No aíslan ni son producto sanitario o EPI. Industria les dio cobertura exprés con unas especificaciones logradas días antes del reparto. Para Trabajo, son material «meramente higiénico»
La mayoría de las mascarillas que el Gobierno ordenó repartir el pasado 13 de abril en las estaciones de metro y autobús con motivo de la vuelta al trabajo decretada para algunos sectores económicos no estratégicos no están diseñadas para proteger. Apenas son más que una barrera que limita la propagación del coronavirus, pero que no aísla de forma conveniente al que las lleva ni evita tampoco que el que se las ponga pueda contagiar a los demás.
Se trata de las llamadas «mascarillas higiénicas», una categoría que queda fuera de la legislación que regula los productos sanitarios y la de los Equipos de Protección Individual (EPIS), y que solo cuenta con el aval de unas especificaciones técnicas dictadas en abril, después de que el Ministerio de Industria se las encargara ex profeso a la Asociación Española de Normalización (UNE).
Para ello, este organismo constituyó a toda velocidad un grupo de trabajo que, según ha podido saber LA RAZON, comenzó a reunirse el miércoles 1, justo 13 días antes de que el Ejecutivo iniciara su distribución en los principales nodos de transporte entre los usuarios que acudían a sus puestos de trabajo.
Retraso del Gobierno
En aquella fecha, la falta de existencias de mascarillas en España era total por el retraso del Gobierno a la hora de adquirirlas en los mercados internacionales. De ahí la urgencia de contar con algún tipo de material que poder repartir entre la población. En el debate sobre la «normalización» de este material se barajó incluso llamarlas «mascarillas barrera», por emplear la misma terminología utilizada por el organismo normalizador francés (Afnor), pero finalmente se optó por el de «mascarilla higiénica» porque ya había sido usado en un informe elaborado de forma previa por el Instituto de Seguridad e Higiene en el Trabajo.
La diferencia de estas «mascarillas higiénicas» con respecto a las quirúrgicas que se comercializan en las oficinas de farmacia y cuyo precio máximo ha intervenido el Gobierno es que estas últimas no solo limitan, como las primeras, sino que evitan también la propagación del virus en las dos clases que existen: las de tipo 1, dirigidas a personas que no están enfermas, y las de tipo 2 y 2R, con cierta resistencia a salpicaduras como sangre o estornudos. También son infinitamente peores que las mascarillas autofiltrantes o EPIS.
Según la información que ha hecho pública la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin), las FFP 1 sin válvula de exhalación son un equipo de protección con filtración menor que no protege a quien la lleva contra organismos infecciosos, pero evita contagios. Las FFP2 sin válvula de exhalación protegen a los que las llevan puestas contra la inhalación de partículas infecciosas y limitan las propagación del virus y los posibles contagios.
Las FFP2 y FFP 3 con válvula de exhalación protegen a quien las lleva puestas, pero no limitan la propagación del contagio. En dicha documentación de la federación empresarial, se constata que las higiénicas «no están diseñadas para proteger». El Colegio de Farmacéuticos de Madrid subraya por su parte en un documento de información técnica sobre los tipos de mascarillas que, «aunque tampoco se dispone de evidencias suficientes para extraer conclusiones sólidas, parece que esta clase tiene una eficacia muy limitada en la prevención del contagio por el usuario de la misma y, en cualquier caso, depende del material del que esté fabricada».
Durante el trabajo del organismo notificador español, el Ministerio de Trabajo y Economía Social puso de manifiesto, según ha podido saber este periódico, que «el riesgo no cubierto por las mascarillas higiénicas queda reducido por las medidas complementarias de separación entre personas y el uso de mascarilla por todas las personas». Además, recordaba que «al no tratarse de un EPI ni de un producto sanitario, no necesita de certificación ni se le puede poner marcado CE».
«Por ello, debe indicarse claramente en el embalaje o en el producto que este producto no es un EPI ni tampoco un producto sanitario, y que no está diseñado para sustituir a estos. El propósito de este producto es meramente higiénico». Dicho grupo estaba compuesto por representantes de los Ministerios de Sanidad, Industria y Consumo, el Consejo Intertextil Español, el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid y el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, entre otras organizaciones tanto públicas como privadas.
UNE dictó tres especificaciones técnicas sobre estas mascarillas antes de su distribución. Una es relativa a las reutilizables para uso por adultos y niños, otra es la referente a las no reutilizables para uso en adultos, y una tercera se centra en las no reutilizables para uso en niños. Los criterios de aceptación de estas mascarillas higiénicas son de una eficacia de filtración bacteriana igual o mayor al 95%, y respirabilidad inferior al 60.
(Sergio Alonso. Diario La Razón)