Miguel Ángel Quintana Paz es doctor en Filosofía y en la actualidad es director académico del Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP) de Madrid. El periodista David Mejía le ha entrevistado para The Objective y que por su interés, reproducimos fragmentos de dicha entrevista
P. – ¿Tu vocación docente se confirmó dando clase?
R. – Sí. Aquello fue el cambio total, porque desde el principio doy clase de filosofía o de ética a gente que no estudia filosofía, y es un reto mucho más interesante, porque tienes que convencer.
P. – Esta etapa, en la que comienzas a dar clase en la Miguel de Cervantes de Valladolid, coincide con la Fundación de UPyD, partido del cuál llegaste a ser afiliado. ¿De dónde viene esa vocación política y por qué te sentiste identificado con los valores de UPyD?
R. – Me afilié justo al empezar, en el verano de 2007. Existía la idea -que no es de UPyD, sino de Ciudadanos- de que hacía falta un nuevo partido de centro izquierda y no nacionalista. Y me interesó. Además, de repente vi que un montón de gente a la que yo admiraba, valientes combatientes contra el nacionalismo y contra el terrorismo en el País Vasco, me conocían como de UPyD. Entonces tenía dos opciones: o desmentirlo y quedar fatal, porque les acabo de conocer y les debo decir que el primer dato que saben de mí es falso, o adecuar la realidad al dato. Entonces fui a casa y me afilié. Y con ese pequeño empujón me metí en política. Entonces, como entro al principio y somos pocos, se reparten cargos. Realmente fue de casualidad porque nunca tuve interés en la política activa, pero sí que me interesaba deliberar, preguntar, cuestionar, entender, intentar aportar. En UPyD era difícil aportar porque el núcleo duro era muy duro. Pero bueno, conocí un montón de gente, y un montón de realidades. Luego, cuando salí, siempre he agradecido muchísimo tener esa otra parte, la más pragmática, la más real.
P. – ¿Ver un partido desde dentro no aumentó tu cinismo?
R. – No, todo lo contrario. Lo que sí aumentó es la cautela.
P. – ¿En esta época te identificabas con lo que representaba UPyD?
R. – En ese momento, sí. Pero UPyD no quería solo recoger a los descontentos del PSOE, sino que también se quería acoger a los liberales descontentos a quienes el PP no satisfacía.
P. – Marion Maréchal es la sobrina de Marine Le Pen, y fue diputada por el Frente Nacional. En ese momento era la diputada más joven en su momento en la Asamblea Francesa. Pero se distancia del Frente Nacional cuando el grupo decide no salir a la calle cuando se aprueba el matrimonio homosexual.
R. – En Francia está el Frente Nacional, posteriormente llamado Agrupación Nacional, que es un partido que recoge muchos elementos de lo que se llama ‘nueva derecha’; elementos que la derecha tradicionalmente no había recogido, como la preocupación por los problemas que trae la inmigración y una mirada menos asociada al liberalismo económico. Maréchal, efectivamente se separa del partido de su tía por dos cosas. Primero hay un interés en hacer la batalla cultural desde fuera de la política, porque hay un hueco en Francia que ella percibe. Y es que en Francia hay un partido de derechas más liberal y uno muy políticamente incorrecto, euroescéptico, que considera que Europa tiene que ser una alianza de naciones, pero nada más. Por lo tanto, un poco anti sistémico. Entonces, una gran idea de la derecha -o de la no izquierda- tiene que incluir lo liberal y también lo patriótico, lo nuevo, rompedor… Pero ahí falta algo en las tradiciones de la derecha de toda la vida, que es lo conservador, y eso es lo que se percibe que faltaba en Francia: alguien que defendiera las ideas conservadoras, que se parecen a veces un poco a las liberales, pero no son idénticas. Y defender la idea de que hay ciertos valores heredados de la tradición que te hacen ser lo que eres, que están bien y que no pasa nada porque sigan. Y es muy interesante hacer un centro de pensamiento donde todas esas corrientes empiecen a comprender que aspiran a defender el valor de toda la cultura tradicional ante la amenaza de su disolución.
P. – Y esto es la guerra cultural.
R. – Efectivamente, es tener claro qué es lo que no te gusta. Luego es verdad que del otro lado hay gente muy distinta, pero pongámonos a hablar, pongámonos a discutir, a debatir con componentes teóricos serios. Yo creo que en Francia se ve mucho más claro y es una sociedad partida en múltiples clivajes. Estamos jugando, como si dijéramos, a tres bandas. Hay tres visiones de qué queremos ser, de cómo tiene que ser nuestra civilización. Por un lado, la islámica. Frente a eso tenemos un Occidente partido en dos. Una parte es progresista, cosmopolita, cree que las naciones han pasado ya su momento de la historia y que ahora tenemos que ir hacia macro organizaciones mundiales, incluso hacia un gobierno mundial. Y después todos estos pertenecientes a grupos oprimidos, por así decirlo, a quienes se les da permiso para pasar de víctimas a victimarios.
P. – Entonces tenemos tres ejes. Un eje religioso, es decir, tradición cristiana frente a la tradición musulmana. Otro eje que es patriotismo o globalismo, y otro que es opresores y oprimidos. Y desde el ISSEP se combate sobre estos ejes porque la derecha tradicional, el Partido Popular, no tiene propuestas.
R. – Yo siempre digo que cuando intentaba hablar de la importancia de las ideas con el Partido Popular dedicaba el 90% del tiempo a defender que eran. El PP no se ha ocupado de los valores, y ese vacío lo ha llenado el progresismo con sus dogmas.
P. – ¿Consideras que el llamado discurso progresista supone una amenaza?
R.- Estamos en un momento del mundo en el cual, dominando bien redes sociales, las ideas, la cultura, los mensajes que se transmiten, se puede conseguir un alto grado de dominio. También va en esa dirección el mundo de la empresa. Los eslóganes como «Black Lives Matter» y demás fueron apoyados por Apple, Microsoft, Google, Facebook, Amazon. Empresas que tienen más potencia económica que algunos países. Teniendo esos cuatro ámbitos -entretenimiento, comunicación, educación, y empresas- es normal que el quinto ámbito, que son los políticos, cuadre con ellos. Todo este capitalismo e imposición priva la libertad.
P. – El año que viene habrá elecciones en Estados Unidos, ¿votarías a Donald Trump?
R. – Entre Trump y Biden, sí, votaría a Trump sin dudarlo. Biden es una persona incapacitada para gobernar y que por lo tanto, te hace plantear la pregunta de ¿quién gobierna? La pregunta difícil sería entre Trump o Ron DeSantis.