PSOE y Podemos buscan «relanzar» la coalición

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La coalición de Gobierno entre PSOE y Unidas Podemos no está en su mejor momento. Esto no quiere decir que su mantenimiento esté en cuestión, ni mucho menos, dado que a ambos partidos les interesa sostener el Ejecutivo, más si cabe tras el batacazo en las urnas del pasado domingo que les obliga a dotarse de cierto margen de maniobra para hacer un esfuerzo de recuperación electoral. Pero lo cierto es que la convivencia en el Consejo de Ministros se ha enrarecido en las últimas semanas y prueba de ello es que ayer se convocó en el Congreso la Comisión Permanente de Seguimiento del Acuerdo de Coalición. Una suerte de gabinete de crisis que emerge en los momentos más comprometidos o cuando es necesario volver a engrasar los engranajes del acuerdo que les llevó a cohabitar juntos en la Moncloa. Para muestra, la citada comisión llevaba cuatro meses sin reunirse, desde antes de la pandemia, cuando surgieron abiertas discrepancias por la elaboración de la ley del «solo sí es sí» entre Irene Montero y la vicepresidenta Calvo.

El contexto actual demanda de nuevo parar, hacer diagnóstico e impulsar una estrategia coordinada que ha brillado por su ausencia de un tiempo a esta parte. El batacazo electoral de los morados en las elecciones en Galicia y el País Vasco, la incapacidad del PSOE de absorber su fuga de votantes, así como un estancamiento de la coalición que ha dado alas al nacionalismo han hecho saltar las alarmas. Ni PSOE ni Podemos han capitalizado el llamado «efecto Moncloa» tras aprobar medidas tan populares como el Ingreso Mínimo Vital o los ERTEs.

Esto solo es la punta del iceberg de la confrontación soterrada que existe en el Gabinete. Aunque se afanen en destacar que la pandemia ha unido más a la coalición, superada la emergencia sanitaria, han vuelto a relajarse las filas. El «caso Dina» que cerca a Pablo Iglesias es un ejemplo del clima actual. La soledad del líder morado es total y en Moncloa señalan que se trata de una cuestión «privada» que solo atañe al vicepresidente y no a todo el Ejecutivo. De ahí que se forzara su comparecencia para dar explicaciones y dejar de parapetarse en otros miembros del Gobierno, que tuvieron que valorar su implicación en la sustracción del móvil de su ex asesora.

A esto se suma los choques abiertos que han existido entre miembros del Gabinete a cuenta de los ataques a periodistas y medios de comunicación por parte del propio Iglesias, que llevaron a que varios ministros socialistas le desautorizaran. Una «crítica» que el vicepresidente censuró y que iría en contra del código de buenas prácticas de la coalición que obliga a los ministros a «respetar su ámbito competencial propio y evitar opinar» sobre otros departamentos. La descoordinación también ha quedado patente a cuenta de los posicionamientos sobre la Monarquía. Mientras que desde Moncloa se abría la veda al cuestionamiento de Don Juan Carlos pero como una forma de salvaguarda de Felipe VI, Iglesias aprovechaba esta espita para asimilar ambas figuras e iniciar una causa general contra la Corona.

(Ainhoa Martínez. Diario La Razón)

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