborto en la Constitución a través del artículo 43.
El Gobierno sabe que no tiene mayoría suficiente para modificar la Carta Magna, pero no le importa. La jugada busca otra cosa: obligar al PP a posicionarse y dividirlo internamente. De paso, Sánchez refuerza su imagen de líder “progresista” ante sus bases y desactiva las críticas por la crisis económica y la corrupción interna del PSOE.
Inmigración: herramienta de presión política
La inmigración se ha convertido en otro de los pilares del modo preelectoral de Sánchez.
Cada llegada masiva de inmigrantes ilegales o traslado de menores no acompañados genera tensión entre comunidades autónomas, la mayoría gobernadas por el PP. El Ejecutivo utiliza el problema para señalar la “falta de solidaridad” del PP y presentarse como garante de los “derechos humanos”.
El relato se impone: el PSOE se presenta como el partido “humanitario”, mientras el PP aparece dividido entre el discurso de orden y las presiones locales. En realidad, Sánchez no busca soluciones reales al problema migratorio,- ni le importa- sino mantener el debate en el terreno moral.
Palestina, Franco y el espectáculo permanente
El conflicto palestino-israelí se ha convertido en otro pilar propagandístico. Sánchez se coloca en la “vanguardia diplomática” de la causa palestina, mientras el Gobierno utiliza la política exterior como escaparate ideológico. Sánchez pretende proyectar una imagen de líder “valiente” frente a Israel y Trump, aunque sus gestos no tengan impacto real.
Esa misma lógica se aplicará en noviembre, cuando reaparezca el comodín de Franco y la «resignificación» del Valle de los Caídos. El Ejecutivo recurrirá otra vez a la memoria histórica para desviar la atención de la inflación, la corrupción, la inseguridad y la crisis del empleo.
Cada causa cumple un propósito: Palestina y Franco para movilizar a la izquierda, aborto e inmigración para dividir al PP en su incoherencia ideológica, y Vox como catalizador de votos que debilita al PP
Esa es la fórmula mágica del sanchismo: convertir la política en propaganda.
Vox: el enemigo que Sánchez necesita
Moncloa ha aprendido que mencionar a Vox refuerza el relato del miedo. Cada vez que Santiago Abascal sube en las encuestas, el PSOE lo utiliza para atacar al PP y movilizar al electorado de izquierdas. En privado, los asesores de Sánchez lo admiten: “Si Vox suena, Feijóo paga”.
Sánchez sobredimensiona a su adversario porque sabe que su propio proyecto político no entusiasma, solo asusta. El miedo se ha convertido en la principal herramienta electoral del socialismo español.
Una campaña sin fecha y un país sin rumbo
Sánchez actúa como candidato permanente, obsesionado con controlar el relato y mantenerse en el poder a cualquier precio. Cada crisis se convierte en un instrumento, cada causa en una cortina de humo.
Su prioridad no es España: su prioridad es él mismo.