Nociones básicas de economía para curar la ingenuidad | Eusebio Alonso

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La economía se define como el conjunto de actividades concernientes a la producción, distribución, comercio y consumo de bienes y servicios por parte de los diferentes agentes económicos. En un sentido amplio, la economía se refiere a la organización del uso de recursos escasos usados para satisfacer la necesidades individuales y colectivas de la población.

El estudio de la economía se basa en tres conceptos básicos como son: la escasez, la elección y el costo de oportunidad.

La escasez presenta una situación en la que nuestros deseos son mayores que los recursos disponibles para saciarlos. El concepto de escasez establece que la sociedad no dispone de los suficientes recursos para producir todos los bienes y servicios que la población pudiera desear. Por ejemplo, cuando oímos en las noticias que nuevas oleadas de inmigrantes irregulares asaltan nuestras fronteras, convendría saber que aceptar a esa inmigración va a requerir detraer recursos, para su atención y para combatir la delincuencia que conlleva, de otras necesidades sociales a las que previamente estaban destinados, o contraer nuevas partidas de deuda pública que alguna generación tendrá que pagar.

La elección busca casar la satisfacción de deseos ilimitados con recursos que son limitados. La escasez impide ahorrar y gastar dinero al mismo tiempo. La escasez obliga a la sociedad a determinar cómo usar los recursos limitados de que dispone.

Cuando se toma una decisión se incurre, consciente o inconscientemente, en un costo: lo que venimos a llamar el costo de oportunidad. Los economistas lo definen como la oportunidad más valorada que se pierde cuando se realiza una elección. En otras palabras, el costo de oportunidad mide la oportunidad perdida. Por ejemplo, el coste de oportunidad de dedicar un terreno a construir un parque podría ser el de no dedicar ese terreno a la construcción de vivienda social.

Modelos económicos

Las naciones se rigen por uno de dos modelos económicos fundamentales: el modelo de libre mercado y el de economía planificada.

El modelo capitalista, o de libre mercado, es propio de las democracias consolidadas de tipo liberal. Establece que el Estado se preocupa de ocuparse solo de aquellas cosas relevantes de interés social que la iniciativa privada no es capaz de atender o en las que ésta no encuentra adecuada rentabilidad. Al tener el Estado una dimensión pequeña, los impuestos requeridos son bajos. Los partidarios de este modelo consideran que el mejor lugar para que esté el dinero es el bolsillo de la gente que lo ha ganado. Las características más relevantes de este modelo son:

  • Prevalece la defensa de la libertad sobre la igualdad. Algunos paises retornan a sus ciudadanos mediante cheque escolar y sanitario su contribución a la Sanidad y la Educación si estos deciden usar colegios y hospitales privados.
  • Se fomenta el marco de competencia y se protege la propiedad privada incluso aquella referida a los medios de producción.
  • El mercado es el que se autorregula a través la ley de la oferta y la demanda. Esta autorregulación es fruto de la libre competencia y de la cooperación por interés mutuo.

Modelo de economía planificada o modelo marxista. Es propio de las dictaduras de izquierda. En este modelo es el Estado el que dirige la economía con el propósito de combatir la desigualdad, en lugar de dejar la economía en manos de la libre iniciativa privada. El Estado elige las prioridades y se ocupa de todo. Para ello requiere disponer de mucho dinero. Marx lo dejaba claro en su libro de “El Capital”: “A cada cual según su necesidad y de cada cual según su capacidad”. Son características de este modelo:

  • Rechazo de la propiedad privada. Los bienes de producción pertenecen al Estado.
  • Prevalece el concepto de igualdad sobre el de libertad. Recordemos, por ejemplo, el lema “Educación pública de todos y para todos” que saca a pasear la izquierda con frecuencia, mientras que sus propios lideres, haciendo un ejercicio de cinismo descarado, llevan a sus hijos a colegios privados y hacen uso de la Sanidad privada.
  • Desaparecen las clases sociales.
  • El Estado lo decide todo, sin que el ciudadano pueda intervenir en el destino de los impuestos que paga ni el los objetivos económicos del país.
  • No se incentiva el esfuerzo que el ciudadano pueda realizar.

En los Estados modernos con algún rasgo democrático, la economía planificada ha desaparecido en buena medida, consecuencia de los múltiples fracasos acumulados por este modelo que han sido responsables, entre otras desgracias, de grandes hambrunas en la China de Mao y la Rusia de Stalin. Si embargo, los partidos de izquierda cuando llegan al poder, por muy socialdemócratas que quieran declararse, no son capaces de renunciar, en la medida de lo que se les permita, a algunos rasgos del modelo marxista. Entre estos rasgos destacan el sobredimensionar el coste requerido por el Estado para su funcionamiento, coste financiado por elevados impuestos y el aumento de la deuda pública, y la restricción de la iniciativa privada y de la libertad ciudadana con leyes intervencionistas.

Conceptos económicos de interés

El Estado es el máximo responsable de la economía de un país. Para tener una visión, aunque sea superficial, de los aspectos económicos más relevantes, resulta conveniente revisar algunos conceptos. Me limitaré a hablar de aquellos que para mí son los más importantes por la medida en que afectan a la población:

Presión Fiscal

La presión fiscal, que se mide en términos relativos al PIB, supera en España el 42%, estando por encima del promedio europeo. Siendo la proporción recaudatoria procedente de los impuestos a empresas del 32,5%, que resulta superior en 9 puntos a la media europea. Consecuencia de esta presión fiscal, la mayoría de los ciudadanos ceden la mitad de su salario anual a las arcas del Estado. Esto relega a nuestro país al puesto 34 de 38 en el Índice de Competitividad Fiscal. Si relativizamos la presión fiscal a la renta per cápita, resulta que el esfuerzo fiscal en España es un 52% mayor que el realizado por la media europea.

Inflación

La inflación es un fenómeno monetario cuya responsabilidad final es del Estado, ya que sólo él es el responsable del dinero que hay en circulación. Los políticos acusan de la subida de precios a los empresarios y a los líderes de países extranjeros, aunque eso no justifica la subida de precios de todos los productos. Cuando el dinero aumenta más que la producción de un país, entonces aumenta la tasa de inflación. La producción está siempre limitada en su crecimiento por los recursos físicos y humanos disponibles. Una tasa de inflación descontrolada puede destruir una sociedad como lo vemos en paises ricos en recursos, como Argentina, que ha estado demasiado tiempo gobernada de forma autodestructiva.

La inflación mide la pérdida de valor adquisitivo del dinero, o lo que es lo mismo, el aumento generalizado del precio de los bienes. Ésta produce un empobrecimiento en la población y desalienta el ahorro y la inversión. El efecto sobre la inflación de la dependencia energética y alimentaria suele ser consecuencia, como ocurre en España, de la aplicación de políticas ideológicas que lastran la economía. Es por esta razón que se define el término de inflación subyacente para excluir, por conveniencia, la influencia de la energía y los alimentos frescos en el cálculo. La inflación acumulada en España desde 2019 hasta la actualidad ha sido del 16%. El cálculo de la inflación se hace comparando el IPC (Índice de Precios al Consumo) de los meses de diciembre de años consecutivos. Esta forma de cálculo es tan sólo aproximada, ya que no toma en consideración todos los bienes y servicios, sino tan solo aquellos que el gobierno quiere incluir para el cálculo del IPC. Este método de cálculo de la inflación, sometido a la discrecionalidad del gobierno, puede resultar en buena medida engañoso.

El salario mínimo

Es de todos sabido que el salario mínimo establece la mínima cantidad de dinero que un trabajador puede exigir por sus servicios en una jornada laboral completa de 8 horas. Normalmente se alcanza por un acuerdo entre patronal y sindicatos. No obstante, a veces el gobierno interviene en la búsqueda de este acuerdo como un actor más con una intencionalidad electoralista y la búsqueda de un aumento de sus ingresos como resultado del aumento de las cotizaciones a la Seguridad Social y de la liquidez que empuja el consumo y, consecuentemente, su recaudación a través de los impuestos. El establecimiento de un salario mínimo correcto tiene gran transcendencia en la economía de un país. Un valor excesivo supone un desajuste entre ingresos y precios que se suele saldar con el cierre de pequeñas y medianas empresas, la eliminación de puestos de trabajo y la contracción de la oferta de empleo. Por otra parte, es un factor que desincentiva el esfuerzo y la motivación laboral.

La deuda pública

La deuda pública es la deuda que un Estado soberano acumula a lo largo del tiempo como resultado del déficit presupuestario producido ejercicio tras ejercicio. El déficit de un ejercicio es el exceso entre lo que se gasta el Estado y lo que ingresa. La deuda pública acumulada en España es, en la actualidad, de 1.572.000 millones de €. Un 30% más de la que teníamos hace 5 años cuando llegó al gobierno Pedro Sánchez. El pago de los intereses de la deuda supone ya un 3% de los presupuestos del Estado. Cantidad que sigue subiendo año tras año. Aun siendo penoso el panorama, lo más preocupante es que la deuda que se adquiere no se usa para crear riqueza, deuda denominada auto amortizable, sino para hacer frente a los gastos corrientes. Lo que supone un claro escenario de bancarrota. Si conseguimos vender deuda es porque Europa nos la compra a cambio de ceder progresivamente nuestra soberanía.  Por otra parte, a medida que crece la deuda pública también crece la prima de riesgo que influye en el tipo de interés que el mercado aplica a la compra de nueva deuda.

Ley de Presupuestos

La ley más importante que se aprueba cada año es la ley de presupuestos que establece que cantidad se va a dedicar el siguiente año a satisfacer las necesidades del país de acuerdo con los intereses del gobierno. Dependiendo del tipo de Estado, o más precisamente, del tipo de gobierno del ejecutivo, estos requerirán más recursos si el gobierno tiene un perfil de izquierdas, o menos si el perfil es de derechas. Desgraciadamente, no siempre los gobiernos de izquierda buscan compensar desigualdades con la ley de presupuestos, que es lo que cabría esperar según el marketing que nos venden. En no pocas ocasiones, como ocurre en la actualidad, lo que buscan es pagar apoyos de gobernabilidad con el dinero de todos los españoles.

Supervisión del Gasto Público

Una de las preocupaciones de cualquier país sensato es determinar la eficiencia del gasto del dinero público. Es decir, no solo es importante que existan partidas presupuestarias adecuadamente dimensionadas para atender las necesidades de la sociedad, sino que también es necesario medir la eficiencia del gasto realizado. Es decir, qué porcentaje de ese gasto se aprovecha realmente y cómo satisface éste las necesidades a las que iba destinado. Para realizar esta función tenemos en España el denominado Tribunal de Cuentas cuyo propósito es la fiscalización, mediante auditorías, del gasto del sector público.

Sin embargo, en un país como el nuestro que se jacta de la falta de independencia de poderes, no resulta sorprendente que también el Tribunal de Cuentas esté sometido al poder político. De esta manera, las alertas, cuando las hay, ya que tan solo se monitoriza una muestra del gasto realizado, no tienen ninguna transcendencia relevante para el que haya cometido una infracción. Como ejemplo baste un botón, ya que recientemente el Tribunal de Cuentas ha declarado que no es capaz de identificar a qué se han destinado los fondos europeos, cerca de 40.000 millones de € recibidos hasta la fecha, destinados al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR). Lo peor es que esta obscenidad no tenga mayor recorrido y no se exija responsabilidad a los encargados de gestionar este dinero ni a los que tienen obligación de supervisar el gasto. ¿Y qué hace la oposición? Nada. Fiel reflejo, con toda probabilidad, de una ineptitud cómplice.

Los cuatro modos de gastar el dinero según Milton Friedman

Milton Friedman, premio Nobel de Economía en 1976 describía las 4 formas de gastar el dinero en función de la procedencia de éste y el destino que se le iba a dar. Estas formas son las siguientes:

Gastar el dinero propio en uno mismo. En estas circunstancias se busca maximizar la calidad de lo que se obtiene a cambio. Se intenta que el gasto sea eficiente, optimizando el cociente beneficio/coste. Es lógico, conociendo que el dinero es de uno y se gasta en beneficio propio.

Gastar el dinero propio en otros. Cuando esto ocurre, se pierde interés en la calidad del producto adquirido y la prioridad está en reducir el coste todo lo que sea posible.

Gastar dinero de otros en uno mismo. En este supuesto el objetivo perseguido es el de buscar maximizar el beneficio sin importar el coste ya que el dinero que se pone en juego no es nuestro.

Gastar dinero ajeno en otras personas. En este último supuesto no existe preocupación ni por el coste ni por la calidad de lo que se obtiene a cambio. En consecuencia, el resultado es deficiente y el coste es alto.

De los 4 supuestos anteriores, es fácil concluir que el Estado se mueve principalmente en el cuarto supuesto (no hay preocupación por el coste ni por la calidad de lo que se adquiere a cambio). Esto resulta evidente dado que el Estado recauda dinero mediante impuestos, o se endeuda, para hacer frente a los gastos de cada ejercicio. Además, determinados partidos políticos cuando alcanzan el poder, especialmente los de la izquierda, se mueven también en el tercer supuesto porque necesitan dedicar parte de los presupuestos a mantener, de manera permanente, sus chiringuitos ideológicos, con objeto de financiar el voto cautivo de determinados colectivos y dar salida lucrativa a los políticos de su cuerda que han dejado de estar en primera línea (buscan maximizar su beneficio sin importar el coste que ello tenga). Como resultado de lo expuesto, el sector público es un pésimo administrador de los recursos económicos. La moraleja de todo esto es que deberíamos ser críticos con los modelos que justifiquen un Estado costoso porque es el que da cabida a un mayor número de excesos. Nos guste más o menos, tenemos que reconocer que quien crea riqueza es la iniciativa privada que resulta mucho más favorecida por el modelo de libre mercado.

En los últimos años se viene creando más empleo público que privado en España. Este empleo lo absorbe la Administración del Estado, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la Sanidad y la Educación públicas. Por otra parte, la empresa pública, tras el desmantelamiento del INI por el gobierno de Felipe González, es al día de hoy casi inexistente. Tenemos el doble de funcionarios que Alemania con la mitad de la población sin que por ello mejore apreciablemente nuestra posición en la lista de calidad de la enseñanza del Foro Económico Mundial, ni las listas de espera sanitarias. Otro tanto ocurre con el número desmedido de personas que viven exclusivamente de la política. Estos claros desajustes son consecuencia, principalmente, del enorme coste redundante que supone el Estado de las Autonomías. Estas cifras comparativas ponen de manifiesto por sí solas la notable ineficiencia del sector público en España y la tendencia catastrófica que sigue nuestra Economía.

Nos convendría recordar la famosa frase del ya mencionado Milton Friedman: «La sociedad que aspira a la igualdad antes que a la libertad, terminará sin igualdad y sin libertad», cosa que ya nos ha demostrado profusamente la historia. Si así lo entendemos, podremos evitar seguir siendo víctimas de una ingenuidad que sigue dando excesiva cobertura al extraordinario negocio de unos cuantos caraduras.

Eusebio Alonso | Licenciado en ciencias Físicas. Subdirector del diario online  Adelante España.

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